Los fabricantes de PCs con Windows deben dejar de instalar crapware de una vez por todas

Es la particular pesadilla del comprador de un PC o portátil basado en Windows: el crapware. Ese conjunto de aplicaciones que no hemos solicitado y que contaminan la experiencia de usuario desde el primer momento. El software basura sigue siendo una constante en esos equipos recién estrenados, pero ¿hasta cuando?

La práctica de preinstalar herramientas o juegos que no hemos pedido se ha extendido al mundo de los smartphones, pero últimamente la tendencia de las experiencias "Android puras" ha aliviado el problema. No ocurre lo mismo con equipos Windows en los que esas soluciones son una condena que no solo es molesta: puede llegar a ser hasta peligrosa.

La historia se repite

Es el reciente caso de Lenovo que ha levantado la perdiz sobre este tipo de amenazas, pero no es desde luego la primera vez que ocurre. De hecho, puede que algunos recordéis aquel noviembre de 2005. Hace cerca de una década que en los medios apareció la noticia de que Sony había instalado un rootkit en los CDs de música que distribuía.

Al introducir esos compactos en PCs y portátiles se instalaba un software que actuaba como una plataforma DRM que evitaba que el usuario pudiera hacer copias de esos CDs de música. Aquel rootkit ponía muchos problemas para ser detectado o borrado, y al tratar de hacerlo acabábamos dañando al sistema operativo.

Sony BMG, responsable de esa decisión, negó que el rootkit fuese dañino, pero pronto se descubrió que las herramientas de Sony eran una puerta abierta para que los ciberatacantes pudieran infiltrarse en los equipos afectados. El escándalo provocado fue tal que Sony abandonó sus esfuerzos para evitar la copia de CDs a principios de 2007. Pero la lección no quedó aprendida por los fabricantes, desde luego.

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Si soy yo el que paga, ¿por qué deciden por mi?

¿Le he pedido yo al fabricante que me instale una copia de evaluación de McAfee? ¿Por qué la marca de turno asume que no sé utilizar mi ordenador, o decide que tal o cual aplicación o juego tiene que estar preinstalado porque me va a venir bien? Puede que el origen de esas decisiones fuese bienintencionado. Puede que las empresas entendieran que comprar licencias en gran número haría bajar el precio de cierto software que a su vez podría ser interesante para los usuarios.

Eso evitaría que los usuarios noveles no pudieran por ejemplo reproducir un DVD en sus equipos, o tuvieran una solución antivirus cuando Windows aún no integraba ninguna por defecto. Pero los tiempos han cambiado: Windows ya integra su propia solución antivirus gratuita de serie, y esos programas incluidos en el PC o portátil de turno tienen diversas desventajas.

Por ejemplo, que suelen estar directamente asociados a la máquina en la que están preinstalados, no pudiendo ser utilizados en otras con esas licencias que teóricamente "nos pertenecen". Suelen ser versiones de evaluación limitadas en tiempo o en prestaciones, suelen modificar las preferencias nativas de otras aplicaciones (como el motor de búsqueda o la página de inicio del navegador web), suelen consumir recursos que el usuario puede preferir aprovechar para otras cosas y, sobre todo, suelen ser difíciles de eliminar.

El crapware y el bloatware acaban convirtiéndose en una maldición para los usuarios de un nuevo PC o portátil. Y lo son básicamente porque para empezar nadie le pidió al fabricante que los preinstalara. De hecho, ningún fabricante avisa de la lista completa de bloatware que preinstala, y desde luego no se indican si ese conjunto de aplicaciones y juegos son versiones de evaluación o completas. Uno paga por el producto y casi nunca sabe lo que se encontrará cuando éste llegue a casa.

La ironía de Windows Signature

Si ha quedado patente que los usuarios no queremos bloatware a lo largo de los años, ¿por qué los fabricantes los instalan? Pues evidentemente, porque los desarrolladores software les pagan por ello. Y ni unas ni otras nos avisan.

El problema podría parecer que se alivia con opciones que llegaron a Windows 8 como la de reinstalar Windows o restablecerlo conservando los archivos y aplicaciones instaladas (por nosotros, teóricamente). Sin embargo, Microsoft permite que los fabricantes personalicen esas imágenes de restauración, de modo que esa "restauración de fábrica" no nos deja con un PC limpio, sino que nos lo deja con el mismo estado inicial que querría el fabricante.

El fenómeno del bloatware se ha masificado de tal manera que algunas empresas lo han convertido en un argumento para vender servicios especiales. Aquí es especialmente increíble la propuesta de Microsoft Signature, una gama de portátiles que se venden en tiendas online y tiendas físicas de Microsoft en Estados Unidos y que ofrecen una experiencia libre de bloatware.

La propia Microsoft publicitaba -aunque ya no presume de ello de forma tan patente- esa oferta firmando que "comparado con un portátil caótico, lleno de software de prueba, más lento de lo que debería ser", un ordenador de esa gama "entra en suspensión un 23,1% más rápido, se inicia un 39,6% más rápido y despierta de la suspensión un 51,3% más rápido" que un equipo que no es Microsoft Signature.

Es alucinante. Microsoft gana dinero al venderle la liencia al fabricante, que a su vez gana dinero al venderle a los desarrolladores software espacio para sus aplicaciones preinstaladas. Pero es que el usuario, que solo quería un equipo con un sistema operativo limpito, se encuentra con que -atención- tiene que pagar 99 dólares más para obtener un equipo Microsoft Signature. Que es precisamente lo que debería haber obtenido desde el primer momento.

Por una experiencia Windows pura

Existen procedimientos que ayudan a que ese PC o portátil basado en Windows que acabamos de comprar quede liberado de todo o al menos gran parte de ese bloatware. Utilidades gratuitas como Revo Uninstaller o PC Decrapifier ayudan a deshacerse de esos programas preinstalados que no pedimos ni necesitamos, y suelen funcionar de forma notable.

Hace tiempo que también tenemos a nuestra disposición aplicaciones que actúan como metainstaladoras de otras aplicaciones: desde ellas podremos acceder a una selección de herramientas recomendadas que suelen destacar por su calidad. Ninite es una de las más conocidas y populares en los últimos tiempos, y ayuda a que los usuarios que comienzan a poner a punto sus PCs tengan un método sencillo para elegir herramientas que les solucionen la papeleta en diversos apartados: muchas de ellas, de hecho, son Open Source.

El problema es que para empezar el usuario que se compra un PC o portátil basado en Windows debería encontrarse ante sí una experiencia absolutamente limpia de crapware/bloatware. Puede que el salto a ese modelo de licencias gratuitas para Windows 10 (si actualizamos desde anteriores versiones durante el primer año) sea una solución al problema, pero aquí son los fabricantes los que deberían cambiar su filosofía de forma radical. Si pagamos por un producto, queremos un producto sin contaminar. De hecho, puede que ese sea un factor de compra diferencial con el que un fabricante se diferencie del resto. Veremos si toman nota y nos escuchan.

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