España está empeñada con las ZBE, aunque apenas contamos con 20 al cierre de 2022. Más rápida o más lenta, la implementación del sistema de etiquetas ambientales supone un duro golpe para los vehículos que no pueden contar con ella. Sin etiqueta no se puede circular por ciertas áreas del territorio, y los precios de los coches nuevos no ayudan a la renovación del parque móvil español.
Hay, no obstante, una solución relativamente económica para hacer que nuestro coche antiguo pueda optar a la etiqueta ECO, la misma que tienen los híbridos enchufables y no enchufables (recordemos que la CERO tan solo se proporciona a 100% eléctricos). La conversión a GLP es el gran aliado de los coches antiguos.
Qué es el GLP. Nuestros coches pueden quemar gasolina, pero también gas. El GLP, también conocido como autogás, es el más popular, y sus siglas provienen de "Gas licuado del petróleo". Básicamente, hablamos de una mezcla entre butano y propano.
El GLP procede en un 30% del proceso de refinado del petróleo y en un 70% de los yacimientos de gas natural o petrolíferos. Ocupa un menor volumen que la gasolina, por lo que es más fácil de transportar y distribuir.
Este combustible se almacena en un depósito, por lo general, ubicado en el fondo del maletero (donde suele ir la rueda de repuesto). De dicho depósito surgen canalizaciones que transmiten este gas hasta el motor, ubicado habitualmente en la parte delantera de nuestro coche. Es necesaria una centralita específica para controlar este flujo de combustible alternativo, y tras su instalación el coche puede funcionar tanto con gas como con gasolina.
Cómo se conduce un coche con GLP. Al contrario que en los coches eléctricos, donde la transmisión es automática y el par instantáneo, los coches a GLP tienen exactamente la misma mecánica que cualquier gasolina ya que, a fin de cuentas, no dejan de ser coches que también funcionan con gasolina. Al conducir con GLP solemos notar una respuesta algo más suave, al ser combustible algo más limpio.
Aunque el coche funcione tanto con GLP como con gasolina, no hablamos de un sistema híbrido. Simplemente, tenemos un sistema de bicarburante, con dos depósitos separados y la posibilidad de circular con uno u otro combustible. De hecho, el arranque siempre se produce a gasolina y, hasta que el coche no alcanza temperatura de trabajo, no podemos conmutar a GLP.
Qué coches pueden convertirse a GLP. La conversión a GLP es un proceso con un coste medio de entre 1.500 y 3.000 euros. No es una cifra económica, pero sí una cifra a plantearse si no queremos cambiar de coche y disfrutar de la etiqueta ECO.
Para que un coche pueda gozar de dicha etiqueta, tenemos que asegurarnos de que nuestro gasolina haya sido fabricado bajo la normativa Euro 4, Euro 5 o Euro 6. Solo en estos escenarios podremos cambiar la etiqueta C por la etiqueta ECO.
Será necesario pues, que nuestro coche esté fabricado a partir del año 2006. Si nuestro coche cuenta con normativa Euro 3 (de 2001 en adelante) podremos realizar también la conversión, pero es importante destacar que en estos casos no se puede obtener la etiqueta ECO, por lo que de poco sirve el proceso de cara al ámbito de circulación y fiscal.
Cómo convierto mi coche a GLP. Para convertir nuestro gasolina Euro 4 en adelante a GLP, tendremos que acudir a un centro especializado. En él, nos instalarán un kit GLP compuesto por varios elementos, a saber:
Depósito de acero de alta resistencia y de forma tórica, ubicado generalmente en el hueco de la rueda de repuesto.
Multiválvula montada en el depósito. Su función es permitir la carga de gas y medir su nivel.
Reductor: conversor del gas GLP a estado líquido para que pueda fluir por el sistema de inyección del vehículo.
Tubo de alimentación del GLP.
Sistema de inyección específico o adaptado al flujo de GLP.
Filtro de gas para evitar que se acumulen impurezas o residuos.
Conmutador de GLP/Gasolina para que el coche pueda circular con ambos combustibles.
Centralita (ECU) especializada.
Dónde reposto GLP y por cuánto dinero. No son pocas las gasolineras que permiten repostar GLP. No tenemos más que abrir Google Maps, escribir "Gasolinera GLP" y aparecerán los resultados. La mayoría de las gasolineras GLP de España pertecen a Repsol. En el momento que escribo este artículo, la gasolina tiene un precio de 1,65€, mientras que el GLP (LPG) marca 0,99 euros. Un combustible mucho más económico respecto a los tradicionales.
Los beneficios fiscales del GLP. El GLP no permite acceder a la etiqueta ECO, por lo que tenemos un salvavidas ante las ZBE más restrictivas. Esta no es su única ventaja. Los vehículos GLP pueden acogerse a una reducción en el impuesto de circulación, a descuentos del 50% en zonas de estacionamiento regulado, descuentos en algunos peajes, e incluso circulación por carriles VAO en algunas ciudades.
Los problemas del GLP. Queda claro que el GLP es más limpio, más económico y más interesante a nivel fiscal que la gasolina, pero también tiene sus problemas. En primer lugar, el GLP conlleva un consumo algo más alto, de entre un 5 y un 10% más. Este consumo adicional supondrá una menor autonomía cuando usemos el depósito de GLP.
También es importante destacar los posibles problemas mecánicos a largo plazo si no tenemos un mantenimiento específico en nuestro GLP. Las válvulas suelen resecarse especialmente, por lo que conviene mantenerlas al día e incluso usar aditivos para protegerlas.
Añadir un depósito de GLP también implica aumentar considerablemente el peso del vehículo. Sumar entre 50 y 100 kilos no debería tener un impacto notable sobre el consumo cuando usemos gasolina, pero no deja de ser un peso adicional que añadimos al vehículo. Añadir este depósito también nos hace perder, generalmente, la rueda de repuesto, así como algo de capacidad de maletero.
Más allá de estos problemas, del desembolso económico que supone y de que tendremos que buscarnos la vida para ir a gasolineras que, específicamente, también dispongan de GLP, esta es la alternativa más económica para entrar en una ZBE.
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