Singapur, una ciudad-estado de seis millones de habitantes que lidera muchos rankings de riqueza, tiene tres Apple Store. Dos de ellas son corrientes, ordinarias: una, en el aeropuerto; otra, en un centro comercial. Sin embargo, la de más reciente apertura es muy poco común.
Se trata de la Apple Store de Marina Bay Sands, directamente construida sobre el río Singapur (esta gente ha puesto toda la carne en el asador en lo que a naming se refiere). Es una tienda flotante, accesible tanto desde un puente que lleva directamente a ella como a través del sótano del centro comercial anejo.
Hemos visitado esta tienda, que al margen de nuestras preferencias tecnológicas, es arquitectónicamente especial.
Cúpula, sótano y atracción turística
Esta Apple Store es un domo geodésico de cristal rodeado por el skyline de Singapur, justo en la zona en la que abundan los rascacielos y los grandes edificios de oficinas. Ocupa el lugar que antes tenía una construcción similar, acristalada, pero no esférica. Aquel edificio albergaba dos discotecas, Avalon y Pangaea. Una curiosa premonición ('avalon' significa 'manzano' en inglés).
La esfera se compone de 114 piezas de cristal y 10 parteluces verticales para la conexión estructural. Su diámetro es algo superior a los treinta metros y ofrece una vista de 360º de su entorno en Singapur. Construida en 2011, pasó a ser ocupada por Apple en 2020, cuando la inauguraron. La propia Apple admitió haberse inspirado en el Panteón de Agripa para su diseño del óculo.
Cruzamos el puente que da acceso a la tienda, incluyendo por el camino unos espectaculares vistas a la zona financiera, y llegamos al domo. Lo primero que llama la atención una vez dentro es la cantidad de árboles que hay dentro de la propia tienda, en enormes maceteros que forman un círculo cercano a las paredes. De alguna forma, ayudan a integrar la cúpula en el entorno: Singapur es una de las ciudades más verdes del mundo.
Luego, lo habitual en estas tiendas: las mesas de siempre, el suelo de piedra de la cantera italiana de siempre, los productos de siempre y la diversidad laboral de siempre. Pero con una diferencia: las camisetas de los empleados no son azules como es habitual, ni rojas como cuando es Navidad, sino verdes, ya que Apple está celebrando la Semana de la Tierra. Las campañas de marketing de siempre.
Hay otros elementos que se salen de lo habitual. No todas las Apple Store tienen ascensor. En esta tienda, es un cilindro metálico que emerge del suelo y conecta con el piso de abajo. Como en la tienda de la 5ª Avenida de Nueva York. Como el Mac Pro que no debe ser nombrado porque Apple tuvo hasta que pedir perdón por él.
También es poco habitual ver escaleras mecánicas en uno de estos establecimientos. Conecta el piso de arriba, el del domo, con el inferior, una planta alargada mucho más intercambiable por cualquier otra Store del mundo. Arriba, los productos principales. Abajo, más de esos productos, pero también sus accesorios.
Y algo que también tiene singular el piso de arriba es su foro, o Forum, un espacio con un videowall frente a una colección de las singulares butacas de Apple, con forma de cajones flamencos, para que decenas de personas pueden sentarse ante una presentación.
Lo singular es que se acordó con la Junta de Turismo del país aprovechar este espacio para potenciar a sus creativos locales. Durante nuestra visita pudimos ver la organización de un photowalk nocturno por los alrededores del edificio.
No es casual que vaya de la mano de la institución dedicada al turismo en Singapur: esta Apple Store es una atracción turística más en el enclave clave. Y un elemento más en la estampa de su skyline principal.
Volviendo al piso inferior, tiene una sorprendente vida y bullicio para tratarse de un martes por la noche, al borde del cierre (22:00 h), muchas horas después de la cena para el horario singapurense.
Por lo demás, lo habitual, casi tautológico, en lo que a una Apple Store se refiere: exposición de productos, mesas despejadas para quien acude por un problema técnico, y un mayor enfoque que antes en promocionar sus propios servicios, como Apple Arcade, con un mural dedicado que promete una gran experiencia gamer hasta que uno coge el mando y lo prueba.
Y una doble curiosidad final: seguramente han escuchado en alguna ocasión que Dyson es al electrodoméstico lo que Apple a la electrónica de consumo. Pues el lavabo de esta Apple Store (no juzguen a este rompeteclas por sus necesidades vitales) incluye el grifo de Dyson, con sensor de proximidad y secamanos integrado. 1.700 chuchos, por si se plantean instalar uno así en casa.
Y la segunda: una de las funciones que el Apple Watch integró en su primer sistema operativo tras la pandemia fue la de la detección del lavado de manos. En cuanto el reloj escuchaba el agua cerca y sentía el movimiento de manos adecuado, iniciaba una cuenta atrás de veinte segundos, el tiempo que considera mínimamente aceptable para un buen enjuague. Ajustes, Lavado de manos, Desactivar.
Pues bien, por si algún cliente debe hacer uso de su excusado y no tiene (aún) un Apple Watch, la empresa ha tenido a bien recordar este tiempo mínimo de lavado, pegatina mediante. Veinte segundos, amigos.
En el sótano también hay una sala de juntas orientada a clientes corporativos y desarrolladores, para que puedan recibir allí las formaciones que requieren. Claro que ese no era un terreno que visitar cuando los gatos ya son pardos.
Imagen destacada | Xataka.
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