El teletrabajo ha sido un tema polémico en los lugares de trabajo, no solo en lo que respecta a las relaciones entre empresa y empleados, sino que también ha supuesto un cambio de paradigma en la forma y las herramientas que se emplean a diario.
Estas nuevas herramientas generan una estructura de comunicación que a muchos le resulta caótica, llena de interrupciones y convocatorias a reuniones que, si no se impone un control férreo sobre ellas, puede dejar poco margen de tiempo para hacer las tareas para las que te contrataron. En ese contexto se impone la inflexibilidad intencional, o cómo priorizar tus tareas y tu tiempo por encima de las necesidades de otros.
¿Qué es la inflexibilidad intencional?
La inflexibilidad intencional implica establecer límites estrictos para proteger tu tiempo contra las distracciones constantes, reuniones improductivas y la sobrecarga de comunicación.
Al rechazar las interrupciones durante esos periodos, ese tiempo se puede emplear en programar sesiones de trabajo profundo y concentrado, o a apoyar a los compañeros que realmente necesiten tu ayuda. En definitiva, la inflexibilidad intencional es establecer una serie de normas con las que decirles a tus compañeros que, durante ese periodo de tiempo, no responderás a sus mensajes ni asistirás a reuniones que no consideres importantes para tu trabajo.
¿Permitirías que, estando en la oficina, tus compañeros te interrumpieran cada dos minutos, o educadamente les pedirías que te dejaran concentrarte para sacar adelante tu trabajo? El supuesto es el mismo, pero con la diferencia de que, con las herramientas de comunicación actuales y el modelo de trabajo híbrido, ya no hay diferencia entre quienes están presencialmente en la oficina y quienes teletrabajan. Todos usan las mismas herramientas de trabajo distribuido para comunicarse con su equipo, tal y como desveló un estudio de Atlassian.
Los datos de una encuesta encargada por Forbes Advisor en 2023 revelan que los trabajadores pasan, de media, 20 horas a la semana utilizando herramientas de comunicación digital. Dada su accesibilidad, el 58% de los empleados siente que debe estar disponible en todo momento. Esto ha llevado a un empeoramiento de los niveles de agotamiento, estrés y ha derivado en una comunicación ineficaz.
Beneficios de la Inflexibilidad Intencional
Siendo realistas, no todos los puestos permiten aplicar la inflexibilidad intencional con el grado de contundencia óptima. Cada puesto es un mundo pero, ¿qué pasaría si en lugar de utilizar entre el 52% y el 62% de la jornada para comunicarte con tus compañeros, tal y como apuntan los datos del estudio de Forbes Advisor, se le dedicara menos del 25% de la jornada laboral? Tu productividad crecería.
Sin embargo, siempre hay un cierto margen de maniobra que te permitirá tomar el control de tu tiempo en determinadas áreas. Los perfiles de gestión de equipos o los empleados recién llegados no podrán aplicar ese modelo, porque necesitan un contacto permanente con el equipo.
Los que más se pueden beneficiar la inflexibilidad intencional son los empleados más veteranos, que ya tienen los conocimientos necesarios sobre sus tareas y sus puestos, por lo que esas “desconexiones” les permiten incrementar su productividad.
En este sentido, la comunicación con el resto del equipo resulta crucial y comunicarles que, aunque estés sentado delante del ordenador, eso no implica que vayas a responder de forma inmediata a sus mensajes porque estás concentrado en completar tus tareas. Al principio, es probable que les choque, pero es posible que terminen por unirse a esa práctica.
Cómo aplicar la Inflexibilidad Intencional
Moviéndote entre los márgenes que permita cada puesto de trabajo, la premisa debe ser proteger el mayor número de horas productivas para, idealmente, liberar el tiempo suficiente para que organizar la parte más intensa de tu lista de tareas en él.
Por otro lado, tu lista de tareas pasa a ser la prioridad y quien marcará la organización de tu jornada, dejando de reaccionar a los correos a los correos electrónicos y mensajes que te vayan llegando durante el día.
Las reuniones deberán ser mucho más selectivas y asistir únicamente a las que se alineen con nuestros intereses. Este punto será, probablemente el más polémico, ya que no tendrás capacidad de elección. No obstante, si la tienes y el contenido de la reunión no es importante para tus objetivos, recházala con amabilidad o haz la pregunta clave: ¿realmente necesitamos una reunión para eso o se puede resolver con un correo?
Al igual que cuando te preparas para tragarte un sapo, conseguir la máxima concentración durante el espacio de tiempo que tanto te ha costado conseguir debe ser una prioridad. Silenciar todas las notificaciones de las herramientas de comunicación es la clave. Si no hay notificación no tendrás la tentación de mirar qué sucede y no perderás la concentración.
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Imagen | Pexels (Christina Morillo)