Es muy probable que si habláramos en este artículo de Charles-Édouard Jeanneret-Gris pocos tendrían claro de qué figura hablamos. Pero si decimos Le Corbusier, todo empieza a tomar forma. Nacido en Suiza pero con nacionalidad francesa desde 1930, es considerado una de las figuras más importantes entre la arquitectura moderna.
Con 17 obras nombradas Patrimonio de la Humanidad, Le Corbusier está considerado como uno de los arquitectos más importantes de la historia. Su obra se basa en la simplificación de las formas y en la utilidad, pilares que le llevaron a crear sus cinco puntos de la arquitectura moderna.
La obsesión por la funcionalidad llevaron a que definiera la casa como "la máquina de habitar". De hecho, el arquitecto siempre mostró su fascinación por lo automatizado, por la producción de productos funcionales por encima de lo bello, sin dejar esto a un lado.
Admiro la perfección desde que vi el Partenón. Y, en nuestra civilización, esa perfección la aporta automáticamente la máquina, que no es un espanto ni algo horrible, sino un útil extraordinario de perfección.
Con ese amor por la modernidad y lo mecánico, Le Corbusier también era un amante del automóvil. Aseguran que con cada nuevo proyecto pedía que un coche "posara" delante del edificio en las primeras tomas de los fotógrafos. El arquitecto fue fotografiado asiduamente junto a su Voisin C-7 Lumineuse, una de sus pasiones que también ha atrapado a otros arquitectos como Norman Foster.
Tal era el interés de Le Corbusier que en 1936 presentó su propio proyecto, el Voiture Minimum.
Un coche pensado por y para la funcionalidad
Le Corbusier tenía una máxima: sus productos tenían que ser útiles. Y eso mismo se propuso cuando presentó su propio proyecto a un concurso organizado por la Société des Ingénieurs de l'Automobile (SIA) de Francia en 1936.
Para el concurso, el arquitecto diseñó su Voiture Minimum, un proyecto en el que también participó su primo y empresario Pierre Jeanneret. El objetivo era convencer a algún gigante de la industria de que su proyecto era ideal para popularizar el coche.
El Voiture Minimum era su concepción de "coche de masas", que fuera asequible de producir en masa y de fácil acceso para el cliente. Eran años de éxodo rural en los que las ciudades no dejaban de recibir nuevos inquilinos. Una población que debía ser motorizada, lo que también era una gran oportunidad para los grandes fabricantes.
Sin embargo, no hay constancia de que ninguna compañía se interesara realmente por el proyecto. En Alemania empezaba a despegar el Volkswagen Beetle en una época en la que tener un coche seguía siendo todo un lujo. Después llegaría la Segunda Guerra Mundial y la industria se puso a trabajar en otro cometido. Un cometido, por cierto, muy del agrado de Le Corbusier.
Pero, como decíamos, ante de eso Le Corbusier hizo su propuesta. Era teórica, pues carecía de tren motriz, pero sí adelantaba algunas soluciones que luego se han aplicado más tarde. Por ejemplo, las ruedas se situaban en los extremos de la carrocería, un recurso habitual para ganar espacio al habitáculo, como se puede ver en estos planos.
En su interior había espacio para alojar a cuatro personas y quedaba hueco suficiente para que transportaran algo de equipaje. Se trataba de un coche revolucionario pues apostaba por la sencillez, ocupar el menor espacio posible (imprescindible en las nuevas ciudades) y la idea de incorporar un tren motriz barato y eficiente.
De hecho, una recreación se mostró hace dos años durante una exposición temporal en el Museo Guggenheim de Bilbao. Allí, los responsables de la misma decidieron contextualizar el Voiture Minimum junto a otros coches que también apostaban por la sencillez y la funcionalidad por encima de las formas, como un Isetta o un Mini Cooper.
Casi 100 años más tarde, nos encontramos en la misma situación. Con el salto al coche eléctrico, el cliente "necesita" ser motorizado con vehículos accesibles. Nuevas marcas, como Tesla o Xiaomi, están haciendo sus propias propuestas más o menos revolucionarias. Es el momento también de saber si por fin triunfarán vehículos como el Mobilize Duo cuyo precedente, el Renault Twizy, también terminó quedando en mera anécdota.
Desde luego, el concepto de Le Corbusier de plegar el diseño a la funcionalidad es algo que bien podría haber firmado Steve Jobs. Quien sabe si en Apple llegaron a coger alguna idea del arquitecto para su fallido Project Titan.
Por último, si quieres conocer más detalles sobre el Voiture Minimun, Antonio Amado, arquitecto y profesor en la Universidad de La Coruña, cuenta en un libro toda la historia del modelo y reúne en sus páginas las imágenes de los planos y todo el desarrollo técnico de Le Corbusier. También se puede ver una recreación en el Museo Nacional del Automóvil de Turín, donde se encuentra la maqueta de la imagen que encabeza este artículo.
Imágenes | Rahil Rupawala y Museo Guggenheim
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