La Raspberry Pi 2 como ordenador personal ¿Se puede trabajar con este miniPC?

Hace unos días se anunciaba la disponibilidad de las Raspberry Pi 2, una iteración mucho más interesante de las RPi originales en las que sus creadores daban el salto a una CPU quad-core notablemente más potente, pero que también integraba el doble de memoria manteniendo el casi absurdo precio del dispositivo, 35 dólares.

Los primeros análisis han demostrado que las Raspberry Pi 2 se comportan mucho mejor que sus predecesoras sin que ello afecte demasiado al consumo -en la línea de las Raspberry Pi Model B originales-, y con estas especificaciones nos hacíamos una pregunta. ¿Es posible trabajar y disfrutar con tan solo una RPi 2 en el día a día? Nosotros lo hemos intentado, y esta ha sido nuestra experiencia.

Antes, casi imposible

Todos los usuarios de las Raspberry Pi originales tratamos de hacer ese mismo experimento hace años: la disponibilidad de distribuciones específicas que daban acceso a una interfaz gráfica de usuario nos prometían una experiencia similar a la de cualquier otro escritorio Linux, pero en realidad el uso de las RPi Model B como ordenadores de sobremesa estaba más bien reservada al santo Job.

Los tiempos de lanzamiento de aplicaciones y de interacción con la interfaz eran eternos en muchos casos, y la gestión de la multitarea con un micro mono-core a 700 MHz no daba mucho más de sí. Una tarea tan importante como la navegación web era una pequeña tortura, y los recursos que consumían estos procesos hacían muy poco asequible las Raspberry Pi para este tipo de uso.

La cosa ha cambiado, y mucho, con la inclusión de los nuevos Broadcom BCM2836 quad-core a 900 MHz el rendimiento es ya mucho más decente. A ello también contribuye el hecho de que también contamos con 1 GB de RAM en lugar de los 512 MB de las ediciones anteriores. Nuestros compañeros de Xataka SmartHome ya dieron hace poco sus impresiones tras un análisis a fondo en el que estos dispositivos demostraron su capacidad.

Un entorno de trabajo modesto para un PC muy modesto

La llegada de la Raspbery Pi 2 se vio acompañada de anuncios sumamente interesantes de Microsoft y Canonical. La primera nos prometía soporte Windows 10 para estos dispositivos, aunque ojo, orientado a la IoT. La segunda, responsable de la distribución GNU/Linux Ubuntu, hacía lo propio con este desarrollo, que por fin estaría disponible para las RPi aunque también de momento en formato recortado vía Snappy Ubuntu Core. Quienes la han probado confirman lo que ya esperábamos: Snappy no tiene prácticamente nada que ver con la Ubuntu que conocemos en el escritorio, y de hecho tiene su propio gestor de paquetes (adiós a las herramientas APT) y una concepción minimalista muy orientada también a ser utilizada para desarrollo puro y duro.

Frente a esas opciones se sitúan distribuciones ya conocidas en el entorno de las Raspberry Pi. Aunque irán apareciendo más -en estos días ya ha aparecido una edición de Ubuntu compilada para ARMv7 con LXDE como entorno de escritorio- nosotros nos dispusimos a evaluar el rendimiento de las Raspberry Pi 2 en una sesión de trabajo a través de Raspbian, vieja conocida de este tipo de escenarios.

Hoy por hoy la edición de Raspbian existente y que proporcionan desde la Raspberry Pi Foundation sigue usando las librerías ARMv6 en lugar de las ARMv7, pero en las próximas semanas (o meses, veremos) se espera que esta distribución esté completamente adaptada a los nuevos procesadores. Así pues contamos con una distribución funcional para las RPi 2, pero que está lejos de estar optimizada para estos pequeños dispositivos. Aún así pruebas realizadas recientemente y que comparan esas primeras distros compiladas para ARMv7 con la Raspbian disponible ahora mismo dejan claro que el comportamiento de estas últimas sigue siendo destacable gracias a las optimizaciones en las que los responsables de Raspbian llevan tiempo trabajando.

La RPi como PC de trabajo: poderse, se puede

Con esos datos en la mano nos dispusimos a comprobar qué tipo de experiencia podía ofrecer una Raspberry Pi 2 como ordenador de sobremesa. Tras descargar la imagen de NOOBS -la herramienta que permite elegir entre esta y otras distros a instalar en las RPi- e instalar Raspbian nos encontramos con un escritorio modesto pero funcional.

La interfaz gráfica está protagonizada por LXDE, un entorno de escritorio ligero que destaca por el bajo consumo de memoria y que hace uso del gestor de ventanas Openbox. Su aspecto gráfico está algo limitado por esa circunstancia, pero la propuesta es cómoda ya que usa el paradigma tradicional: una barra de tareas con un botón de inicio desde el cual podemos desplegar las aplicaciones instaladas.

Raspbian cuenta con varias aplicaciones preinstaladas y de hecho hay una clara orientación a su uso como herramienta educativa: las ediciones básicas de Wolfram Mathematica forman parte de los iconos de acceso rápido en la barra de tareas, y el lenguaje de programación Scratch es otro de los protagonistas que están dispnibles de serie si queremos aprovechar esta solución para que por ejemplo los más pequeños comiencen a dar sus pasos en este terreno.

Pero también contamos con el explorador de ficheros -el mítico PCManFM-, el navegador web llamado, curiosamente, "Web" (derivado de Epiphany), y por supuesto utilidades como la terminal (LXTerminal), el reproductor de audio (LXMusic) o las herramientas que permiten modificar la apariencia del entorno de escritorio, y que nosotros aprovechamos para instalar algunos temas y conjuntos de iconos.

Es posible instalar todo tipo de aplicaciones, pero hay que tener en cuenta que de nuevo nos encontramos ante un hardware modesto. Probamos por ejemplo a "maquillar" más el escritorio con Cairo-Dock, un componente que nos permite eliminar el panel por defecto (LXPanel) y dejar ese Dock que emula aspecto y funcionalidades del de OS X. Eso sí, de las dos versiones disponibles (con y sin OpenGL) hay que utilizar la que se ofrece si esa aceleración para poder disfrutar de un funcionamiento fluido. Aplicaciones como Chromium tienen más problemas: el navegador que es la base Open Source de Google Chrome consume quizás demasiados recursos para ser usable de forma prolongada.

Nos quedamos pues con Web como navegador estándar, algo que hace la experiencia de navegación mucho más llevadera aunque surjan algunos problemas con sitios como Twitter, que fuerza a mostrar la versión móvil, o con Gmail, que también muestra la interfaz HTML básica. Por supuesto, que no falte la música: con LXMusic y tras montar la carpeta compartida del NAS de casa ya teníamos ese apartado resuelto. Para la captura de imágenes probé a utilizar Shutter: la instalación demostró que esa fantástica utilidad era algo exigente para la RPi, así que decidí limitarme a la herramienta scrot que es posible aprovechar desde la terminal. La edición de imágenes corre a cargo de Pinta (alternativa ligera a Gimp) mientras que en temas ofimáticos quise probar si LibreOffice podía ser usable bajo las RPi2... y resultó que sí.

Buena parte de mi sesión de trabajo se basa en navegar por diversos sitios web para investigar y descubrir temas de interés, para luego escribir sobre ellos, y en ese aspecto la RPi 2 con Raspbian se comportó de forma muy decente. El soporte de tipografías es igualmente bueno de serie, pero mejora sensiblemente si instalamos el paquete de tipografías TrueType ya conocido por los usuarios de Linux (ttf-mscorefonts-installer), sobre todo a la hora de dar soporte a tipografías web convencionales en el mundo Windows y que se mostrarán mejor tanto en el navegador web nativo como en alternativas como el citado Chromium o Midori.

Trabajar es posible, hacerlo a gusto, menos

Estas horas de trabajo delante de un escritorio como LXDE y utilizando como base un pequeño prodigio como es la Raspberry Pi 2 me dejan varias conclusiones claras. La primera, que es perfectamente posible trabajar con este tipo de herramientas básicas sin demasiados problemas. Todo este artículo ha sido redactado en el navegador Web nativo de Raspbian con otra ventana de navegador enfrentada (suelo trabajar con dos ventanas de Chrome, una a cada lado), con algo de música sonando de forma perfecta y con alguna que otra aplicación abierta de forma ocasional (la terminal, por supuesto, pero también Pinta o el explorador de archivos).

Eso no quita para que a día de hoy este entorno de trabajo me resulte algo limitado. Los tiempos de respuesta son buenos, pero a medida que uno abre más pestañas del navegador éste muestra sus limitaciones -como la recarga constante de páginas que debía tener cargadas, o eso de que fuerce a mostrar las versiones móviles de ciertas webs- y la fluidez pierde algunos enteros.

La interfaz visual también es limitada, algo que noto en tipografías e iconografía -esto sería cuestión de explorar más temas y conjuntos de iconos, seguro- y que también marca diferencias claras respecto a entornos de escritorio mucho más pulidos en este apartado, pero lógicamente también mucho más exigentes en recursos. Aunque el flujo de trabajo es similar al que tendría en mi sesión habitual con Windows 10 (llevo unos días con la versión preliminar como base de mi día a día frente al PC) o en OS X (en un MacBook Air), el resultado es lógicamente algo menos fluido y cómodo. Lo suficiente para que se note una diferencia clara.

Pero claro, estamos hablando de una maquinita que cuesta alrededor de 40 euros con gastos de envío y que compite con PCs de sobremesa y portátiles de otra división. El mero hecho de que sea posible trabajar y disfrutar de esta forma con este prodigioso miniPC es impresionante, desde luego. Y este es solo un ejemplo de los muchos casos de uso de las nuevas Raspberry Pi 2, que son más que nunca candidatas a convertirse en pequeños servidores web, de correo, o de almacenamiento de ficheros, entre otras muchas virtudes. Esa potencia y consumo volverán a convertirlas en referentes para toda una comunidad maker y de desarrolladores que tiene ante sí, una vez más, a un verdadero prodigio tecnológico.

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