El domingo 22 de mayo de 1960 amanecía con sol y sin lluvia en Valdivia (sur de Chile), algo poco habitual para esa época del año. Durante el día anterior, en la ciudad se habían sentido leves temblores, pero nadie les dio importancia. A fin de cuentas, en Concepción, otra ciudad cercana, habían sufrido también un terremoto importante hacía unas horas y se daba por hecho que lo que ocurría en Valdivia eran réplicas del anterior.
A las 15.11, hora local, la tierra comenzaba a temblar con fuerza en Valdivia. Con mucha fuerza, hasta tal punto que los transeúntes que paseaban por las calles no podían aguantar en pie, según algunos testigos. El temblor duró unos diez minutos. Después sabríamos que dicho terremoto llegaría a alcanzar una magnitud de 9,5, siendo el mayor terremoto registrado hasta la fecha.
El terremoto de 1960, en cifras
Los efectos del terremoto fueron devastadores. Valdivia y sus alrededores fueron los más afectados pero no los únicos: la zona de ruptura fue de unos 1.000 kilómetros de largo y fueron numerosas las poblaciones que quedaron reducidas a escombros. Si deseas saber más sobre las ciudades afectadas, aquí puedes leer un informe por ciudades. Algunas estimaciones cifran los fallecidos en 1900 personas, incluyendo también los producidos por el tsunami posterior. El número no fue mayor porque, unos minutos antes, un temblor menos intenso había hecho que muchos salieran de sus casas y recibieran el gran terremoto en la calle.
Todavía más devastador fue el maremoto que vino después, inundando calles y arrasando con lo poco que había quedado en pie. Éste llegó a sufrirse incluso en otros países del Pacífico. Después de 15 horas del terremoto, olas de hasta diez metros llegaron a Hawaii y acababan con la vida de 61 personas. Algo similar ocurrió en Honshu, Japón, donde 185 personas fallecieron o desaparecieron, y en Filipinas, con 32 fallecidos. En el caso de Chile, y además de los fallecidos, 2 millones de personas llegaron a perder sus casas.
"Yo vivía más o menos a 300 metros de la calle San Martín cerca del mar. El maremoto comenzó tipo 17 hrs. El mar entró lento soltando la mayoría de las casas del barrio "La Arena". Muchas fueron llevadas por el mar con sus moradores y otras quedaron en seco. Luego muchas personas se embarcaban en lanchas o botes y se hacían a la mar....llegó la segunda entrada del mar con las mismas características de la primera. Después de un rato, tipo 18 hrs., vimos que venía entrando una gran masa de agua, la tercera ola más o menos de unos 30 metros de altura... Arrasó con todo. Las casas eran verdaderos botes a la deriva" (testimonio de un superviviente en Chile)
La simulación que podéis ver en el siguiente vídeo muestra los efectos del terremoto sobre el mar, generando un importante tsunami en el Pacífico:
Además del maremoto, el terremoto provocó el bloqueo del río San Pedro, por el que desagua el lago Riñihue. A todos los problemas que estaban sufriendo los chilenos tras el movimiento de tierra había que sumar entonces un lago que no dejaba de subir de nivel y que, de llegar a superar el límite o a desbloquearse de pronto, podría significar la crecida incontrolable del río San Pedro y la destrucción de todas las poblaciones a su paso. Afortunadamente, y tras días de trabajo sin descanso, consiguieron que el lago se vaciara poco a poco.
Chile, zona sísmica
A lo largo de la costa de Chile se juntan dos placas tectónicas: la placa de Nazca y la placa Sudamericana. Se forma así una "zona de subducción", tal y como explican en el informe Sismicidad y terremotos en Chile, donde es habitual que ocurran terremotos bastante importantes. A fin de cuentas, así se libera la energía que se produce por la fricción y el movimiento entre placas.
"Una zona de subducción ocurre en bordes de placas convergentes. La placa más densa o más pesada penetra bajo la menos densa, debido al peso de la placa subductada. En estas zonas ocurren todo tipo de sismos o terremotos tectónicos (Fig. 2). En el caso de las placas de Nazca y Sudamérica en Chile, la placa oceánica de Nazca, más densa que la placa continental de Sudamérica, penetra bajo el continente, formando una zona de subducción. El primer contacto entre las placa produce un valle profundo, llamado fosa o trinchera (“trench”), que ocurre bajo el océano costa afuera del continente." (Sismicidad y terremotos en Chile)
El 27 de febrero de 2010, Chile volvía a sufrir otro terremoto, en este caso de escala 8,8 cerca de esa misma zona, causando 525 fallecidos y dando lugar de nuevo a un tsunami que arrasó varias ciudades costeras. No ha sido el único: desde hace décadas se llevan registrando terremotos de gran magnitud a lo largo de la costa del país. En la página web del Centro Sismológico Nacional pueden verse los últimos (el día 18 de mayo, por ejemplo, se detectaron 13 terremotos de entre 3,0 y 4,3 de magnitud), aunque no esperan que vuelva a repetirse un terremoto tan importante a corto plazo:
"Este gran terremoto (Mw=8,8) ha permitido liberar la mayor parte de la energía acumulada entre Concepción y Constitución y por lo tanto, la ocurrencia de un terremoto de subducción como el del 27 de febrero de 2010, en esa misma zona, es altamente improbable durante las próximas décadas. Los estudios señalan que la recurrencia de este tipo de terremotos es de 90 a 6 años (Barrientos, 19NN)" (Centro Sismólogo Nacional de Chile).
La construcción adaptada a terremotos
El 12 de enero de 2010 se producía en Haití un terremoto de magnitud 7,0, que dejaba a su paso 316.000 fallecidos. Un mes y medio después, el terremoto al que antes hacíamos referencia, de 8,8 de magnitud (el segundo más fuerte que el país había sufrido, después de Valdivia), azotaba Chile y dejaba a su paso 500 muertos. De esa cifra, 156 personas fallecieron a causa del tsunami posterior. Comparar Haití con Chile no tiene mucho sentido dada la realidad de cada país, pero aun así llama la atención la gran diferencia entre las consecuencias de estos dos terremotos. Os recomiendo este otro artículo de Oscar Ercilla, geólogo, donde compara con España.
¿Por qué estas diferencias? Una respuesta la tiene la excelente construcción antisísmica que se está desarrollando en Chile desde hace décadas. Jaime Díaz, profesor de la Universidad de Chile y arquitecto, explicaba a BBC cómo por normativa se exige que se utilicen ciertos materiales específicos que ayudan a "sobrevivir" a los movimientos de tierra. Además de estructuras de hormigón armado y acero, que proporcionan flexibilidad para que un edificio se mueva pero no se caiga, se incorporan "aisladores y disipadores sísmicos" que evitan que la energía del terremoto se transmita al edificio o, si lo hace, ayuda a que ésta sea absorbida.
A todo esto se suman estudios exhaustivos del suelo donde se levanta cada construcción, con el fin de que cada edificio tenga unos cimientos que se adecuen a él. Sebastián Gray, presidente del Colegio de Arquitectos de Chile, explicaba también en la anterior entrevista que "a cada tipo de suelo corresponde un cálculo específico para el tamaño, forma, profundidad y resistencia de las fundaciones".
En Chile la normativa establece el uso de materiales flexibles y resistentes, aisladores y disipadores sísmicos, y estudios en detalle del suelo para personalizar los cimientos
Desde Xataka hemos hablado con Miguel Fuentes, Ingeniero Estructural de la Universidad de Chile, que nos explica cómo desde 1931, con la publicación de la primera Ordenanza General de Construcciones, el país lleva regulando la construcción de edificios para adaptarlos a los terremotos. En el caso de esa primera normativa, "adopta el exitoso sistema de albañilería reforzada con cadenas y pilares de hormigón armado desarrollado por ingenieros italianos a raíz del terremoto de Sicilia en 1908". Cuando llegó el gran terremoto de 1960, Chile ya estaba algo preparada para este tipo de temblores.
"Hacia el año 1960 en Chile se construían edificios de hormigón armado de hasta 15 pisos basados en la escuela japonesa de dar rigidez mediante muros de corte, a diferencia de los grandes rascacielos norteamericanos basados en marcos estructurales dúctiles. El terremoto de 1960 validó esta estructuración y la norma NCh433 fomentó estas estructuras rígidas, las que posteriormente demostraron ser exitosas en los terremotos de Valparaíso en 1985 (Mw=7.8, grado VIII Escala Richter, 177 muertos, 2.575 heridos) y en el terremoto del Maule e 2010 (Mw=8.8, grado IX Escala Mercalli, 432 muertos)" (Miguel Fuentes, Ingeniero Estructural)
De hecho, hay algo que Chile hace muy bien: va aprendiendo de pasados terremotos y la normativa va evolucionando. En el caso del terremoto de 2010, los edificios dañados se estudiaron individualmente para determinar los motivos. Miguel Fuentes cita una afirmación de Rodrigo Flores, al que califica como uno de los padres de la ingeniería estructural de Chile: “Nuestra experiencia radica en la observación de estructuras dañadas o no dañadas en el gran laboratorio de la naturaleza, y por ello no debe sorprender la considerable importancia que los diversos sismos nacionales han tenido sobre el desarrollo de la disciplina”.
¿Qué se aprendió del terremoto de 2010? Miguel Fuentes nos hace un resumen:
"Entre las conclusiones más importantes se encuentran requerimientos de confinamiento de los extremos de muros de hormigón armado, el efecto de las aceleraciones sísmicas verticales sobre las estructuras y la necesidad de incluir los efectos de suelos blandos en estructuras de gran altura, así como la limitación de las deformaciones sísmicas, las cuales produjeron importantes daños en elementos no estructurales" (Miguel Fuentes, Ingeniero Estructural)
¿Y qué ocurre con los tsunamis? A fin de cuentas, en algunos terremotos han terminado siendo tan letales o incluso más que el propio movimiento de tierra que los produce. "Hasta el terremoto del 2010 no existía normativa al respecto. Después del gran tsunami del Maule el 2010 el Ministerio de Vivienda y Urbanismo de Chile ha promulgado el 2014 la Norma Técnica Minvu NTM007 “Diseño estructural para edificaciones en áreas de riesgo de inundación por tsunami o seiche” que regula a las construcciones en zonas expuestas a este fenómeno", explica Miguel.
Otro aspecto importante: las normativa se cumple en la mayoría de casos, aunque signifique que la construcción se encarezca. "Chile ha sufrido terremotos tan devastadores que también eso, de alguna manera, impacta en la conciencia colectiva en el sentido de que más vale cumplir ciertas normas", según afirma Gray en la entrevista a BBC. Además, el detallado estudio de cada edificio dañado tras los terremotos permite exigir responsabilidades si es necesario.
Además de que exista normativa, es importante que ésta se cumpla y en Chile se cumple, tal y como han demostrado los numerosos terremotos hasta la fecha
El mejor ejemplo para ver la construcción con tecnología antisísmica de Chile en acción es el de la Torre Titanium, de 200 metros de altura y 55 plantas. Bajo estas líneas podéis ver el vídeo de una simulación del terremoto de 2010. La torre de la derecha es la que se construyó, con 45 disipadores de energía metálicos, y la izquierda sería una torre normal. La deformación relativa entre pisos disminuye un 40% con este sistema. Se utiliza además un aislamiento "made in Chile" entre el edificio y el suelo. En conjunto, es una de la grandes referencias de la construcción antisísmica el Chile y no es para menos: el terremoto de 2010 llegó justo tres meses antes de su inauguración y lo resistió sin sufrir daños.
La alerta temprana, asignatura pendiente
Si bien Chile es toda una referencia en construcción antisísmica, existe un apartado donde por ahora flojea más: la detección de este tipo de catástrofes. "En cuanto a la detección sísmica es nuestro próximo desafío, pues si bien somos capaces de detectar zonas de subducción con acumulación de energía, aún no implementamos métodos de detección de onda sísmica que permitirían alertar a la población un par de minutos antes de la ocurrencia de un megasismo", se lamenta Miguel Fuentes.
El propio Centro Sismológico de Chile reconoce esto mismo en sus preguntas frecuentes: "la investigación sismológica en el país es de primer nivel. Sin embargo, falta una red de instrumentos más densa y profesionales que analicen los datos". Sergio Barrientos, Director Científico del Servicio Sismológico de la Universidad de Chile, defendía hace tiempo que "es necesario establecer un sistema de observación que permita detectar los temblores iniciales más pequeños, y sobre todo, establecer una red de mediciones que nos de información suficiente para determinar las fuerzas que están actuando".
Por las propias características de la zona, la mayor parte de terremotos se originan a 50km de profundidad, tal cual explicaba el profesor Barrientos. Esto hace que la detección directa del hipocentro sea casi imposible ya que no es posible perforar tanto. ¿La alternativa? Extender una gran red de sismógrafos que sepan capaces de detectar las ondas de profundidad, las que viajan más rápido y no son tan destructivas. De esta forma se sabe qué va a venir después: las ondas S, de superficie, que son las verdaderamente destructivas. El funcionamiento de este tipo de detectores lo explicamos hace un tiempo.
Sistema de detección de Japón: la onda P (azul) llega a una estación y notifica de que la onda S (rojo) está de camino. Todo es cuestión de segundos o pocos minutos.
Tras el terremoto de 2010, Chile anunció su intención de reforzar su sistema de sismógrafos con la idea de poder detectar con precisión terremotos que superen de más de 8 de magnitud y que son los que más riesgo tienen de producir un tsunami. En el terremoto de 2012, cuando el sistema todavía estaba en plena instalación, el sistema del momento se equivocó y atribuyó al temblor una magnitud de 5,8, una cifra significativamente menor que la magnitud 7,2 que tuvo en la realidad. Desde entonces, y alrededor de esta red de detectores, ha habido un montón de culebrones.
Por todo ello es difícil saber en qué punto se encuentra la Red Sismológica Nacional de Chile. En un informe publicado por el ONEMI aseguran que actualmente existen 91 estaciones conectadas y reciben información de 10 estaciones argentinas y 5 peruanas. A éstas hay que añadir 208 estaciones de acelerógrafos (de las que sólo 122 están conectadas), aunque en total y desde 2011 estaba previsto instalar 297. Tanto el sistema como la propia ONEMI han recibido numerosas críticas.
A finales de 2014, la Universidad de Chile volvía a aparecer en los titulares tras instalar una red de 15 sismógrafos submarinos a una profundidad media que oscila entre 1 y 5 km, dependiendo del dispositivo. El objetivo es monitorizar la actividad sísmica entre Arica y Tocopilla y conseguir más detalles e imágenes 3D de la zona donde se juntan las dos placas tectónicas causantes de la mayoría de terremotos que sufre el país.
En Xataka | ¿Se pueden predecir los terremotos?
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