Cada crisis tiene una fotografía icónica. Una de esas que resume la resistencia frente a las adversidades. Imágenes que enseñan la luz al final del túnel, que nos recuerdan que hay esperanza.
Con las redes sociales casi omnipresentes en nuestro día a día, la DANA de Valencia ha llenado nuestros smartphones y televisiones de imágenes y vídeos conmovedores. Es muy probable que imágenes como la de los miles de voluntarios cruzando el puente que separa la ciudad de la zona cero se quede para siempre en nuestro imaginario colectivo.
Le acompañarán otras como las patrullas de vecinos organizando las labores de limpieza o los carteles de ánimo y de apoyo. Y, también por lo icónico, el vídeo de un Mercedes W123 embarrado hasta el techo pero circulando como si una inundación histórica no hubiera pasado por encima de él.
No es el único caso. En los últimos días hemos visto a clásicos que echan a andar, que vuelven a arrancar pese al agua y el lodo. Clásicos que dejan a atrás a vehículos mucho más nuevos y que, podría pensarse, están mucho mejor preparados para estas circunstancias.
¿Cómo es posible?
La maldita electrónica
Además del famoso Mercedes W123 viralizado, otros vehículos clásicos han resistido a la DANA valenciana cuando nadie lo esperaba. Se han visto en imágenes de Seat 600, un Mini y al dueño de un Land Rover Santana rogando que no muevan el coche para poder reparar lo que hiciera falta.
Los motivos por los que coches con medio siglo de vida han resistido mejor que los vehículos modernos, que sumarán más de 100.000 unidades afectadas y se cree que la mayoría son irrecuperables, es sencillo: la electrónica.
La electrónica ha traído grandes ventajas al mundo del automóvil. En estos momentos tenemos entre manos los vehículos más avanzados y sofisticados de la historia. Para hacernos una idea, un coche puede sumar más de 40 kg en cables. Una cantidad que podría alcanzar los cinco kilómetros de longitud si los extendiéramos en el suelo. El volumen ha crecido significativamente en apenas un lustro.
En Europa, además, las regulaciones en materia de seguridad han disparado el peso de la electrónica. En estos momentos, cualquier coche que se vende en nuestro mercado tiene que contar con frenada de emergencia, cámara de marcha atrás o detector de fatiga en su equipamiento básico, entre otros sistemas ADAS de ayuda al conductor.
Dejando a un lado lo más evidente (cámaras, sensores, conectividad 5G...), a todo lo anterior hay que sumar complejos sistemas y componentes en la mecánica del vehículo. Desconexión de cilindros, compresión variable, inyección inteligente del combustible o la ECU son elementos imprescindibles para rebajar consumos y emisiones contaminantes en en los exámenes de las homologaciones.
Los vehículos clásicos carecen de estos sistemas. Su mecánica es mucho más simple pero también mucho más robusta. No es casualidad que Toyota fabrique en Gibraltar los mismos modelos que en los años 70 para dedicarlos a labores de ayuda humanitaria.
Esta ausencia de componentes electrónicos evita que los vehículos clásicos sufran de cortocircuitos o los sensores reporten innumerables errores que impidan el arranque del automóvil y, por supuesto, un buen desempeño del mismo. Todo ello permite que, una vez vaciado un garaje y con gran parte del agua evaporada, el coche pueda empezar a andar de nuevo.
En ABC, señalan diferentes formas de actuar en función del grado de afectación al agua que haya tenido el vehículo. Recomiendan, por ejemplo, poner especial atención al secado de los radiadores o el escape y, sobre todo, no tratar de poner el coche en marcha si el agua ha alcanzado la mitad superior del vehículo.
Además, no podemos pasar por alto que en un coche moderno, lleno de pantallas y todo tipo de componentes electrónicos en el habitáculo, si el agua ha penetrado en el mismo es complicado llegar a pensar que el coche puede sobrevivir y que la reparación compensará el dinero que pueden darnos por él con el valor venal del coche.
Con todo, desde la Asociación Española del Desguace y Reciclaje del Automóvil (AEDRA) recordaban que una cosa es que el coche clásico funcione puntualmente y otra que sea una garantía a futuro. Aunque arranque y pueda moverse, es imprescindible revisar bien toda su mecánica pues el agua y el lodo pueden penetrar en los cilindros, colapsar los sistemas de inyección o causar óxido en la carrocería si no se trata a tiempo.
Por supuesto, la superviviencia de estos coches en concreto estará marcada por el nivel de agua que se ha alcanzado en el garaje donde hayan estado guardados y que no hayan sido arrastrados por la corriente, lo que imposibilita que hayan podido chocar contra otros vehículos o estructuras.
Foto | Policía Nacional
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