Las contraseñas son esenciales en la actualidad. Nuestra vida digital actual, que, casualmente, se interconecta mucho con nuestra vida cotidiana, depende directamente de recordar e introducir correctamente una serie de contraseñas.
Pero esto no siempre ha sido así, y tampoco parece que vaya a serlo durante mucho tiempo, existen métodos que hemos usado y usaremos para acceder a nuestras cuentas personales; las contraseñas, como tal, parece ser que tienen los días contados.
Un pasado y un presente basado únicamente en cifras y caracteres

Las contraseñas nos acompañan a diario desde hace años en nuestros celulares. Por ejemplo, al iniciarlo, es necesario introducir un código PIN (Personal Identification Number). Hace años el código PIN, con sus cuatro dígitos, era la única forma que teníamos de proteger el contenido de nuestros celulares.
Progresivamente comenzaron a aparecer modelos de celulares capaces de bloquear la minúscula pantalla que incorporaban mediante el uso de un código (generalmente numérico), similar al PIN.
La herencia de Internet y las primeras conexiones a la red nos aportaron la posibilidad de usar contraseñas para acceder a otros lugares: el correo electrónico, foros. Podríamos decir que esta forma de proteger nuestros datos se convirtió en estándar.
El presente: claves, cuentas, autenticaciones

Hoy en día, en plena era de los smartphones, con miles de cuentas en todo tipo de plataformas y sistemas, las contraseñas se han vuelto indispensables, pero contradictoriamente, también llegamos a un momento en el que incluso se vuelven molestas y poco seguras.
En números, según la empresa TeleSign, el 21% de las personas usan contraseñas de más de 10 años de antigüedad, y el 73% usan contraseñas duplicadas para varias cuentas. Este hecho hace que sean más fáciles de recordar (si tenemos en cuenta la gran cantidad de servicios que usamos hoy en día con passwords), pero eso implica que también sean más fáciles de desvelar.
Para evitar este problema, muchas empresas usan combinaciones de contraseñas y PIN en algunos servicios, pero esto suele acarrear el doble de molestia a sus usuarios, que ya no solo deben recordar una única contraseña, sino dos.
El paso hacia el futuro: nuestro cuerpo como método de autenticación

Empresas como Google comienzan a experimentar con métodos avanzados de autentificación sin necesidad de contraseñas: por ejemplo, un método en el que solo necesitamos usar nuestro smartphone para acceder a nuestro correo o cuenta general, el propio smartphone es un método de identificación.
Pero las claves de futuro en este campo van dirigidas en otra dirección. Celulares como el Samsung Galaxy S6 Edge+ nos lo demuestran gracias a sensores de huellas dactilares que aseguran que nuestro dedo sea la única forma de acceder a nuestra información personal.
El reconocimiento ocular es otro método igual de válido. Samsung utiliza desde hace años tecnologías que reconocen si un usuario mira la pantalla de su celular o no, y esta misma técnica, algo más evolucionada, puede servir como método de acceso.
Otra forma puede ser usar los sensores del propio terminal. Si un software no detecta movimiento alguno en el dispositivo, podría bloquearlo y evitar así accesos remotos malintencionados.
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joecalata
Suena interesante utilizar la huella dactilar como método de desbloqueo, es como si la ciencia ficción de las películas fuera una premonición y no un invento