En 1997 se lanzó al mercado el primer Toyota Prius. Más o menos, 20 años antes de que la DGT llamara ECO a los vehículos híbridos y una pegatina decidiera si podemos o no podemos pasar a lo que hoy denominamos Zonas de Bajas Emisiones o ZBE.
El proyecto, por supuesto, arrancó antes. El germen lo encontramos en 1993, se denominó Proyecto G21 (del siglo XXI) y dio a luz a un coche que lo cambió todo. "No podíamos utilizar los métodos convencionales, y como no podíamos adoptar un enfoque orientado al mercado de aquel momento, decidimos proponer una tecnología completamente nueva", explican desde Toyota.
El objetivo final era conseguir un coche que fuera respetuoso con el medio ambiente pero que utilizara una tecnología que pudiera ser adoptada por las masas. La compañía nipona asegura que de nada sirve tener el coche más limpio del mundo si el cliente no puede comprarlo.
Este enfoque es, sin duda, el mismo que la compañía ha defendido con el coche eléctrico. Su regla 1:6:90 se basa exactamente en este principio. Pero más allá de su punto de vista actual sobre el coche eléctrico, la llegada del Prius también derivó en cambiar la percepción que algunos conductores tenían de la marca.
La compañía fue tachada de ser una marca aburrida. Priorizando la eficiencia por encima de cualquier otro valor, los Toyota se convirtieron en coches muy fiables y poco gastones pero también llevaban sobre sus hombros la etiqueta de "coche aburrido" o "electrodoméstico". Durante los años 2000, Toyota se centró en el volumen por encima de cualquier tipo de emoción.
Y le dio buenos resultados financieros pero muy pocos a nivel de imagen atractiva.
Apelando a lo más simple
Toda esta historia no es algo que nos hayamos inventado nosotros. El propio Akio Toyoda, quien fue CEO de la marca y hoy es CEO del grupo Toyota, ha reflexionado en publico en diversas ocasiones sobre este mismo tema.
En 2017 lanzó un órdago a la prensa: "Toyota no volverá a ser una marca aburrida". La pesadilla debe ser recurrente porque el año pasado, Toyoda volvió a expresarse en términos parecidos, asegurando que su intención es evitar a toda costa que Toyota sea vista como una marca más del montón.
Para cambiar por completo esa percepción, Toyota ha lanzado en los últimos años algunos de los deportivos más interesantes del mercado. Algunos posicionándolos como auténticos coches para puristas y otros apelando a la nostalgia. Justo cuando los coches diferentes y con personalidad propia están en claro retroceso, Toyota ha optado por el camino contrario.
Conocedores que no iba a ser una tarea fácil y, sobre todo, difícilmente rentable, la compañía nipona se asoció con Subaru para lanzar los Toyota GT86 (ahora GR86) y el Subaru BRZ. La alianza con BMW ha permitido devolver a la vida el Toyota Supra (que llegó junto al BMW Z4) y, ya dentro de Toyota, volvimos a tener un coche con sabor de rallies gracias al Toyota GR Yaris.
Mientras el mercado camina hacia el coche eléctrico, Toyota ha mostrado su descontento con esta nueva vía. Lo ha hecho por activa y por pasiva, asegurando, incluso, que esta tecnología no alcanzará más de un tercio de las ventas en todo el mundo.
Por eso, sigue desarrollando motores de combustión. La nueva generación, señalan, son dos motores de cuatro cilindros de 1,5 y 2,0 litros que serán más compactos, eficientes y potentes que la generación actual. Aunque no se ha confirmado fecha de salida, en Financial Times aseguran que no se esperan hasta 2026.
Ya conocíamos que Toyota estaba enfrascada en el desarrollo de nuevos propulsores pero ahora podemos intuir que serán bloques para montar en sus vehículos más potentes. En un vídeo publicado en el canal de Youtube de Toyota Times, uno de los canales de comunicación de la marca, se hace especial énfasis en el sonido de los coches.
En el vídeo se puede ver la prueba de un coche en desarrollo (está tapado) que podemos intuir que es un Lexus IS, por su interior. Puesto al límite en el Fuji Speedway, circuito propiedad de Toyota, la marca se afana en tratar de trasladar la belleza del sonido del propulsor. De hecho, en el propio vídeo, también hacen referencia a otros sonidos míticos, como el del Mazda 787B.
De hecho, la marca está inmersa junto a Subaru y Mazda en la búsqueda de nuevos motores que puedan ser utilizados con combustibles sintéticos o quemando hidrógeno para mantener la esencia de conducir un vehículo de combustión pero generando unas emisiones mínimas.
El reto es mayúsculo pues se espera que los combustibles sintéticos sean especialmente caros y utilizar hidrógeno líquido para quemarlo en motores de combustión es un reto logístico y muy poco eficiente. Pese a todo, Toyota es consciente que hay un nicho de mercado que la mayor parte de las marcas parece estar pasando por alto. Y en un mercado lleno de coches eléctricos, estas propuestas más deportivas (aunque sean más costosas) pueden tener una buena aceptación.
Foto | Toyota
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