Ya conocen la historia: Justin Trudeau, primer ministro de Canadá, visitó la semana pasada Instituto Perimeter de física teórica de Ontario. En la rueda de prensa, un periodista «quiso pillarle» ("Iba a preguntarle por ordenadores cuánticos pero...") y Trudeau recogió el guante y con un "OK. Es muy sencillo" se arrancó a explicar qué era eso de la computación cuántica.
Internet estalló de inmediato y llevamos un montón de días alucinados con la idea de que un político de alto nivel supiera algo sobre ordenadores cuánticos. Con la fanfarria y la incredulidad se nos puede escapar que, en realidad, el Primer Ministro no estaba respondiendo a una pregunta de física, sino que estaba señalando algo mucho más interesante: ¿Cuál es el nivel que exigimos a nuestros políticos?
El Primer Ministro que sabía física cuántica y otros animales mitológicos
No cabe duda de que Trudeau es un político con talento. De tanto talento que ha sido capaz de vendernos de forma excepcional una historia sacada de contexto. O quizá fuimos nosotros y nuestras ganas de creer. En cualquier caso, si repasamos el vídeo de toda la intervención, podemos ver cómo, en el minuto 13:46, el Primer Ministro dice: "No tienen que ser un geek como yo para apreciar lo importante que es este trabajo. [...] Estoy deseando que alguien me pregunte como funciona la computación cuántica porque estoy muy emocionado por poder profundizar mi conocimiento de ellos esta mañana".
Es decir, como explicaba Gawker, el propio Trudeau pidió expresamente que alguien le hiciera una pregunta sobre ordenadores cuánticos. Y, así, se entiende mucho mejor la broma del periodista que no estaba tratando de poner en cuestión los conocimientos de Trudeau.
Sea un montaje como dice Gawker o una feliz coincidencia como defiende el gabinete de comunicación, parece claro que la respuesta estaba más que preparada. ¿Le quita esto algo de mérito a la actuación del político canadiense? Pues la verdad es que no. ¿Lo convierte en un superpolítico? En absoluto y la respuesta es sencilla: estamos en 2016.
Los políticos que tenemos, los políticos que queremos y los políticos que necesitamos
Hay millones de ejemplos: durante años hemos hecho chistes con eso de que no hayamos tenido ningún presidente español capaz de hablar inglés; nos mofamos de Peña Nieto cuando fue incapaz de nombrar tres libros; y Kant fue el gran protagonista de la última campaña electoral. No deja de ser curioso que esperemos que nuestro políticos tengan cierta cultura humanística pero nos sorprendamos de que tengan cierta cultura científica.
¿Acaso no deberíamos esperar que nuestros políticos pudieran responder una pregunta sencilla sobre el tema del día por muy científico que fuera? Si hay una sola cosa que podamos sacar en claro del mundo actual es que la ciencia es fundamental. En medio de pandemias mundiales, crisis ecológicas y conflictos sociales, lo razonable es que nuestros políticos tuvieran conocimiento básicos en esa ciencia que van a tener que utilizar sí o sí.
Porque esa es la pregunta clave: ¿Qué políticos tenemos? ¿Qué políticos queremos? y ¿Qué políticos necesitamos? Como dice Nature en su editorial de hoy, nos alegramos cuando un político muestra que sabe algo de ciencia, pero no nos equivoquemos es algo que todos debería saber.
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