Hace año y medio os contábamos que las icónicas cabinas telefónicas de Londres iban a empezar a ser sustituidas por módulos WiFi para poder conectarse a ellos. Pero parece que no están empezando con buen pie, y ya han empezado a provocar cierta alarma entre los defensores de la privacidad por la manera en la que tratan los datos de sus usuarios.
Tal y como se pueden leer en los términos de uso y política de privacidad que tienes que aceptar para conectarte a estos dispositivos, cuando lo haces le estás dando permiso a la empresa para obtener tus datos personales que permitan identificarte como individuo, y compartirlos con otras empresas de terceros.
La primera voz de alarma la ha publicado en un artículo Ross Atkin, creador en 2015 del 'Manifesto for the Clever City'. En este manifiesto, Atkin apuesta por unas Smart Cities en las que la tecnología esté orientada al bienestar de los usuarios y no a obtener beneficios económicos de los datos que se obtienen. Y esto es, precisamente, lo que avisa que está pasando en Londres.
El Gran Hermano que aceptamos sin saber
Esta red de puestos WiFi está siendo instalada por la empresa británica de comunicaciones BT, en colaboración con la empresa publicitaria Primesight y Intersection, una startup dedicada a las ciudades conectadas que cuentan entre sus inversores con empresas como Sidewalk Labs, una de las subsidiarias de Alphabet.
Cuando te conectas a través de uno de estos puestos, las cabinas obtienen la dirección MAC de tu dispositivo, una dirección única que se asigna a todos los dispositivos conectados y con la que pueden identificarte y seguir tus movimientos. Estos datos, siempre según la política de privacidad, podrán ser cruzados con otros para obtener una mejor identificación de cada usuario.
"Recopilamos información sobre usted de varias formas, incluidos datos personales", se puede leer en la política de privacidad. "Esto incluye cualquier información que, sola o en combinación con otra información que tengamos sobre usted, lo identifique como individuo, incluyendo, por ejemplo, su nombre, dirección postal, dirección de correo electrónico y número de teléfono".
Como suele pasar siempre que suceden hechos parecidos, toda esta información está oculta en esos términos y políticas de privacidad que todos deberíamos leer al utilizar un servicio, pero que raramente lo hacemos. El resultado, en caso de Londres, es que los usuarios le están regalando a las empresas que operan las cabinas sus datos personales.
Además, los datos obtenidos por estas cabinas podrían ser más en el futuro, ya que según la FAQ del fabricante, cada puesto incluye tres cámaras que "de momento están apagadas". También se describen los puestos como un sistema modular con el que en el futuro se podrán instalar, por ejemplo, sensores medioambientales.
Más allá de Londres, otras ciudades como Nueva York también han implementado puestos similares, y empresas como Google también están detrás de infraestructuras parecidas que ya han levantado ciertas críticas en Toronto por las posibles intenciones ocultas de la empresa. Y es que la venta de datos es un negocio muy goloso.
Y es precisamente este punto de la alarma social el más preocupante para Atkin. El ingeniero recuerda que en 2013 ya hubo un caso similar con contenedores de reciclaje que obtenían la dirección MAC de los dispositivos cercanos, pero que las quejas de los ciudadanos consiguieron que estos se retiraran. En cambio, ahora no está habiendo prácticamente ninguna queja, por lo que podría parecer que la ciudadanía está rindiendo su privacidad.
"Es cierto que la introducción de la asignación aleatoria de direcciones MAC en dispositivos móviles ha dificultado el seguimiento de personas sin su consentimiento explícito", termina explicando. "Sin embargo, como aluden en sus propias preguntas frecuentes, Intersection, BT y Primesight pueden solicitar una gran cantidad de datos de apoyo para aprovechar al máximo lo que recopilan de los quioscos".
La solución parte de los ayuntamientos
Según Atkin, la solución a este problema tiene que venir de los ayuntamientos, que en su opinión deberían impedir que grandes multinacionales controlen estos servicios. También dice que sería recomendable que desde la alcaldía se dicten unas normas que regulen cómo y para qué pueden recogerse y utilizarse los datos de los ciudadanos.
Sea como fuere, son cada vez más las ciudades que entran en la carrera por crear las denominadas "Smart Cities" o ciudades conectadas, y de momento no está habiendo demasiado debate sobre cómo tratar los datos que estas obtienen. Indudablemente, este es un problema del que tarde o temprano se va a tener que hablar mientras se van modernizando las ciudades, aunque no parece que demasiada gente esté prestando atención.
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