Mucho se habló de la primera generación de este dispositivo que apareció a finales de 2012 y que pedía a gritos una renovación en varios apartados. El Lenovo IdeaPad Yoga 2 Pro es la respuesta a esa demanda, y sus novedades son importantes. La pregunta es: ¿son suficientes?
Para el que suscribe este análisis, los nuevos equipos portátiles deben ser ya sustitutos válidos del PC de sobremesa. Así pues, la primera consideración es la de si este equipo podría convertirse en el único con el que trabajar y disfrutar tanto en casa como en la oficina o llevarse a viajes. A priori, Lenovo parecía tener una apuesta segura en ese apartado, aderezada además con ese singular sistema de bisagra que permite colocar el Yoga 2 Pro en cuatro modos distintos. Y entonces comenzaron las pruebas.
El diseño no debe comprometer la usabilidad
El Lenovo Yoga 2 Pro hereda buena parte de las líneas básicas de diseño de su predecesor, y el resultado es notable. La carcasa plástica tiene un acabado ligeramente rugoso que la hace muy agradable al tacto. No sólo eso: es claramente más cálida que por ejemplo la carcasa del MacBook Air cuyo chasis de aluminio lo convierte en un equipo muy, muy frío.
Lenovo propone dos colores para el acabado exterior, un elegante gris plata --el que probamos nosotros-- y un divertido y llamativo naranja. Ese color no afecta al diseño interior, en el que nos encontramos --siempre en tonos negros-- el discutible teclado (más sobre esto más adelante) y un touchpad de tamaño aceptable dada la diagonal de 13 pulgadas de su pantalla.
Pero antes de eso es importante destacar algunas extrañas elecciones de Lenovo a la hora de completar este equipo. Por ejemplo, la presencia de un puerto USB 3.0 y uno USB 2.0, algo que nos hace preguntarnos inmediatamente por qué no son los dos USB 3.0.
Pero sobre todo extraña la colocación del botón de encendido. Éste se encuentra en el lateral derecho, muy escondido y con un acceso especialmente incómodo, suponemos que para evitar encendidos o apagados accidentales. Aún así, esa posición "remetida" de este botón no nos parece demasiado afortunada, y hubiera sido mucho más conveniente situarla en la parte alta del teclado, donde hay espacio de sobra.
Una vez abrimos el Yoga 2 Pro nos encontramos, como decíamos, con un teclado singular. Y lo es no ya por sus teclas "tipo Scrabble" (con una ligera curvatura que ciertamente las hace cómodas) sino por la disposición de la parte derecha. La última fila de teclas en ese margen está ocupada por los accesos a las teclas de Inicio, Fin, página arriba y página abajo, cuando uno esperaría normalmente tener una tecla Enter con, sobre todo, más tamaño y relevancia.
Las teclas de función también tienen un comportamiento curioso, ya que combinan ese carácter nativo como el de ser accesos directos a opciones como las de subir o bajar el volumen, activar el modo avión (deshabilitar la conectividad WiFi) o subir y bajar el brillo de pantalla. No queda claro qué función vamos a encontrarnos cuando pulsamos una de estas teclas con o sin la combinación de la tecla Fn situada en la parte baja de la pantalla, y tendremos que acostumbrarnos tras algunas sorpresas iniciales a ese funcionamiento real de esa fila de teclas. Por ejemplo, para cerrar ventanas de Windows normalmente hace falta usar la combinación Alt+F4, pero en el Lenovo basta con pulsar F4. Lo mismo ocurre con el refresco de pantalla, explorador de archivos o navegador (Alt+F5), que en este caso se puede realizar pulsando la tecla F5 sin más.
Otro apartado importante y notorio de este renovado teclado del Lenovo Yoga 2 Pro está en el soporte de la retroiluminación, una característica especialmente útil para los "usuarios nocturnos" que no obstante también cuenta con limitaciones. Tendremos que activarla manualmente, y no hay grados distintos de retroiluminación: o lo enciendes o lo apagas, y siempre con la combinación de teclas Fn+Barra Espaciadora.
El touchpad situado justo debajo y en una posición central, tiene un tamaño decente y en la parte baja disponemos de dos áreas presionables que se corresponden con los tradicionales botones izquierdo y derecho del ratón. Esa presión puede ser sustituida en la configuración por ligeros toques con uno, dos o más dedos, pudiendo configurar las acciones que activan esos gestos táctiles en el panel de control.
El diseño es de nuevo aparentemente correcto, pero no así sus prestaciones, en las que encontramos varias limitaciones. La utilidad de configuración de Windows 8.1 apenas ofrece opciones para aprovechar este touchpad y configurar sus opciones, algo que sí podremos hacer con la utilidad propia de Synaptics. En los foros de Lenovo muchos usuarios recomiendan instalar drivers genéricos de la firma, y no los de este fabricante, y con razón: la activación de funciones avanzadas es farragosa.
El ejemplo perfecto lo tenemos en el gesto de toque con 2, 3 o 4 dedos, que no funciona como debe a no ser que desactivemos las opciones para los lamados "Edge Swipes" en la configuración avanzada del dispositivo. No solo eso: tras hacerlo, solo podremos configurar adecuadamente esos gestos táctiles desde el editor de regimousestro de Windows, algo inexplicable para un producto de gama alta como este que debería haber pasado por unos tests de usabilidad mucho más exigentes. Tardé cerca de 20 minutos (sabiendo buscar) en lograr encontrar la respuesta a este problema para algo tan simple como eso.
Poder usar el toque con dos dedos en Chrome y que apareciera el menú emergente con las opciones al realizar ese toque (abrir un enlace en una nueva pestaña, copiar el texto seleccionado o buscarlo en Google, etc) era al fin posible. Aunque los gestos básicos funcionan --incluido el desplazamiento en scroll vertical con dos dedos-- de forma aceptable, las preferencias de sistema de Lenovo deberían tener mucho más en cuenta la configuración avanzada de algo tan crítico como el touchpad de un portátil.
La pantalla del Lenovo IdeaPad Yoga 2 Pro es, por supuesto, su característica más destacada, aunque no por ello -y en esto ahondaremos más adelante-- su inclusión sea perfecta en todos los sentidos. En el marco de la pantalla, algo grueso para mi gusto, encontraremos en la parte baja un botón táctil con el logotipo de Windows. Este botón es clave para el funcionamiento de este modelo en formato tablet, ya que da acceso al Inicio y a un flujo de trabajo en modo táctil muy relevante para cierto sector de usuarios.
Más híbrido imposible
La pantalla es, como decíamos, la característica más destacada de la renovación de este portátil de Lenovo, pero no es menos importante para la firma su camaleónico comportamiento, que permite que el Yoga 2 Pro adopte cuatro formas de ser usado gracias a su fantástica bisagra.
Esos modos de funcionamiento se dividen en cuatro: modo portátil, modo tienda, modo tablet y modo kiosko. Todos ellos basan su funcionamiento en la bisagra del Lenovo Yoga 2 Pro, que es una pieza de ingeniería destacable ya que ofrece todo tipo de ángulos para posicionar la pantalla a nuestro gusto.
No sólo eso: la resistencia que ofrece esta pantalla es excelente, permitiendo usar la pantalla táctil sin que la pantalla cambie de ángulo por esa presión, pero sin resultar demasiado dura para que podamos ajustar continuamente el ángulo de abatimiento cuando lo necesitemos.
Los más interesantes son lógicamente los modos de portátil --el que más utilicé de largo-- y el modo tablet, pero los modos tienda y kiosko son igualmente válidos para algunos escenarios. Por ejemplo, en reuniones con amigos o familiares donde estamos enseñando fotos o vídeos y queremos disfrutar --ahí sí tiene sentido especial-- de la comodidad de la pantalla táctil para pasar de una a otra.
El modo tablet es especialmente destacable por cómo Lenovo lo ha ejecutado. Como sucedía con su antecesor, la pantalla se abate completamente para que podamos trabajar únicamente con el modo táctil. De hecho, al abatirla el teclado se desactiva completamente. La sensación es rara --al coger el tablet tenemos teclas en la parte inferior, y no una superficie plana-- pero lo cierto es que el funcionamiento de este modo salvo por esa curiosidad es el que podría esperarse.
Por supuesto, la utilidad de un tablet de 13 pulgadas es discutible. El peso del Yoga 2 Pro no es exagerado (1,39 kg) para un portátil, pero sí notable para manejar el tablet cómodamente durante largos periodos de tiempo.
Lo cierto es que durante nuestra experiencia con este portátil de Lenovo quedó claro que es interesante contar con todas las opciones que proporcionan esos 360º de abatimiento, pero en la mayoría de los casos acabamos trabajando en modo portátil.
El modo kiosko que deja el teclado detrás de la pantalla es útil por ejemplo si estamos tumbados con el Yoga 2 Pro apoyado en nuestro cuerpo, mientras que el modo tienda es curioso para "demos". Por su parte, el modo tablet es, como comentábamos, interesante como opción, pero algo incómodo por las dimensiones de esta solución de Lenovo.
Es algo inevitable en este nuevo segmento que ha surgido con portátiles que disponen de pantallas táctiles y que en muchos casos se pueden convertir en tablets, o que incluso son precisamente el concepto opuesto: tablets que se pueden convertir en portátiles o Ultrabooks. El ejemplo perfecto es el Microsoft Surface Pro 2, cuyo comportamiento que se podría decir que es un 60% tipo tablet y un 40% tipo portátil. En el caso del Yoga 2 Pro, esa proporción es claramente distinta, más bien del 20% tipo tablet y del 80% tipo portátil (con los otros dos modos presentes tan solo ocasionalmente).
Aún así, es evidente que la propuesta de Lenovo es atractiva para muchos usuarios por esa libertad que ofrece en los modos de funcionamiento, algo que otras soluciones, sin duda, no pueden ofrecer.
Una configuración hardware con luces y sombras
Lenovo ofrece varias configuraciones para estos Ultrabooks híbridos, con procesadores que van desde los Intel (familia Haswell) Core i3 a 1,7 GHz a los Intel Core i a 1,8 GHz, y que pueden contar con hasta 8 GB de memoria RAM DDR3L y con hasta 512 GB en sus unidades SSD internas.
En nuestro caso contamos con una versión con un Intel Core i5-4200U a 1,6 GHz (GPU Intel HD 4400) y con 4 GB de memoria RAM. La unidad SSD es de 128 GB, y en el apartado de los puertos tenemos un puerto USB 3.0, otro USB 2.0, salida de auriculares y entrada de micrófono, salida micro-HDMI y ranura lectora de tarjetas SD/MMC, además de la casi impresincible webcam 720p.
La batería de 4 celdas no es reemplazable por el usuario, y cuenta con una capacidad de 54 Wh que se convierte en uno de los puntos flojos del equipo: aunque Haswell ayuda a la eficiencia y se consiguen mejores autonomías que con su predecesor, la pantalla --hablamos de ella más adelante-- se convierte probablemente en un obstáculo para lograr mejores rendimientos en este apartado. En nuestras pruebas con un uso normal (música continua, algún vídeo, navegación por Internet y varias aplicaciones corriendo simultáneamente) la batería aguantó unas 6 horas y media en el mejor de los casos.
Teniendo en cuenta la eficiencia que se consigue en los nuevos MacBook Air (hasta 12 horas) y en varios equipos de esta gama, lo cierto es que este apartado de la autonomía es uno de los que más penalizan un equipo que en otros aspectos es destacable.
No es el único punto que deja una sensación agridulce: uno esperaría encontrar en estos nuevos modelos conectividad 802.11ac como ocurre en otros modelos, pero por el momento tendremos que esperar: el chip WiFi instalado proporciona conectividad 802.11n que, eso sí, se comportó de forma notable en nuestras pruebas.
La ausencia de un puerto Ethernet en el equipo también es un pequeño hándicap para quienes como el que suscribe pretenderían sustituir todos sus equipos por este Yoga 2 Pro. Lenovo no proporciona un adaptador de USB a Ethernet de serie, aunque sí comercializa uno para el puerto USB 2.0. Hay otras opciones, desde luego, como los docks universales de Plugable que proporcionan todo tipo de salidas una vez conectamos el dock al puerto USB 3.0 de este (o cualquier otro) equipo. No es la solución óptima para muchos, pero es una alternativa perfectamente válida para poder acceder a un puesto de trabajo de escritorio de forma sencilla en nuestra casa o en nuestra oficina conectando un monitor de mayor tamaño o ratones y teclados con los que nos manejemos con más soltura.
La ventilación del equipo también nos dio algunos problemas. No solo a nosotros: un rápido vistazo a los foros de soporte de Lenovo deja claro que otros usuarios se han visto afectados por un problema en la gestión de los ventiladores, que no detectaban correctamente cuándo deben ponerse a funcionar y a qué revoluciones por minuto. Por supuesto, eso tiene un impacto directo en la sonoridad del portátil, que en ciertos casos se ponía a bufar sin que hubiera motivo aparente --apenas unas cuantas pestañas de Chrome-- para ello.
La solución residió --al menos en nuestras pruebas-- en la utilidad NoteBook Fan Control, que ya ofrecía soluciones para la primera generación de los Lenovo Yoga y que permite establecer perfiles XML con la configuración adecuada para cada caso. Tanto la utilidad como el perfil están accesibles desde los foros de ComputerBase, lo que afortunadamente solucionó el problema.
La pantalla y su resolución: ¿está Windows preparado para HiDPI?
Llegamos a uno de los puntos álgidos del análisis: el comentario sobre la excepcional pantalla del Lenovo Yoga 2 Pro, que es claramente protagonista en la descripción de las especificaciones del equipo y que es sin duda gran atractivo del mismo.
La pantalla IPS de 13,3 pulgadas ofrece una resolución de 3.200x1.800 píxeles, lo que resulta en una densidad de píxel de 276 ppp. La mejora con respecto al modelo anterior (1.600x900) es evidente, pero es que además se trata de una de las pantallas mejor resueltas del mercado actual, superando en resolución a los MacBook Pro con pantalla Retina que alcanzan los 2.560x1.600 con esa misma diagonal. Los ángulos de visualización son amplios y el gamut de color de su pantalla con acabado brillo (glossy) hace que los colores sean vibrantes.
Pero donde se nota la calidad de la pantalla, desde luego, es en su definición. Para aquellas aplicaciones que lo permiten, el salto de calidad es dramático. El primer ejemplo es Internet Explorer, que Microsoft afortunadamente ha preparado para soportar los modos HiDPI presentes en resoluciones como la que maneja el Yoga 2 Pro.
La definición de las tipografías en los iconos de pantalla y en todos los elementos nativos de Windows es también excepcional, pero si empezamos a salirnos de la oferta por defecto de Microsoft comienzan los problemas.
En mi caso, los primeros cabezazos surgieron con Chrome, mi navegador habitual y que a priori no se lleva bien con los modos HiDPI. Afortunadamente hay solución: desde Chrome 31.x es posible acceder a las opciones avanzadas de configuración del navegador (chrome://flags), en las cuales existe una casilla que permite activar ese soporte. La diferencia entre activarlo y no hacerlo es espectacular y precisamente deja claro el problema que todos estos portátiles con pantallas con resolución QHD+ (o WQXGA+) tienen.
Así es: varias aplicaciones tienen problemas con esa resolución que no siempre entienden las aplicaciones tradicionales. Ocurre con soluciones como Photoshop, por ejemplo, donde los menús y todos los elementos gráficos reducen su tamaño para adaptarse a la resolución nativa de esta pantalla. Eso hace complicado trabajar de forma fluida --a no ser, claro, que tengamos una vista privilegiada-- en una pantalla con esta diagonal, y refleja los problemas que Microsoft debe comenzar a solucionar en el modo de trabajo clásico.
También hay algunos problemas (no graves, pero problemas al fin y al cabo) con el uso de un monitor externo. Conectamos un monitor de 24 pulgadas a través de un cable micro-HDMI a HDMI --que por supuesto no viene incluido-- y Windows 8.1 detectó el cambio en la resolución pero no reescaló adecuadamente algunos elementos como la barra de tareas y las tipografías usadas por ejemplo en el reloj del sistema, que aparecía gigante en primera instancia.
Al mover ventanas desde una pantalla a otra ese cambio en la resolución (la del monitor de 24 pulgadas en este caso era de 1.920x1.200) el sistema operativo trataba de mantener la proporción, pero de nuevo algunos textos e imágenes estaban pixeladas, como si aumentáramos el tamaño de una imagen de pequeña resolución. El efecto es desconcertante, y deja claro que en Redmond tienen aún que trabajar mucho en esa gestión de las altas resoluciones. Por supuesto, no será solo labor de los responsables de Windows: los desarrolladores de terceras partes también tendrán que comenzar a pensar en que estas resoluciones no tardarán demasiado en hacerse realmente populares.
Eso sí: la cosa cambia cuando usamos la nueva interfaz nativa de Windows 8.1, el sistema preinstalado en el equipo. Visualizar las aplicaciones del tiempo o noticias es una verdadera maravilla gracias a la definición de todos los elementos, y las fotos de esos contenidos --obviamente, si son de alta resolución-- demuestran todo su esplendor en esta pantalla. Lo mismo ocurre con los vídeos 4K --hay varias muestras en YouTube que lo dejan patente-- que de nuevo dan sentido a la experiencia que puede proporcionar una pantalla de este tipo.
A estas últimas luces hay que añadirle una sombra más, ya citada anteriormente: el consumo de batería que exige este componente es lógicamente superior al de una pantalla con una resolución inferior. Eso hace que los usuarios interesados en este equipo deban sopesar con detalle si prefieren una pantalla con esta definición o prefieren acceder a un equipo con una autonomía algo mayor. El problema de hecho no está solo en esa autonomía, sino en el hecho de que las aplicaciones para Windows no están preparadas en muchos casos para resoluciones HiDPI
De software y bloatware
Como habíamos comentado, el Lenovo Yoga 2 Pro ofrece Windows 8.1 preinstalado y preparado para funcionar con prácticamente todas las actualizaciones necesarias de los últimos meses. No tuvimos que aplicar parches de ningún tipo, pero sí que acabamos realizando pruebas con la descarga de los drivers oficiales de Synaptics para acceder a un panel de preferencias más avanzado que nos diera acceso a la configuración de ciertas opciones, algo en lo que ya incidimos en un punto anterior de este análisis.
Por supuesto, la oferta software de Lenovo no acaba ahí, y los responsables de este apartado cometen el mismo error de muchos otros fabricantes: instalar un buen conjunto de aplicaciones en forma de versiones de evaluación que el usuario puede o no querer tener instaladas.
Entre ellas destaca el software de seguridad de McAfee, que se instala en versión de evaluación y que resulta incómodo y redundante. Sobre todo porque en Windows 8.1 ya se incluye Windows Defender y la suite Microsoft Security Essentials integrada, lo que es un buen punto de partida para usuarios que, eso sí, luego podrán optar por cualquier otra suite de seguridad adicional, pero eso sí, en formato completo.
Esa opción es molesta, pero al menos hay que reconocer que Lenovo intenta ofrecer un conjunto de aplicaciones que precisamente están pensadas para los distintos modos de funcionamiento de este Ultrabook híbrido. Así, tenemos un buen ejemplo en Yoga Chef una aplicación que nos ayuda a cocinar y que se puede controlar con órdenes de voz. Yoga Photo Touch, Yoga Camera Man o Yoga Phone Companion intentan aprovechar el hardware de este equipo y de demostrar sus posibilidades.
No solo se integra ese software: la oferta se completa con aplicaciones de terceras partes como Skype (lógico, teniendo en cuenta que al fin es nativa en Windows 8.1), Zinio, Fresh Paint, o Evernote. Otras son elecciones más bien discutibles (eBay, Rara.com o Hightail, por ejemplo). Todas ellas están pensadas para la nueva interfaz de Windows 8/8.1, pero hay otras que no necesariamente son para ello, como Dragon Assistant y utilidades curiosas de Lenovo como Veriface (reconocimiento facial), Transition (para establecer modos de funcionamiento según el modo en el que esté el Yoga 2 Pro), Motion Control (para reconocimiento gestual) o la propia tienda de aplicaciones de Lenovo con propuestas pensadas para este tipo de equipos híbridos.
Lo cierto es que aunque buena parte de la oferta es hasta interesante para el usuario novel, los usuarios avanzados o con algo más de experiencia quizás se sientan un poco incómodos con una oferta que no habían pedido. Para ellos existen utilidades como PC Decrapifier que precisamente se encargan de desinstalar bloatware y aplicaciones preinstaladas que no queremos y que dejan el equipo un poco más a nuestro gusto. Eso sí, es interesante instalar y ejecutar esta aplicación nada más comenzar a utilizar el equipo, e incluso luego podremos instalar algunas utilidades que sí pueden ser interesantes con metaplicaciones como Ninite.
A favor
- Modos de funcionamiento
- Resolución de pantalla
- Rendimiento
En contra
- Problemas iniciales de configuración
- Nada de Ethernet, un solo puerto USB 3.0
- Autonomía mejorable
Lenovo IdeaPad Yoga 2 Pro, la opinión de Xataka
Las primeras impresiones con el Yoga 2 Pro fueron contradictorias: la posición de algunas teclas en el teclado, el esquivo comportamiento del touchpad y los problemas con la ventilación o el soporte de algunas aplicaciones en modos HiDPI resultaron ser inconvenientes serios para poder disfrutar del equipo desde el primer momento, algo que cualquier usuario de a pie esperaría de una solución de este tipo. [[image: {"alt":"Lenovo IdeaPad Yoga 2 Pro","src":"27dab1\/lenovo-ideapad-yoga-2-pro-29","extension":"jpg","layout":"normal","height":382,"width":650}]] Y eso que los Lenovo IdeaPad Yoga 2 Pro son equipos realmente competitivos en precio: en nuestro país parece que la configuración base partirá de los 1.299 euros (suponemos que será esta con la que hemos trabajado, un Core i3 se nos antoja una opción que iría en detrimento de una buena relación/precio) y que se irá ampliando según optemos por mejores componentes hardware. En Estados Unidos el precio es muchísimo mejor, con costes a partir de 1.099 dólares que es posible incluso ver reducidos en ciertos comercios. Pero a pesar de esas primeras sensaciones encontradas, lo cierto es que una vez solucionados los problemas el Lenovo Yoga 2 Pro se convierte en una máquina realmente destacable. No es difícil acostumbrarse al teclado, cuyo tacto acaba siendo excelente --estas 4.000 palabras escritas el Yoga 2 Pro lo atestiguan--, y esa resolución de pantalla en la que leer, escribir o ver fotos y vídeos es una maravilla hace que perdonar esos primeros "pecadillos" sea mucho más fácil. Acceder a un Ultrabook híbrido con pantalla táctil y con esa resolución de pantalla por ese precio es algo especialmente destacable, y es cierto que aquí Lenovo ha sabido ofrecer un precio atractivo para esas prestaciones de las que muchos probablemente podrán disfrutar. Puede que un tablet de 13 pulgadas sea demasiado grande, e incluso puede que modos como el de tienda y el de kiosko sean más bien anecdóticos. Pero lo importante no es lo mucho que vayas aprovechar esas opciones: lo importante es que están ahí. Aun con sus defectos, este Yoga 2 Pro es un híbrido que yo mismo consideraría como serio candidato a convertirse en el único equipo necesario para mi día a día, tanto en el trabajo como en casa. Si no fuera por esos famosos pecadillos...El portátil ha sido cedido para la prueba por parte de Lenovo España. Puedes consultar nuestra política de relaciones con empresas
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