Elon Musk no se ha hecho popular por ser el jefe más amable y comprensivo, sino más bien por todo lo contrario. En su biografía escrita por Walter Isaacson se le retrata como un jefe inflexible y de carácter cambiante que, de tanto en tanto, entra en lo que su biógrafo denomina “el modo crisis”, ajustando los tiempos hasta límites que parecen imposibles.
La reacción del millonario sudafricano acortando los tiempos tiene su explicación en una de las principales leyes que articulan las estrategias de productividad para evitar la procrastinación: la Ley de Parkinson. Una ley que Elon Musk ha demostrado dominar a la perfección durante toda su carrera, consiguiendo gracias a ella buena parte de los mayores logros que han alcanzado sus empresas.
Esta ley fue enunciada por primera vez en un ensayo satírico publicado en la revista “The Economist” en 1955 por el historiador naval británico Cyril Northcote Parkinson. En ese relato, el autor cuenta cómo la única tarea de una mujer era enviar una tarjeta postal al día, por lo que dedicaba horas a elegir la tarjeta adecuada, a escribirla eligiendo detenidamente las palabras, etc. Todo para mantenerse ocupada durante toda la jornada con esa tarea. En realidad, alguien ocupado no necesitaría más de tres minutos para completarla.
En base a ese relato, se elaboró la teoría: “El trabajo se expande hasta llenar el tiempo de que se dispone para su realización”. Dicho de otro modo, que cuanto más tiempo se dispone para hacer una tarea, más se tardará en hacerla.
Elon Musk, como buen conocedor de esa teoría, no duda en aplicarla en sus empresas reduciendo hasta el extremo los plazos de desarrollo para evitar que el ritmo de evolución de sus productos no se dilate más de lo estrictamente necesario. Nadie sabe cómo es capaz de ajustarlos tanto, pero lo cierto es que en la mayoría de los casos consigue que la tarea se complete en el tiempo asignado. Algo que a algunos nos cuesta conseguir con las tareas más sencillas de lista.
No lo llames ‘Crisis’, llámalo Ley de Parkinson
La carrera empresarial de Elon Musk está plagada de ejemplos de cómo el millonario ha tensado la cuerda a sus equipos para mantener a raya esta ley.
Uno de los primeros casos se dio cuando Elon Musk tenía que lanzar la primera versión de su plataforma de pagos digitales X.com (la original, no la actual) en el fin de semana de Acción de Gracias de 1999. En esa ocasión, el millonario ajustó el calendario del lanzamiento y lo hizo coincidir a propósito con el fin de semana de Acción de Gracias para forzar el ritmo de sus empleados.
La compañía en la que más veces se ha activado el ‘modo Crisis’ de Elon Musk es, con diferencia, SpaceX. De hecho, desde su fundación en mayo de 2002, ya nació con prisas. Elon se había fijado un objetivo de un año para lanzar el primer cohete que todavía no se había fabricado, y en 2010 ya quería enviar misiones no tripuladas a Marte.
No obstante, la primera vez que Musk le puso el pie en el cuello a la Ley de Parkinson en SpaceX fue con el desarrollo de los motores Merlin, cuando Elon Musk pidió a su responsable reducir a la mitad su calendario de desarrollo, para después volver a reducirlo él. Finalmente, no se consiguió cumplir el plazo impuesto por su fundador, pero el plazo de desarrollo del propulsor se redujo hasta límites imposibles. No importa, SpaceX ha llevado los plazos de sus lanzamientos siempre hasta el extremo.
En Tesla también sufrieron en sus carnes la habilidad de Elon Musk para ajustar los tiempos. Tal y como se detalla en su biografía, Elon Musk fijó un calendario extremo, prometiendo triplicar la capacidad de producción de los Model 3 en la factoría de Fremont en solo un año.
El evento se conoció como “el infierno de Fremont”, e implicó eliminar algunos de los robots de la línea de montaje e improvisar una línea tercera línea de producción bajo una carpa junto a la factoría. El esfuerzo del personal de Tesla tuvo su recompensa. En junio de 2018, un año después de su anuncio, Tesla estaba fabricando 5.000 unidades de su Model 3 a la semana.
Twitter (antes de ser X) también vivió de cerca la presión de cumplir plazos a priori imposibles. El 22 de diciembre de 2022, una vez que el equipo de Elon Musk ya había tomado el control de Twitter, se dispuso recortar gastos migrando los servidores de Twitter de Sacramento a una de las sedes de la compañía en Portland.
Según su biógrafo, los responsables de los servidores en Twitter estimaban que el traslado tardaría entre seis y nueve meses. Elon se mostró tajante desde el principio: “Tenéis 90 días para hacerlo”. Al día siguiente, Musk y parte de su equipo estaban volando hacia Sacramento para ver en persona los servidores.
Dos semanas más tarde, los servidores estaban en su destino. No obstante, el propio Elon Musk reconocería en marzo de 2023 que la operación de traslado desde Sacramento fue un error ya que no realizaron los procedimientos adecuados y había redundancia de datos que estaban ocasionando problemas en la red social. Es el precio de llevar la Ley de Parkinson al extremo.
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Imagen | Flickr (Steve Jurvetson)
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