¿Qué tienen en común la tortilla, los móviles, el café y los ordenadores? Que dividen a la gente. A diario se libran tremendas batallas dialécticas que buscan responder a qué es mejor, con cebolla o sin cebolla, iOS o Android, con azúcar o sin azúcar, con MacOS o Windows... Pues exactamente lo mismo ocurre con la lectura. En este mundo hay dos tipos de personas: las que prefieren leer un libro físico y los que no cambiarían su eReader por nada del mundo. Yo era de los primeros a muerte, hasta que me compré un eReader y, de repente, todo cambió.
Hace dos años era un fan incondicional de los libros en físico. Ese gusto por pasar las páginas, ese olor a libro nuevo, ese tomo de 600 páginas impresas por los dos lados llenas de conocimiento (o historias), ese "me siento en el sillón y leo un ratito", esa colección de mis sagas favoritas decorando la estantería... Me encantaba, pero os voy a ser sincero, a día de hoy me parecen minucias comparadas con la comodidad que da un lector de libros electrónicos.
(Casi) todo ventajas
La idea de comprar un eReader, un Kindle Paperwhite (139,99 euros) en mi caso, surgió una noche cualquiera mientras leía en la cama. Suelo leer casi todas las noches y me di cuenta de que, al rato, se me cansaban los brazos de sujetar el libro, sobre todo cuando eran títulos más largos de la cuenta. En los últimos meses me ha dado por los ensayos sobre física y filosofía y, en fin, los libros son bastante generosos. Si leía bocarriba se me cansaban los brazos; si leía de lado no podía girar bien las páginas, así que al final acababa cansado de buscar la posición idónea para leer tumbado en la cama.
A eso hay que sumarle que, con el paso del tiempo, la estantería fue llenándose más y más. Llegó un punto en el que no me quedó espacio para seguir guardando libros. Y veréis, no soy una persona que los venda o los regale. Me gusta tenerlos siempre a mano porque, por H o por B, siempre acabo volviendo a ellos para refrescar algún concepto, encontrar ideas para artículos o, simplemente, volver a leerlos. Hay libros que me he leído dos o tres veces, como el último de Stephen Hawking, que es un libro que no me canso de recomendar.
Así que, visto lo visto, decidí darle la oportunidad al eReader. Al principio era un poco reticente porque pensaba "Pf, después de todo el día delante de una pantalla, ahora hasta para leer voy a tener que mirar una pantalla", pero al cabo del tiempo he descubierto que, salvando ese detalle, leer en un eReader son casi todo ventajas. Mis tres argumentos son los siguientes.
El primero es el espacio. Un eReader permite llevar tropecientos libros en un único dispositivo. No ocupan espacio, no pesan, no llenan estanterías, no cogen polvo, no se caen, las páginas no se ponen amarillas ni se deterioran y no hace falta cargar con tres kilos de libros cuando vas de viaje. Todo se guarda en la memoria del eReader, que con 8 GB da para unos 6.000 libros, en un cacharro que mide 116 x 167 x 8,2 milímetros y pesa 180 gramos. En la imagen superior podéis ver mi estantería tras la compra del eReader. Solo hay unos cuantos cómics, y a ellos volveremos ahora.
El segundo es la comodidad y la versatilidad. Leer en un eReader es cómodo, sobre todo cuando tienes una pantalla con una buena densidad de píxeles. El Kindle Paperwhite tiene 300 ppp, que es lo máximo que se despacha actualmente (no solo en Kindle, sino también en otras marcas). ¿Quieres leer? Abres tu eReader, seleccionas tu libro y lees. Punto. No tienes que sacarlo de la bolsa, buscar la página marcada en la esquinita y sujetarlo con las dos manos. Es un cacharro ligero que se puede sujetar con una mano, que puedes llevar en cualquier mochila o bolso y que te permite pasar de un libro a otro en cuestión de segundos. Si antes tenía que cargar con dos o tres libros al irme de vacaciones, ahora me llevo el eReader y tengo 300 siempre a mano.
Y hablando de tener muchos libros, llegamos al tercer argumento: el precio. Por norma general, y si bien hay excepciones, los eBooks son más baratos que los libros físicos (o hasta gratuitos). Hay algunos que valen la mitad o menos, y veréis, eso para alguien que lee a menudo es un puntazo. Me he dejado más dinero en libros de lo que podría admitir en público y, desde que tengo el eReader, compro la misma cantidad de libros, pero me cuestan menos. Dependiendo del eReader hay que buscar unos formatos u otros, así que siempre está bien tener cerca el software Calibre, que es una fantasía para convertir formatos y tener la biblioteca organizada.
Pero decíamos que casi todo son ventajas, y es que para mí hay dos cosas que todavía me faltan para que la experiencia sea fantástica: un mejor rendimiento y pantallas a color. Me encanta leer cómics y la mayoría de los que me gustan están a color. Aunque ya hay avances en los eReaders con pantallas a color, por el momento los más populares solo reproducen en blanco y negro, y leer un cómic a color en blanco y negro es un suplicio.
Para colmo, los eReader no suelen tener potencia suficiente para pasar páginas llenas de imágenes con fluidez, y eso empeora mucho la experiencia. Se pueden leer en una tablet, pero al menos a mí no me termina de convencer leer en una pantalla convencional. Por eso no leo en el ordenador o en el portátil, sin ir más lejos.
Pero sea como fuere, yo a día de hoy no cambiaría mi eReader por nada del mundo. En cierto modo añoro el olor a libro nuevo y el ojear las páginas rápidamente, pero luego pienso en que tengo la estantería vacía, en que no tengo que hacer hueco a los libros en la mochila cuando viajo y en que me ahorro una pasta en libros, y se me pasa.
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