El águila. El lobo. El delfín. El corridán. El oso. El orbal. Y el Dragón, por supuesto. Siete casas se erigen sobre Arkane, la ciudad laberíntica construida, según la leyenda, sobre los restos de Tagre, el mundo que desapareció tras una gran inundación. Un mito clásico. Las deidades les concedieron una segunda oportunidad y hoy siete familias ostentan el poder y la responsabilidad de mantener ese delicado equilibrio.
Esta es, en apariencia, la sencilla premisa de ‘La desolación’, primera novela de la saga ‘Arkane’. La más ambiciosa incursión de en la fantasía oscura que ya tenemos (por fin) editada en español por mano de Minotauro. Con traducción de Marta Sánchez Hidalgo, Ediciones Minotauro se hace cargo de adaptar a nuestra lengua uno de los autores franceses más leídos del género.
Y lo hace a tiempo para el periodo estival, ese momento donde las horas se dilatan y el calor hace languidecer al más valiente. Dicho de otra manera: el momento perfecto para zambullirse en las profundidades de un universo literario propio, brillante entre las sombras, ya estés a la orilla de la playa, la piscina o el valle de una montaña.
Dragones malheridos
Como las grandes novelas canónicas, los libros de Andrzej Sapkowski —autor de la saga de 'The Witcher'—, la saga de Malaz de Steven Erikson, o un puñado de libros de Bernard Cornwell (‘Crónicas del señor de la guerra’), el primero episodio de ‘La desolación’ empieza por las bravas. Con mucha sangre, mucha ira y un dolor que no se limpia por mucho que te laves.
Lo que en un principio arranca como una escaramuza de tantas de Oziel, la joven heredera y novena en el orden de sucesión, pronto desemboca en una escabechina que extirpa de cuajo el linaje casi al completo. Cadáveres apilados, destripados, se amontonan mientras los comehuesos sobrevuelan esperando su turno. ¿Quién queda? El viejo y maloliente Xaron, tutor de tantos en conversación, cálculo, astronomía, mitología… y alguien que nunca despertó la confianza de Oziel.
Obligada a huir junto a él, de las Alturas a los bajos fondos, arrastrándose por túneles mientras las zarzas le despellejan la ropa, no tarda en descubrir que tiene buenas razones para ello: acaba de ser vendida como una vulgar ramera a la casa del Águila, a cinco hijos, bastos pero cerebrales, que se disputan el poder bajo su propia categoría. Oziel ahora tiene en sus manos el destino de sus predecesores, del patriarca Nunzio y la dama Albae. Y las perspectivas son bastante negras. Quizá hasta que localice a su hermano, el primogénito de la casa Dragón, Matteo, condenado a un exilio perpetuo que no durará tanto.
Menuda presentación. Así, muy en la línea del arranque de ‘Canción de Hielo y Fuego’ de George R.R. Martin, se presenta este tótem de 445 páginas. Y sin hacer esperar ni un segundo, el segundo episodio salta a una nueva escena —así será durante las cinco primeras parejas de capítulos—: el maestro Hauhorn, encantador de piedras, tiene al joven Renn encerrado en una habitación. En pleno invierno, sin comer y sin dormir, Renn se muere de frío, de hambre y de sueño.
Alianzas necesarias
Hechas las presentaciones esenciales, la novela aclara sus intenciones. Y solo llevamos 41 páginas, pocas más de las que te regala la propia Minotauro para que cates la lectura. A estas alturas, cualquier fan de ‘Dungeon & Dragons’ sabe lo que tiene delante: prosa florida abigarrada de adjetivos, pero también afilada cuando toca. De tanto en cuanto, Bordage deja caer algún detalle sobre nombres clave, elegidos y malditos, profecías y hechos que podrían darse o no en un futuro cercano. Bordage es el rol master que domina la partida, observando desde arriba cómo sus criaturas luchan sin cejar por sobrevivir.
Cada episodio viene precedido de fábulas, poemas y canciones tradicionales que marcan cierto ritmo interno. Y, sobre todo, ayudan a armar el puzle conceptual, a enriquecer el lore de clases y casas, a entender un mundo donde los mitos arkanianos son vistos como tradiciones primitivas y vulgares, pero también esenciales para comprender el clima actual de Arkane y su relación con los reinos colindantes.
Vaya por delante que la lectura no es fácil. El canon medievalista, el machismo lacerante y la potestad de unos cuantos sobre otros se antoja caprichosa e hiperrealista. Descripciones de castraciones y conatos de incesto se suceden junto a tortuosas torturas. Y aquí la magia nunca es hechicería luminosa, sino un peaje asumido, con alto coste, por herencia y por necesidad.
Por momentos se hace especialmente dura una lectura que recuerda a aquellos historiadores de la Segunda Guerra Mundial recreándose en el trato que recibían los romaníes del este en los trenes alemanes. Lo de Pierre Bordage es la fantasía oscura, no exenta de heroica, pero decididamente oscura. Y las tensiones palaciegas, llenas de dagas envenenadas, no dan tregua —el episodio ‘Mecrosis’ parece escrito por el Michael Ende más brumoso—. Como el sello de las siete casas que ilustra la portada, siempre habrá una cabeza reina que intente devorar al resto.
Todo en Arkane se divide en distintos niveles, como si invirtiésemos el Infierno de Dante
Y es que una de las ideas más estimulantes, similar a la saga de ciencia ficción ‘Crónicas del Silo’, es que todo en Arkane se divide en distintos niveles. Como si invirtiésemos el Infierno de Dante, Arkane posee cinco niveles segregados social y espacialmente. Arriba viven las altas esferas, las siete familias oligarcas, y después se va dejando espacio a los dichos (intelectuales y artistas), las marchas (comerciantes y empresarios), trabajadores manuales en el nivel y el quinto, Los Fondos, está reservado para toda esa gente de mal vivir, sin oficio ni beneficio. Arkane, construido en la ladera de una montaña, dique contra las crecidas del Odivir a la manera sumeria, es un protagonista en sí mismo.
Detalles como estos configuran un universo muy personal en el que Bordage sabe navegar como pez en el agua: los saltos ayudan a romper un posible ritmo lineal y la escritura, muy ligera y comprensible pese a ciertos pasajes de vocabulario duro, te mantienen enganchado hasta el final. Una obra llena de riqueza semántica que, nada más capitular, estarás impaciente por saber cómo concluye.
Si algo ha dejado claro el éxito de ‘Juego de Tronos’ es que las intrigas políticas nos encantan y nos cautivan
Porque si algo ha dejado claro el éxito de ‘Juego de Tronos’ o incluso ‘Sucession’ es que las intrigas políticas nos encantan y nos cautivan. La atmósfera de que todo puede romperse en cualquier momento, alianzas que se tensan en cuestión de segundos y rebeliones que se cuecen en las sombras son la base de una novela que realmente consideramos necesaria en el género. Uno de los ejercicios literarios de fantasía más precisos que puedes leer en la actualidad.
La eterna luz de Pierre Bordage
Y he aquí la ironía: ver a Pierre Bordage en semejante lugar es realmente satisfactorio. El díptico compuesto por ‘La desolación’ y ‘La resurrección’ es su incursión profunda en unas aguas no ignotas pero sí poco exploradas en la obra de Bordage. Porque hablamos de un autor con más de 40 novelas a sus espaldas, más de 20 en una década encadenando tres trilogías seguidas, pero con un claro foco en la ciencia ficción, con Frank Herbert, Orson Scott Card y Ray Bradbury como pilares maestros.
Y es que Pierre Bordage es uno de los escritores de ciencia ficción más vendidos de Francia. Sus libros abordan a menudo los aspectos espirituales de la sociedad. Mudarse al medievalismo durante tres años ha sido, cuanto menos, curioso. Pero aquí lo tenemos.
Pierre siempre dijo que se “convirtió en escritor” en 1993, con 38 años. Tres años más tarde, en 1996, ganaba el Premio Cosmos 2000 por su novela ‘La Citadelle Hyponéros’. Sustentado por los pequeños procesos, los hábitos de trabajo que se esconden detrás de una gran publicación, Bordage es defensor de la profesionalidad, de que uno no es escritor hasta que no publica.
A menudo es invitado a dar charlas para estudiantes universitarios en Francia, donde expresa que lo único seguro que puede hacer uno si desea ser escritor es llegar al final del proceso: empezar un trabajo y terminarlo. Si no, cualquier talento es insuficiente. Por supuesto, los maestros tienen a sus maestros, ya lo decíamos más arriba. Bordage, que ahora visita universidades desde el otro lado, también ocupó pupitre. Había perdido el afán por la escritura cuando la monotonía de la educación escolar aletargó su interés por la épica.
Fue entonces cuando un día uno de sus profesores le dijo “Escribe lo que quieras. No me importa. Lo que quiero es que entintes las páginas”. Y así encontró su voz. O, mejor dicho, lo que él mismo define como júbilo. ‘Guerreros del silencio’ fue su primera obra. Ya desde entonces, su esencia narrativa va ligada a ese júbilo, a la necesidad expresiva mezclada con el imperativo de analizar la sociedad y su tiempo. El acto de crear caligramas en la imaginación del lector. El acto de crear simplemente. Eso, quizá, si sea lo que hace a un escritor.
Desde entonces, Bordage ha acumulado otro puñado de galardones —el Grand Prix Paul Féval, el Tour Eiffel...—, ha desarrollado una incursión en la saga ‘Metro’ de Dmitri Glukhovsky elaborando su propia versión ambientada en París y ha aterrizado en la fantasía épica con Arkane, su obra más ambiciosa, condecorada con el Gran Premio Imaginables 2018. ‘La desolación’ es el primero de esta duología y la primera incursión de Ediciones Minotauro en la obra del autor. Ojalá vengan muchas más.
Pierre Bordage ha sabido crear un mundo rico en detalles y personajes complejos, reformulando tropos —Oziel arrastra un poder destructivo y redentor que marcará su destino— y asentando las bases de una saga que esperamos poder disfrutar completa al castellano de la mano de Minotauro. Y más nos vale, porque ‘La desolación’ es solo la mitad del díptico.
Imágenes | Ediciones Minotauro, Unsplash (imagen con fines ilustrativos, propiedad de Cederic Vandenberghe)
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