Las impresoras son máquinas odiosas. Es difícil encontrar un producto tecnológico con el que tanta gente se haya puesto frenética (¿la fotocopiadora, quizás?), y el mercado no hace nada por evitarlo. Tenemos internet, tenemos smartphones, podemos almacenar 400 GB en una tarjeta microSD... y tenemos unas impresoras que apenas han avanzado tres décadas después.
De hecho la mayoría de impresoras actuales parecen ser la solución a un problema que no existe, porque hacen muchas más cosas de las que en realidad les pedimos, y además lo hacen con precios de tinta y tóneres absolutamente desorbitados. Yo tengo claro cuál sería mi impresora perfecta. ¿Cuál sería la vuestra?
Tinta no, por favor
Es lo que se preguntaba Anil Dash, famoso emprendedor, que planteaba esa pregunta en un post que es el reflejo de lo que muchos pensamos sobre el segmento actual de las impresoras.
We're 30+ years into the PC revolution, and 3 things still never work: Voice chat, projectors & printers.
— Anil Dash (@anildash) 13 de abril de 2011
O no funcionan, o lo hacen mal, o lo hacen tras luchar con ellas durante horas, o lo hacían bien porque acabábamos de comprarlas y aún no habíamos impreso las primeras hojas a color con toda la ilusión gastando el 50% de los cartuchos de tinta.
Como apuntaba Dash, la mayoría de la gente no se pasa la vida imprimiendo fotos o presentaciones a todo color, y para la inmensa mayoría de los casos lo ideal es una impresión en blanco y negro económica. Es importante hacer hincapié en la palabra económica, porque es es lo que normalmente son las impresoras hoy en día a largo plazo, sobre todo con algo que teóricamente deberíamos haber pulido a estas alturas: el coste por página.
Y sin embargo el mercado está dominado por las impresoras de tinta, que nos venden con el famoso modelo de negocio de las hojas y maquinilla de afeitar. Como explica la siempre socorrida Wikipedia, la idea es simple: un artículo se vende a un precio bajo (o se regala) para aumentar las ventas de un bien complementario. Eso es exactamente lo que ocurre con las impresoras de tinta actuales, que parecen artículos chollo pero acaban convirtiéndose en un pozo sin fondo (de tinta).
La impresora perfecta es una láser en blanco y negro
La alternativa, claro está, son las impresoras láser. Y no hablo de las láser a color, que también acaban teniendo el mismo problema, sino de una simple y eficaz impresora láser en blanco y negro que tuviera bajo control ese citado coste por página tanto por el consumo del tóner como por su coste para su reposición.
Más dudas tengo con otra idea a las que hacía mención Anil Dash, que planteaba que las impresoras deberían avisar al fabricante de cómo está el nivel del tóner para que ese fabricante nos lo enviase automáticamente. Ese servicio, de hecho, existe. pero a poco que seas medio paranoico de la privacidad acabas desconfiando de una prestación como esa. Una notificación en el escritorio me bastaría para hacer el pedido.
Un pedido, atención, que no tendría que ceñirse a los tóneres del fabricante: cualquier otro podría desarrollar recambios más eficientes para venderlos libremente. El fabricante original no debería bloquear un tóner de otro fabricante con algún oscuro mecanismo, y yo no tendría que hackear mi impresora con la consiguiente pérdida de tiempo (pero no de dinero, ¡ja!).
Luego estaría el tema de las conexiones: ¿qué pasa con las impresoras WiFi? ¿De verdad es tan difícil hacer una impresora inalámbrica? Solo pido una que no se desconecte cada vez que la uso. Una que no tenga que reconfigurar conectándola de nuevo al puerto USB-B (si es que encuentro el cable de marras, ya sabéis, el "cuadradote") porque no me acuerdo de cómo sacar la página que me indica la información de red de la impresora.
¿Algún emprendedor en la sala?
Esa impresora perfecta, además, no debería ser un armatoste que se llevase la mitad de la mesa del despacho. Debería ser compacta, elegante, simple (¿para qué una pantalla táctil en una impresora? ¿alguien usa esa característica con regularidad?) y, en esencia, hacer lo que al final acabas haciendo con una impresora. Imprimir una tarjeta de embarque, una entrada para el cine o algún documento que prefieres leer en papel y no en pantalla.
Y no necesariamente en color o con unos negros que casi parecen tallados en la hoja. Como mucho, eso sí, conservaría esas calidades de impresión pero salvo preferencia explícita del usuario habilitaría el modo borrador, que es en el que la mayoría de los seres humanos necesitamos imprimir.
Puede que esa impresora perfecta no exista, pero tampoco hay muchas que se acerquen. Necesitamos a un fabricante que dé un paso al frente. Anil Dash ya lo decía al inicio de su reflexión: esta es una idea para un pequeño gran producto, así que quizas alguien quiera lanzarse a por ella. Makers y creadores que usáis Kickstarter, aquí tenéis al primer inversor/comprador de esa impresora.
En Xataka | ¿Cuál va a ser el próximo sector que lo pete en Kickstarter?
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