El primer animal modificado genéticamente apto para el consumo podría llegar pronto a nuestra mesa

En realidad, la manipulación genética no es nada nuevo. Hace años que los científicos alteran los genes de algunos animales y plantas, bien modificándolos directamente, bien introduciendo genes de una especie en otra con la esperanza de que esta última herede características ventajosas de la especie de la que proceden sus nuevos genes. Sin embargo, la manipulación genética de las plantas y los animales de los que el ser humano puede alimentarse genera una enorme desconfianza en muchas personas. Y esto no ha hecho más que empezar.

Un equipo de investigadores chinos y surcoreanos ha conseguido manipular genéticamente una variedad de cerdos para conseguir acelerar drásticamente su crecimiento y su volumen muscular. El beneficio, en principio, es evidente: podremos conseguir una mayor cantidad de carne porcina en menos tiempo. Sin embargo, cabe la posibilidad de que a esta innovación le pase lo mismo que al salmón transgénico de crecimiento acelerado; que se pase dos décadas intentando que la poderosa FDA (Food and Drug Administration), la agencia alimentaria norteamericana, dé el visto bueno y permita que llegue a nuestros platos.

Manipulación, sí; transgénesis, no

Parece que, gracias al apoyo del gobierno canadiense y al interés de la empresa AquaBounty Technologies, el salmón transgénico está más cerca que nunca de las estanterías de los supermercados. La regulación estadounidense es muy dura cuando se trata de garantizar que la salud del ser humano no se vea afectada negativamente, y también de impedir que se produzca un desequilibrio en el ecosistema. Y la europea parece serlo aún más. Sin embargo, esto no ha impedido que vean la luz algunas especies vegetales transgénicas, como el maíz o la soja.

Buena parte de los científicos defiende con vehemencia este tipo de alteraciones genéticas porque están convencidos de que son inocuas para el ser humano. Y posiblemente tienen razón. De hecho, como cabe esperar, los científicos que están detrás de estos cerdos modificados genéticamente confían en que no les suceda lo mismo que a los impulsores del salmón transgénico AAS, y esperan no verse obligados a lidiar durante décadas con los reguladores para que su producto sea considerado apto para el consumo humano.

Su principal baza a la hora de defender el carácter inocuo de estos «súper cerdos» es esta: su crecimiento acelerado y gran desarrollo muscular no son el fruto de la introducción en estos animales de un gen de otra especie, sino de la alteración de un gen de los propios cerdos mediante una técnica a la que los científicos llaman edición genética. Al parecer, esta tecnología recurre a una enzima que es capaz de cortar el ADN con mucha precisión, facilitando así la localización y la manipulación del gen apropiado.

Sin embargo, a pesar de los progresos que han realizado estos científicos chinos y surcoreanos, parece que todavía no lo tienen todo controlado. Uno de los problemas que aún tienen que resolver está provocado por el enorme tamaño de los lechones en el momento de su nacimiento, lo que dificulta mucho el parto. Además, su tasa de mortalidad es muy alta: solo 13 de los 32 que han nacido han alcanzado los ocho meses de edad, y de ellos solo viven actualmente dos. Y uno de ellos tiene mala salud.

Cualquier innovación tecnológica que permita alimentar a más personas con un coste menor es bienvenida, siempre y cuando sea segura tanto para nuestra salud como para el equilibrio del ecosistema. Pero parece que esta tecnología en particular aún tiene que ser «pulida». Os seguiremos contando.

Imágenes | Xi-jun Yin, Yanbian University | | Theaudiochick
Vía | Nature
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