Los standing desk o escritorios elevables llevan ya años ocupando espacios en oficinas y despachos. Personalmente estuve un tiempo detrás de ellos porque me llamaban mucho la atención, aunque siempre lo vi innecesario hasta que empecé a sufrir problemas de espalda. Porque sí, estar muchas horas sentado pasa factura incluso tratando de guardar una buena postura o teniendo una buena silla de oficina.
Desde aquel momento que tomé la decisión de comprar un standing desk hasta el momento en que escribo estas líneas han pasado ya unas semanas. Durante el proceso he aprendido varias lecciones, pero la más valiosa ya te adelanto que es lo importante que es hacer una inversión así cuando, como en mi caso, pasas la mayor parte de horas trabajando en casa frente a una pantalla.
Contexto: por qué un escritorio elevable y por qué en este momento
Joven para muchos y casi un anciano para mis sobrinos pequeños. Con 29 años camino de 30, hace ya tiempo que sufro de problemas de espalda. Mi falta de hábitos deportivos en años anteriores y no darle importancia a las posturas son culpables de ello. Trabajar un mínimo de 8 horas sentado tampoco ayuda. En mi caso trabajo desde casa, pero no cambiaría mucho la situación si acudiese a una oficina.
El caso es que rara ha sido la semana que no he tenido algún tipo de molestia, ya fuese por una leve contractura o, como me ha ocurrido más recientemente, por una lesión más importante. No grave, pero sí prolongada en el tiempo.
Lo bueno de trabajar en casa y vivir solo es que soy el que decide qué mobiliario usar y a pesar de que me ha llevado tiempo comprenderlo, invertir en buenas sillas y escritorios es tan importante como hacerlo en un colchón. De hecho, es probable que pase más tiempo sentado frente al ordenador que en la propia cama. Así que sí, es una inversión y no un capricho. Una inversión en salud lumbar y, a la postre, también en salud mental y laboral.
Yo tenía ya la silla, pero me faltaba el escritorio. Durante estos años he escuchado a varios amigos y compañeros hablar maravillas de los escritorios elevables para trabajar y cómo eso, acompañado de deporte, había mejorado su estado físico y había disminuido sus problemas de espalda. Y sí, estaba decidido a probar si en mi caso funcionaría.
Qué tipo de escritorio quería y por qué ese en concreto
Si ahora me dices que quieres un móvil, me comentas qué presupuesto manejas y qué características imprescindibles necesitas, soy capaz de encontrarte al menos tres opciones buenas en dos minutos. Sin embargo, el terreno de los escritorios elevables era todo un desconocido para mí. Y no es que tras la búsqueda me haya vuelto un experto, pero al menos ya lo conozco.
Lo primero de todo, y que eso sí lo sabía, es tener en cuenta que hay diferentes tipos de escritorios elevables. Por un lado tenemos los completos, que incluyen un tablero y un mecanismo para regular la altura. Un mecanismo que puede ser impulsado por una manivela manual o, en su defecto y de forma más idónea, un motor que hace que se eleve sin esfuerzo (sólo con pulsar un botón). Ya dentro de esos segundos, tenemos los que tienen memoria y los que no. Los que la tienen, permiten predefinir una o varias alturas y los que no la tienen exigen de ir regulando la altura cada vez mediante sus correspondientes botones.
Tenemos luego otro escalón y es el pack de patas + motor, pero sin tablero. Y es justo esa la opción que a mí más me interesaba. Casi desde el principio tuve claro que no necesitaba un escritorio completo. Invertí hace muy poco tiempo en un tablero que, a modo de curiosidad, diré que es en realidad una encimera de cocina, pero que cumple como mesa de oficina.
Así que sí, lo más conveniente a priori era no comprar un escritorio completo. Más allá de que sería una pena deshacerme de ese tablero que ya tenía, lo cierto es que por dimensiones encaja perfectamente en el espacio de trabajo que tengo en casa. Eso y que, aunque no había buscado aún, temía que unos escritorios completos con esas dimensiones (alrededor de 1,90 metros de ancho) serían más caros.
La búsqueda parecía fácil, pero no lo fue en absoluto
Una vez que ya tenía las medidas de mi tablero apuntadas y sabiendo qué tipo de escritorio quería, comenzó la búsqueda. Eso sí, no sin antes fijarme un máximo de dinero que estaba dispuesto a gastar. No quería algo demasiado barato por aquel viejo estigma (no siempre real) de que lo barato sale caro, pero tampoco quería pagar de más. Así, me conciencié de gastar un máximo de unos 450 euros, siendo ese ya un límite un poco doloroso y al que prefería no llegar si no era por un producto de plena confianza.
Lo primero que hice fue preguntar a mis compañeros de trabajo. La mayor parte del equipo que lees a menudo en Xataka y el resto de publicaciones de Webedia trabajamos desde casa y doy fe de la alta experiencia de muchos en temas de teletrabajo y mobiliario. Recibí entonces varias sugerencias, las cuales quiero también agradecer públicamente a mis compañeros.
En mi lista de posibles escritorios estaba el que ves en la imagen anterior, sugerido por Alex Alcolea. Me parecía interesante por dos razones. La primera fue el precio, dado que no sólo estaba ya rebajado, sino que admitía un cupón extra de descuento que me lo dejaba en 232,99 euros (muy inferior a mi máximo fijado). La otra razón fue la marca, puesto que Flexispot es una de las marcas más reconocidas en este área de los escritorios elevables y no era la primera vez que escuchaba hablar bien de ella.
Aparte de que no podía detenerme a comprar habiendo visto sólo una opción, el de Flexispot acabó siendo descartado por algo fundamental: sus dimensiones no me servían para mi tablero. Proseguí con esa lista de sugerencias con la que me dio María González. Unas patas con motor de Ikea y cuyo precio ya de primeras me asustó, ya que 430 euros entraba en ese presupuesto prefijado, pero se acercaba peligrosamente al máximo.
También había oído hablar bien de los standing desk de Ikea, así que no sonaba mal, pero nuevamente me encontré con que por dimensiones se quedaba pequeño para mi tablero. Rebusqué en la web de la tienda y no encontré ninguno que cumpliese con ello, aunque tenía una visita pendiente a una tienda para aquel fin de semana.
Pues bien, comenzó mi búsqueda por grandes superficies y precisamente la primera parada fue en Ikea. De allí salí con el estómago lleno tras almorzar uno de sus clásicos perritos calientes, pero sin mobiliario. Había escritorios elevables, sí, pero ninguno en el que no se incluyese el tablero. De hecho, ni siquiera el que me recomendó María estaba a la venta allí (un empleado me comentó que sólo lo venden online, al menos en ese centro).
Dada la cercanía con otras tiendas, también visité sin éxito Leroy Merlin, Brico Depot, Bauhaus y otras tiendas de muebles no tan reconocidas. Para mí sorpresa, en algunas como 'Leroy' no vendían siquiera escritorios completos (sí a través de otros vendedores en el marketplace de su web). En el resto tampoco vi nada del pack de patas + motor, salvo en una, pero que nuevamente rechacé porque no se ajustaba a las dimensiones que quería.
Frustración.
¿Y si hubiese comprado un escritorio completo para demontarlo?
En un apartado posterior te hablaré de la poca sintonía que existe entre el bricolaje y mi persona. No obstante, dado el fracaso en mi búsqueda de opciones llegué a plantearme una tarea de lo más tediosa: desmontar las patas de mi actual tablero, comprar un escritorio elevable completo, desmontar las patas y el motor de ese tablero y montarlo en el mío. En definitiva, aprovechar las piezas que necesito de un standing desk completo.
En muchos casos me salía más barato comprar un escritorio completo que sólo el motor y las patas
Eso suponía tener que deshacerme de un tablero que a buen seguro no me serviría para nada más. Sin embargo, lo llegué a ver como la mejor opción. No en vano me había recorrido ya muchas tiendas sin encontrar un pack de patas y motor que no sólo se ajustase a mi presupuesto, sino que también a las dimensiones. Sí llegué a ver en tiendas online alguna opción (de Flexispot nuevamente), pero eran caras.
Llegó un punto en que esa opción del escritorio completo era la más rentable. Parece absurdo y ciertamente lo es. Que un escritorio completo llegue a ser más barato que sólo un par de piezas de este me parece incoherente por completo, pero era lo que había. Además, sin ánimo de desprestigiar a ninguna marca, en mi búsqueda he visto enormes diferencias de precio en mobiliario prácticamente idéntico, sólo que de marcas diferentes. Mismas dimensiones, mismo material, mismas características…
Y entonces vi la luz...
Ya estaba barajando seriamente aquella posibilidad cuando una buena amiga me dijo las cuatro palabras mágicas "creo que lo tengo". Vaya que si lo tenía. Encajaba tanto, que me parecía imposible. Tras varios días buscando en Internet y un día entero dedicado a la búsqueda en tiendas, no podía creer que mi amiga encontrase una buena opción en apenas diez minutos buscando por Amazon.
Allí emergió la que a la postre sería mi compra: un pack de Radlove. Apuesto a que ni te suena esa marca, pero ahí estaba. Se trata de un vendedor de terceros que comercializa mobiliario en Amazon y que ofrecía el conjunto de patas elevables mediante un motor y con memoria para prefijar alturas. Lo hacía (y sigue haciendo) a un precio de 199 euros que yo estaba dispuesto a pagar, aunque fue aún mejor porque gracias a un cupón del 25% se me quedó en 149 euros.
Radlove Marco de escritorio de altura ajustable con motor dual y patas ajustables para mesa de 120 a 178 cm, con 4 controles de memoria, capacidad de carga de 120 kg (negro)
Evidentemente era una ganga, aunque necesitaba cerciorarme de ello y estuve leyendo reseñas. Como siempre, había alguna mala, pero tampoco era lo frecuente. Lo que más se criticaba era la tardanza del envío y luego la mayoría de valoraciones eran muy positivas. Así pues, tuve el combo perfecto: buenas puntuaciones, buen precio y dimensiones que me encajaban.
Sí, el envío era relativamente lento si lo comparo con comprar cualquier otra cosa por Amazon que llega al día siguiente. Era de una semana, aunque en mi caso acabó llegando antes. El producto venía de Alemania y en un embalaje que, aunque pesado, pude llevarlo bien en el coche (lo tenía que haber recibido en casa, aunque esa es una larga historia que no viene a cuento con esta experiencia).
Un montaje que fue más sencillo de lo que me imaginaba
Hay quien nace con habilidad para las manualidades y quien, como yo, sufría en primaria en la clase de educación plástica haciendo una simple figura con plastilina. Ni las manualidades ni el bricolaje son lo mío, pero tampoco intuía que se fuese a complicar el montaje de este.
Lo reconozco, sigo siendo aquel niño al que su profesora de primaria le miraba con pena por lo manazas que era. No obstante, debo decir que la razón por la que al final pedí ayuda fue lo mucho que me costó desmontar las anteriores patas que tenía mi escritorio. Me deshice de las herramientas propias que traía cada uno de los tornillos y sudamos para desmontarlas. Y sí, fue una sudoración colectiva y en plural porque tuve ayuda de otra persona.
Con respecto al montaje del nuevo accesorio en el tablero, decir que venía con un manual de instrucciones sumamente intuitivo incluso para enemigos del bricolaje y montaje como yo. Venía en varios idiomas como de costumbre en este tipo de manuales y el castellano era uno de ellos.
Con ayuda de esa otra persona, logramos montarlo en alrededor de dos horas o quizás más si contamos también lo que tardamos en desmontar el anterior escritorio. Sin embargo, debo decir que esta es mi circunstancia, ya que cualquiera con un poco más de paciencia y maña podría haberlo montado en menos tiempo y sin ayuda, aunque un par de manos extras para sujetar el tablero son siempre bienvenidas.
Y llegó la prueba de fuego: cómo es usar un standig desk en el día a día
Si no estás acostumbrado a trabajar de pie, resulta raro. Incluso diría que incómodo. Es más, mi primera sensación fue un poco de decepción. Había invertido un dinero, tiempo y sobre todo esperanzas en que aquello me sirviese y lo cierto es que acostumbrado a manejar mi ordenador sentado, hacerlo de pie era de lo más extraño.
No obstante, debo decir que es un feeling que dura poco. Al menos en mi caso, ya que empecé a trabajar de esta forma y a la media hora no sólo me había acostumbrado, sino que me sentía tan cómodo que quise alargar la jornada de pie. Aquello fue a las 8 de la mañana, que es cuando empiezo a trabajar. Pues bien, aguanté hasta poco antes de la hora de comer (sobre las 14.00) así.
Y aquí llega mi primer inciso: es normal sentir ganas de trabajar de pie, pero tampoco es bueno abusar. Si pones todo a una altura correcta en la que no tengas que encorvarte y tampoco girar la cabeza en una posición poco natural, será cómodo. Sin embargo, estar de pie también cansa y tampoco creo que sea lo más idóneo.
También existe una cierta curva de aprendizaje, si es que se puede llamar así. Es básicamente el tiempo que tardas en acoplar el escritorio a una altura que no sólo te sea cómoda para ver la pantalla del ordenador, sino también para manejar el teclado y el ratón. Esto es algo que no se consigue con una prueba de un minuto, sino que requiere de estar bastante tiempo en esa posición para saber si es la idónea o no. En mi caso no llegó de forma instantánea y tuvieron que pasar varios días hasta que di con la posición ideal. Ojos, brazos, manos y columna han de estar cómodos.
Ya fue a partir de la segunda o tercera jornada de uso cuando comencé a limitar las horas de pie a un uso razonable. No tengo un horario fijo para elevarlo y honestamente tampoco me he parado a echar cálculos exactos, pero diría que paso alrededor de tres horas de pie en jornadas de ocho.
Lo que normalmente hago es empezar la jornada sentado y ya cuando pasa una hora-hora y media, elevo el escritorio y me paso ese rato hasta media mañana de pie. Luego vuelvo a la silla, paro a comer y en la última hora de la tarde vuelvo a estar de pie. Generalmente aprovecho tareas algo menos intensivas para estar de pie, aunque al final esto creo que es muy particular de cada uno.
Ayuda a reducir los dolores de espalda… aunque no es milagroso
Hay estudios que hablan del poco impacto de trabajar de pie o sentado si no se combina con deporte. Y aquí quiero hacer especial hincapié. Si estás en una situación similar a la mía, y esto lo digo siempre en base a mi propia experiencia, considero que te vendrá bien un escritorio elevable. Ahora bien, no esperes tampoco milagros. Haz deporte. Da igual si es correr, ir al gimnasio, levantar mancuernas en casa, hacer yoga o simplemente salir a caminar. Lo importante es moverse.
Lo de estar de pie a mí me ha ayudado a evitar que pasen horas y horas sin que me levante de una silla. Porque sí, siempre he sido consciente de ello e incluso tengo un Apple Watch que cada hora me dice que he de levantarme, pero ha habido muchos días en los que ni una amenaza del mismísimo Tim Cook me habría hecho levantarme.
Mis dolores de espalda no se han ido, pero han remitido mucho. Mis problemas lumbares son algo que debo tratarme con un fisio a la par que no debo descuidar hacer ejercicio y tomar buenas posturas cuando estoy sentado. No obstante, sí noto que hay una relación directa causa-efecto desde que paso más horas de pie gracias al escritorio elevable.
Sobre el escritorio en sí, decir que aún me queda afinar todo para que se vea "bonito". Por ejemplo, colgar más arriba un calendario de pared que tengo colgado y que se tapa con el ordenador cuando elevo el escritorio y encontrar una forma más estética de esconder los cables, algo complicado teniendo en cuenta que sí o sí han de estar liberados para que no se tensen o se desenchufen cuando subo y bajo el desk.
Conclusión, advertencias y consejos si decides comprar uno
Llegando ya a mi conclusión decir que si te encuentras en la misma tesitura que yo y crees que un escritorio de este tipo te ayudará a no estar fijado en una misma posición durante ocho horas, te servirá. Eso sí, toma en cuenta todos los elementos de tu lugar de trabajo: dimensiones, cables que tengas por medio y distancia hacia el enchufe, si necesitas o no un escritorio elevable motorizado, si quieres que este tenga memoria…
Ten también en cuenta qué estás buscando exactamente. Si tu intención es la de comprar un escritorio completo, te recomiendo acudir a tiendas físicas para verlos (no hace falta que sea de una tienda conocida). Al final el tablero es importante y nada mejor que verlo y tocarlo para ver sus calidades antes de comprarlo. Sin embargo, si estás en una tesitura como la mía y quieres mantener tu actual tablero, encontrarás muchas más opciones por Internet.
Por supuesto, no quisiera yo meterme en tus gustos y preferencias. No obstante, sí debo decir que optar por uno con motor y memoria es de lo más cómodo. Los que funcionan mediante manivela suelen ser más baratos y si el presupuesto que manejas es muy justo, tampoco es que vayas a tener una mala experiencia. Sin embargo, si el presupuesto te lo permite, debo decir que merece mucho la pena por comodidad. No vas a perder años de vida por levantar o bajar el escritorio con manivela, pero sí se antoja demasiado tedioso.
Lo de que tengan memoria sí lo veo más opcional, aunque hasta cierto punto. Para los escritorios elevables que no cuentan con ella, habrá que ir fijando la altura cada vez. Personalmente era algo que me daba igual y que aún hoy sigo sin ver imprescindible, aunque sí diré que al final acaba siendo interesante cuando ya tienes una posición en la que te has acomodado. Además, la diferencia de precio no es tan alta como para que no compense.
Con respecto a la opción por la que me decanté yo, debo reconocer que no estoy contento. Estoy contentísimo. Creo de verdad que es de las mejores inversiones que he hecho en los últimos años y además a un precio muy inferior al que imaginaba. Pensaba que quizás esto pudiese ser indicativo de una baja calidad o algo así, pero hasta ahora no ha habido ni un ligero signo de problema. Obviamente es el que recomiendo, pero si te decides a ello y encuentras otra opción que por lo que sea te encaje más, adelante. Creo que no te arrepentirás y tu cuerpo lo agradecerá.
Imágenes | Xataka
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