Por qué no voy a regalar nada de tecnología que espíe o que vaya contra la privacidad

Queridos Reyes Magos: no quiero un Google Home Mini, ni una Amazon Echo Look, ni una Nest Cam IQ, ni ningún otro aparato destinado a mejorar mi vida mientras espía todo lo que hago y digo.

Ese sería el comienzo de mi carta a sus majestades si aún la escribiera. En realidad es una política que aplico tanto para mí mismo como para todos los que me rodean, porque bastante tenemos ya con la monitorización masiva como para regalar tecnología que potencie aún más esa constante amenaza a nuestra privacidad.

Altavoces inteligentes conectados espía

Son sin duda regalos de lo más atractivos, seguro. Los altavoces inteligentes conectados han ido inundando este 2017 con una serie de propuestas cada vez más atractivas y unos asistentes que ya no solo nos escuchan y nos responden, sino que además son capaces (en según qué casos) de detectar amenazas para nuestras vidas y llamar a la policía.

Casi todas las grandes de la tecnología parecen querer atacar ese mercado con soluciones cada vez más variadas y versátiles. Tanto Amazon como Google, que fueron las primeras en ofrecer este tipo de productos con sus Echo y Home respectivamente, han ido ampliando esas familias para completarlas con pequeños altavoces inteligentes conectados que nos permiten tener siempre a nuestra disposición la ayuda de esos asistentes.

Microsoft no parece querer quedarse atrás y ya ha integrado tanto un kit para aplicaciones de voz como su asistente, Cortana, en un altavoz de Harman Kardon llamado Invoke. Es tan atractivo como sus competidores, pero plantea las mismas dudas que todos ellos.

Ya nos espían lo suficiente

Esos regalos navideños pueden parecer muy socorridos para todo tipo de usuarios, pero es que muchas de esas funciones ya las tenemos en nuestros dispositivos móviles actuales.

De hecho ya estamos contribuyendo bastante a esas tareas de monitorización y espionaje masivo. Lo hacemos con ese dispositivo que se ha convertido ya casi en un nuevo apéndice de nuestro cuerpo, el móvil, pero también con otras muchas soluciones tecnológicas que nos han traído tantas ventajas como nuevas amenazas para esa privacidad que ahora escasea.

Tenemos ejemplos por todos lados: están las pulseras de actividad, las cámaras de seguridad, los relojes inteligentes conectados, los televisores inteligentes conectados, aspiradores inteligentes conectados (también ellos, sí), nuestros portátiles con sus webcams y micrófonos (que quizás deberíamos tapar, como también sería lo ideal en móviles y tabletas), o todo aquello que lleve esa etiqueta de "inteligente" cuando en realidad debería llevar tan solo la etiqueta de "conectado". Porque inteligentes, lo que se dice inteligentes, no lo son (mucho).

No sé. Quizás ya podríamos acudir al 'de perdidos al río' y completar este maravilloso elenco de dispositivos con capacidad para espiarnos con todos esos nuevos prodigios que las Amazon, Google o Microsoft (entre otras muchas) nos traen para hacer que nuestra vida sea un poco más cómoda y mejor.

O quizás no. Queridos Reyes Magos, yo al menos este año quiero un poquito más de privacidad.

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