Ya nos lo decía Maxwell: si la WiFi no va bien, recoloca tu router

James Clerk Maxwell (1831-1879) jamás vio un router WiFi en su vida. Para eso hubiera tenido que esperar más de un siglo, y probablemente hubiera descubierto mucho antes las enormes implicaciones que han tenido desde hace décadas sus descubrimientos en el campo de las radiaciones electromagnéticas.

En concreto, claro, sus ecuaciones. Aquellas que en 1865 formuló como parte de su "A dynamical theory of the electromagnetic field". Entre otras muchas (muchísimas) cosas, esas ecuaciones nos permiten encontrar el porqué de temas casi mundanos. Por ejemplo, explicar por qué recolocar el router WiFi en casa puede suponer la diferencia entre una buena o una mala recepción.

Las ecuaciones de Maxwell, más útiles que nunca

Aquel descubrimiento demostró entre otras cosas que la luz es una forma de onda electromagnética, y aunque solucionar las ecuaciones a mano era una verdadera tortura, un algoritmo descubierto en los años 60 y su reformulación en los 80 permitieron aprovechar la creciente potencia de los ordenadores para obtener conclusiones sorprendentes.

Es lo que hizo por ejemplo Jason Cole, un estudiante de doctorado del Imperial College en Londres, que tuvo la singular idea de aplicar todos estos elementos para tratar de mejorar la recepción de la señal WiFi en su piso. Y de hacerlo, además, desde su smartphone, que gracias a los avances de los últimos años ya es capaz de dar respuesta a unas ecuaciones que hasta no hace demasiado eran todo un reto computacional.

Cole aplicó sus conocimientos y simuló el comportamiento de una señal WiFi. La radiación electromagnética que emite la antena de nuestro router inalámbrico está generada por una corriente que oscila a 2,4 GHz, y eso es precisamente lo que simuló en un pequeño programa para su smartphone este doctorando, previo establecimiento de un pequeño plano de la distribución de su piso.

Una simulación reveladora

Al realizar la simulación pudo reproducir cómo se propagaba la señal WiFi según iba moviendo el router de un sitio a otro, algo que le permitió obtener la mejor posición para ese dispositivo.

Pero además verificó otros fenómenos físicos y comportamientos esperables en esa radiación: por ejemplo, que las ondas viajan mucho mejor en espacios abiertos que a través de las paredes, o que algunas ondas parece que dejan de cambiar y "parpadean" en los mismos lugares. Viejas conocidas, claro: se trata de las llamadas ondas estacionarias, en las que la reflexión WiFi se superpone y hace que la onda y su reflejada se cancelen entre sí. Sin embargo sí descubrió algo "menos obvio y más interesante:

Si la recepción es pobre en una posición en particular, incluso un ligero cambio de la posición del router puede producir mejoras significativas en la fuerza de la señal.

Ese interesante resultado generó mucho interés entre sus conocidos, lo que acabó provocando que este estudiante de doctorado acabara ofreciendo su sistema de simulación en forma de aplicación para dispositivos Android. Esa aplicación ya tiene decenas de miles de descargas -y ojo, es de pago, aunque cuesta tan solo 0,63 euros- y ha demostrado algo interesante:

El mensaje sigue siendo claro: las ondas electromagnéticas no solo son fascinantes, matemáticamente elegantes y extremadamente útiles, sino que además pueden hacer tu vida más fácil, tu conexión a Internet más fuerte, e incluso pueden hacerte ganar algo de dinero.

Ante todo esto solo podemos decir una cosa: chapeau. Para éste estudiante y, desde luego -cómo no-, para el Sr. Maxwell.

Vía | Lifehacker
Más información | The Conversation

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