Las políticas encaminadas a acabar con el dinero en efectivo están cobrando cada día más fuerza, enarbolando en todos los casos, diferentes motivos y técnicas para lograr una bancarización completa de las relaciones económicas.
Estas tendencias se están impulsando desde diferentes colectivos, hasta el punto que algunos países como Dinamarca, ya están tomando nota de estas restricciones para el uso de efectivo. Eliminar de un plumazo toda la masa monetaria en circulación de todos los países no es viable, pero sí se pueden establecer diferentes fórmulas para lograrlo en plazos de tiempo relativamente cortos.
El origen de la eliminación del efectivo, la macroeconomía
Desde que comenzó la crisis, se han llevado a cabo diferentes acciones sobre la masa monetaria que no han logrado mejorar los ratios económicos de deflación, caída del PIB o desempleo. Sin ir más lejos, tanto el BCE como la FED han realizado diferentes inyecciones de liquidez a sus bancos y han colocado las tasas de interés por depósito en ellos en intervalos negativos. Estas tasas negativas de interés se trasladan a los depósitos de la población en retribuciones por intereses cercanas a cero. Es decir, el dinero pierde valor en el tiempo si no se retribuye y lo lógico, sería invertirlo o moverlo fuera del sistema financiero.
Por otra parte, el objetivo de estas inyecciones de liquidez sobre el sistema financiero, han perseguido estimular la economía, a la par que los tipos de interés negativos para los depósitos en los bancos centrales, empujan al total de la masa monetaria a la inversión y consumo y no al ahorro.
Esto es lo que dice la teoría económica pero la parte práctica, está demostrando que por más inyecciones de liquidez y por más tasas negativas que tengamos, la inversión no se acelera.
Kenneth S. Rogoff, economista bastante relevante, sostiene en este paper que todas estas inyecciones de liquidez no están funcionando porque se desplaza la masa monetaria a la parte no controlada de la economía, es decir a actividades ilegales o a actividades no productivas. Aparte, como segundo argumento de bastante peso, sostiene que mantener una gran masa monetaria de efectivo bloquea la política económica de tasas de interés negativo, dado que una parte del dinero escapa a este control fiscal.
Rogoff no es el único economista que está analizando cómo se debe lograr una mayor bancarización. Willem Buiter también estudia esta posibilidad con una posición menos radical, que pasa por eliminar prácticamente toda la masa monetaria en efectivo que supere el nominal de 5 euros. La asociación de billetes de gran valor facial a operaciones ilegales o alegales, es una asociación bastante evidente, pero que no está tampoco completamente demostrada. A partir de este punto, el debate es evidente.
Ventajas e inconvenientes de la eliminación del efectivo
Mantener una masa monetaria en efectivo en circulación tiene un coste relevante para los bancos centrales. Este coste desaparecería pero no implica que el coste de transacción electrónica sea gratuita. El argumento de coste, es un argumento casi despreciable en este debate, porque básicamente existe un desplazamiento de costes.
El pilar central del debate lo tenemos en la pérdida de privacidad y en el control directo que tenemos a todos nuestros movimientos completamente bancarizados. No hablo de actividades “ilegales” o “alegales”, hablo que a lo largo de nuestra historia va a existir un registro financiero completo que va a permitir reproducir nuestra vida, nuestros hábitos de consumo y nuestra ubicación geográfica con bastante precisión.
Esta pérdida de libertad es importante para mucha gente, hasta el punto que no tengo nada claro que un ente privado como cualquier banco, tenga un acceso completo al historial de mi vida perfectamente geolocalizado e identificado.
La pérdida de libertad que implica dejar a un lado el efectivo compensa según estos economistas y el colectivo que prefiere eliminar el efectivo, los beneficios de la desaparición de la economía sumergida.
Esta afirmación tan rotunda, no termino de comprarla, puesto que el dinero es la vía de intercambio pero existen diferentes vías para realizar pagos que no están nada controlados.
Estoy pensando en criptomonedas, estoy pensando en medios de cobro y pago radicados en paraísos fiscales o en países con nulo intercambio de información o estoy pensando por ejemplo en la multitud de técnicas que ya están vigentes hoy día para mover dinero opaco a los países tal y como hacen las grandes redes de narcotráfico, armas o cualquier otra vía ilegal.
Un barco de cocaína o 5 misiles no se pagan en billetes de 500 euros, se pagan de manera electrónica y esta operación sigue estando al margen de la ley. Basta con mirar la presencia de bancos en toda la ecuación y se entiende perfectamente cómo funciona esto.
La seguridad, la inmediatez y la dependencia financiera a examen Bancarizar al completo la economía requiere que todos tengamos una cuenta corriente y una tarjeta (o cualquier otro sistema de pagos electrónicos). En nuestro país por ejemplo, la bancarización está presente en más del 95% de los mayores de 16 años pero eliminar el efectivo obliga a una bancarización desde una edad muy temprana.
Esta bancarización plena nos empuja a una dependencia tecnológica brutal en todo momento ¿quién no ha visto la red de cajeros fuera de servicio? ¿un fallo eléctrico importante en una zona geográfica? Los sistemas no son 100% seguros ni 100% estables. Se caen, necesitan mantenimiento y generan problemas.
Hoy si llegamos a un edificio sin luz por un problema puntual, podemos pagar en efectivo. En el futuro, esta operación se complica hasta el punto que la transacción no es realizable.
Sea como sea, en aras de la crisis y la mejora económica, los ciudadanos acabamos siempre perdiendo libertades. Soy un firme defensor de los pagos electrónicos, apenas uso el efectivo y me gustan sus ventajas. Pero aprecio más la capacidad que tenemos para decidir cómo organizamos financieramente nuestra vida que las hipotéticas ventajas que nos venden esta bancarización de la economía.
Imagen | niekverlaan
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