Cosmos: la verdad vuelve a estar ahí fuera

Cosmos nos dio el universo. En realidad, ya estaba ahí, claro, pero la serie de Carl Sagan, de su mujer Ann Druyan, y del astrofísico Steven Soter fue una influencia tan grande que, para muchos, fue como mirar por primera vez a las estrellas y asombrarse. De hecho, la propia Druyan lo ha contado en más de una ocasión: un portero de la Union Station de Washington DC no quiso que Sagan le diese propina por llevar sus maletas diciéndole precisamente eso: “tú me diste el universo”.

'Cosmos: un viaje personal' fueron sólo trece capítulos emitidos originalmente en el otoño de 1980, pero su influencia y su legado es incalculable. Hoy mismo se estrena en España, en National Geographic, su reinvención y secuela, 'Cosmos: Una odisea en el espacio-tiempo', presentada por Neil DeGrasse Tyson, y llevada a cabo por él, por el directo Brannon Braga, por la propia Ann Druyan y, sobre todo, por el empecinamiento de Seth MacFarlane (‘Padre de Familia’, ‘American Dad’). ¿Por qué un documental de hace más de 30 años sigue siendo tan relevante?

Sagan hasta llegar a Cosmos

La primera respuesta la tenemos en Carl Sagan, que por sí solo consiguió ser el científico más “visible” de toda una generación. También uno de los más proclives a intentar explicar la ciencia a cualquiera, incluso enfrentándose a teorías conspiratorias, que de científico sólo tenían una pequeña noción en su origen. Sagan consiguió derribar las barreras mentales entre “el hombre de la calle” y "el científico”, bajando la conversación a un nivel en el que cualquiera pudiese saber de qué se estaba hablando y, a la vez, a un nivel en el que se conversase realmente, por más que "el hombre normal” no tuviese ni idea de todo aquello que el científico dominaba.

Cosmos era una serie en la que éramos insignificantes pero, a la vez, estábamos hechos del material de las estrellas

A Sagan lo de mirar al espacio y tratar de descubrir el universo le venía de lejos. Cuando niño, fue ávido lector de las novelas de Edgar Rice Burroughs sobre John Carter de Marte. Y en uno de sus primeros estudios tras doctorarse en Harvard, descubrió que Venus era casi completamente inhabitable por culpa de un "efecto invernadero” permanente.

Sagan miraba al espacio con la idea de ver que era un lugar habitable, lleno de vida, incluso lleno de científicos. Suyos son los cálculos que en los 60 indicaban que, sólo en nuestra galaxia, podría haber más de un millón de civilizaciones tecnológicas. Suya también la idea de dos placas metálicas de aluminio dorado creadas para el programa espacial Pioneer, e incorporadas en las Pioneer 10 y 11, que mostraban a un hombre y a una mujer desnudos, además de dibujar la posición de la tierra en el Sistema Solar. Sólo por si aquellos científicos extraterrestres se topaban con las naves.

Placas diseñadas por Sagan para la Pioneer

Colaborador de la Nasa, profesor universitario, escritor poco prolífico de ciencia ficción (‘Contacto’) y bastante prolífico de ensayos (en total tiene más de una veintena de libros), editor de revistas científicas… Pero Sagan se hizo famoso con sus apariciones en la televisión, primero como el astrónomo del Tonight Show de Johnny Carson y, finalmente, como el conductor de ‘Cosmos’.

El hombre y el Cosmos

“Lo que me gustaría es, por decirlo al modo de los 60, volarle el cerebro a la gente” - Sagan, sobre Cosmos en el momento de su estreno

Sagan tuvo las primeras ideas sobre una serie de televisión que explicase el universo a comienzos de los 70. Fue trabajando ese primer concepto hasta desembocar en algo mucho más elaborado que, en principio, dio en llamar “El hombre y el cosmos”. Pero él, ferviente feminista, veía el título como algo peyorativo, sexista, por lo que acabó por decantarse por un simple “Cosmos” y el subtítulo: “un viaje personal por el universo”.

Aquella puntualización ya dejaba muy claro que la visión de los 13 capítulos de la serie documental iba a estar muy pegada a las creencias e investigaciones de Sagan. Una cosmovisión en la que el hombre era casi insignificante, un elemento granular de algo tan inmenso como el universo. Y en la que, sin embargo, estábamos hechos del material de las estrellas.

Por más que no hubiésemos encontrado a nadie, no estábamos solos. Quizás la culpa era nuestra, al haber puesto los pies en la orilla de ese inmenso océano que es el cosmos, pero no haber avanzando más allá. Sagan organizaba encuentros científicos en los que dejaba participar a los creyentes de los encuentros OVNI, pero derruía la mayoría de los mitos de éstos y las maneras de ser engañados que mostraban.

‘Cosmos’, producida y emitida por primera vez, por la PBS, el canal público de EEUU, fue una serie innovadora en tono y en formas de narrar la ciencia. Sagan iba y venía, de escenarios reales que recordaban a los lugares del universo que nos quería narrar a recreaciones de lo imposible. O más bien, de lo que aún teníamos que descubrir, que entender. De lo que estaba a unos 10 metros de la orilla.

La nave de la imaginación nos llevaba por creencias, supersticiones, realidades científicas e hipótesis. De hecho, Sagan no tuvo problema en añadir apéndices y reescrituras de lo narrado por el primer ‘Cosmos’ cuando, diez años más tarde Turner compró la serie para emitirla en sus canales comerciales. Nada es permanente si la ciencia demuestra lo contrario.

‘Cosmos’ fue todo un éxito en ese otoño de 1980, ayudada también por un panorama televisivo estadounidense convulso, con una huelga de actores de televisión que obligó a reestructuras las parrillas de julio a noviembre. Este dato no puede disminuir en ningún momento el valor de lo conseguido y de la propia propuesta de los trece episodios documentales: ‘Cosmos’ era la ciencia televisada tal y cómo debía ser, una producción entretenida, adictiva, fascinante, que explicaba mucho pero dejaba también mucho espacio al “quiero saber más”. .

También puedes oír el Cosmos

Por si fuera poco, había un último gancho: una banda sonora que no tardó en convertirse en referencia. A Vangelis, su autor, le sirvió para refrendar su creciente popularidad, que explotaría un año más tarde en ‘Carros de Fuego’. El tema central, creado con anterioridad para el disco Heaven and Hell (1975), fue todo un éxito: un crescendo de marchamo clásico que a partir del 2.30 explota en el tradicional sonido Vangelis.

Tanto éxito a posteriori se convertiría en uno de los grandes problemas de ‘Cosmos’. La típica guerra de derechos por la banda sonora dejó a la serie sin posibilidad de editarse en formato casero. El documental televisivo que han visto más de 500 millones de personas en todo el mundo estuvo más de diez años sin poder reeditarse, hasta que en 2000 volvió con un lanzamiento en DVD; eso sí, con la versión recortada para la duración exigida por los canales de Turner. Es en 2009 cuando Fremantle Media edita por fin, en cinco DVDs, la versión original, con capítulos de una hora de duración.

Cosmos, secuelas en el filo de la eternidad

La nueva Cosmos trata de recoger todo el legado, utilizando medios visuales de los que Sagan no disponía en los 80 y enfrentando los temas a una nueva visión. En EEUU, por ejemplo, nace cuando hay una corriente creacionista que se ha instalado de manera activa en la educación, desplazando a la visión científica del universo. O un creciente miedo a la ciencia, que va desde lo más pragmático (los antivacunas) hasta un resurgimiento del antropocentrismo que, precisamente, Sagan desdeñaba abiertamente.

Por supuesto, llegar 34 años más tarde, le da a la nueva ‘Cosmos’ la posibilidad de explorar rincones que Sagan no conocía, aunque sí había apuntado, como planetas conocidos fuera del Sistema Solar. Con banda sonora de Alan Silvestri, ha sido el empecinamiento de Seth MacFarlane el que ha conseguido la financiación para hacerla realidad… y para convertirla en uno de los ejes de FOX (que no FOX News, importante no confundir ambos, a pesar de ser del mismo grupo) para esta midseason de 2014.

Un astrónomo reputado (Neil Degrasse Tyson), un animador de éxito profundamente fan de la original (MacFarlane), un director curtido en distintos ‘Star Trek’ (Brannon Braga) y la depositaria del legado de Sagan, así como co-creadora de la original (Ann Druyan)… Todas las piezas están puestas para que la secuela vuelva se atreva a pisar de nuevo en ese filo de la eternidad que Sagan nos explicó como nadie.

(Como bonus: Un apasionante retrato de Sagan en Smithsonian Mag)

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