Viajar es un placer. Pasarte horas dando vueltas en tu asiento durante un interminable vuelo intercontinental, no tanto. Con esa premisa clara la compañía aeronáutica Destinus, con sede en Payerne (Suiza), trabaja para asestar un severo tijeretazo a los tiempos que hoy requiere un desplazamiento en avión entre París y Nueva York o de Frankfurt a Shanghái. Su objetivo: que puedas realizar cualquiera de esos itinerarios —y otros muchos— a velocidades hipersónicas e invirtiendo menos de lo que tardarías en ver 'Avatar: el sentido del agua'.
Y quiere conseguirlo con hidrógeno.
¿Qué propone Destinus? Ofrecer vuelos hipersónicos con aviones propulsados por hidrógeno. Una apuesta con la que aspira a hacer que las distancias, incluso las más grandes, se vuelvan "insignificantes" utilizando una tecnología más respetuosa con el medioambiente. En la práctica eso se traduciría en vuelos entre Nueva York y Londres o París en 90 minutos , de Frankfurt a Shanghái en menos de tres horas o de Alemania a Sídney en poco más de cuatro horas, lejos de los tiempos actuales.
Su objetivo es ofrecer a los operadores aeronaves capaces de alcanzar velocidades de Mach 5, equivalentes a más de 6.000 kilómetros por hora, lo que permitiría hablar de vuelos hipersónicos, y superar los 33.000 metros de altitud.
¿Y cómo quiere lograrlo? Con aviones propulsados por hidrógeno. Para lograrlo la empresa se ha trazado un cronograma con diferentes hitos. Algunos ya los ha alcanzado. Otros, deberá conseguirlos en el futuro. Hace unos días, durante el 54º Salón Aeronáutico de Paris-Le Bourget, Destinus presentó su nueva versión de prueba, el Destinus-3. "Será el primer dron que utilizará hidrógeno líquido como combustible y romperá la barrera del sonido", explicaba a El País.
La aeronave medirá 10 metros de largo por cuatro de envergadura, pesará alrededor de dos toneladas, usará hidrógeno en estado criogénico y volará a más de 1.200 km/h, lo que le permitirá alcanzar velocidades que sobrepasarán la barrera de Mach 1. La meta es que en 2024 se someta a sus primeras pruebas a velocidades subsónicas para comprobar sus capacidades y, en una segunda fase, pueda elevarse a marcas supersónicas. De momento ya ha realizado operaciones con el Destinus 1 'Jungfrau' y Destinus 2 'Eiger', que le han permitido probar la aerodinámica de sus diseños o cubrir el primer vuelo en Europa de un avión de hidrógeno no tripulado.
¿Y cómo avanzará? Destinus 3 será solo un peldaño en el camino de una empresa que ya mira más allá de los vuelos supersónicos, a la frontera de Mach 5 y las velocidades hipersónicas. Entre 2030 y 2035 sus responsables quieren lanzar el Destinus S, un avión comercial hipersónico para pasajeros totalmente impulsado por hidrógeno. La meta: que alcance una velocidad de crucero de Mach 5 y pueda desplazar a 25 pasajeros. Más allá, en el horizonte de la década de 2040, la firma plantea un nuevo hito: presentar un modelo aún mayor, el Destinus L, capaz de transportar a entre 300 y 400 pasajeros a cualquier parte del planeta. Simple Flying desliza que podría alcanzar incluso Mach 6, los 7.300 km/h.
¿Por qué hidrógeno? La compañía reivindica su capacidad para reducir la huella medioambiental de la aviación, un hándicap que ya ha agitado el debate sobre la sostenibilidad de ciertas rutas y ha llevado al sector a buscar fórmulas para minimizar su impacto, lo que incluye el uso de aviones eléctricos o el secuestro de CO2. "El transporte aéreo tradicional representa el 2,5% de las emisiones anuales de carbono. Nos comprometemos a operar un negocio neutral", subraya.
Otra de las fortalezas del hidrógeno, sobre todo cuando se plantea para vuelos a gran velocidad y largas distancias, es su densidad de energía, tres veces mayor que la del combustible Jet A. "El sistema de propulsión para Destinus 3 incorporará un motor turborreactor alimentado con queroseno junto con un posquemador con hidrógeno líquido. Desarrollamos planes para probar un sistema completamente basado en hidrógeno para el turborreactor y el posquemador", explica Mikhail Kokorich, CEO de la firma, en declaraciones recogidas por Simple Flying.
¿Es Destinus el único en la carrera? No. En la carrera por recuperar el espíritu del Concorde e ir más allá, a la comercialización de vuelos hipersónicos, hay otras compañías. A una ambición similar por las operaciones supersónicas o hipersónicas se han lanzado a lo largo de los últimos años Space Transportation, Hermeus, Rolls-Royce y Reaction Engines, Boom Overture o incluso la NASA, que lleva tiempo trabajando en su X-59, aeronave con la que espera solucionar uno de los grandes hándicaps de las vuelos supersónicos: el estampido sónico.
La apuesta de Destinus tiene un interés especial para España porque —como anunciaba la propia compañía en primavera— ha recibido un importante respaldo del Ejecutivo a través del PTA y PERTE. Además de en Suiza, la firma está presente en otros puntos del viejo continente: Alemania, Francia y España, donde dispone de una oficina técnica de ingeniería localizada en Tres Cantos, Madrid.
¿Hay retos en el camino? Sí. Y no solo de naturaleza técnica. Jean Philippe Girault, directivo de la firma, reivindica el potencial de un proyecto que ofrecerá a los operadores "un vehículos capaz de volar a 6.000 km/h a una altitud de 30 km" y cubrir viajes intercontinentales en muy poco tiempo. Si algo ha demostrado la experiencia del Concorde es sin embargo que lo que suena fantástico en la teoría o sobre el papel puede no adaptarse tan bien una vez se traslada al mercado.
La emblemática aeronave supersónica acabó jubilándose en 2003 debido a sus elevados costes y la sombra del accidente protagonizado por una de sus unidades tres años antes en París. Los vuelos "hiperveloces" son además caros. En 2003, un billete en el Concorde costaba alrededor de 6.500 euros. Eso no resta atractivo en cualquier caso a las posibilidades que ofrece volar de París a Nueva York en apenas 90 minutos tras alcanzar velocidades delirantes, de más de 6.000 km/h.
Imágenes: Destinus
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