La llegada de la tecnología iBeacon de Apple ha sido calificada por muchos analistas como una de las pequeñas revoluciones en la forma en la que los usuarios acabaremos realizando compras o visitando museos. Ese seguimiento contínuo a través del móvil, no obstante, es ya una realidad.
Lo es en Canadá o Estados Unidos, donde varias empresas ya hacen un seguimiento de diversos usuarios y clientes para lograr detectar hábitos o lugares que frecuentan. La idea, dicen esos empresarios, es la de ofrecer una experiencia de compra adaptada a cada usuario. Buena excusa, pero que lógicamente incita al debate --de nuevo-- sobre la privacidad.
En The Wall Street Journal nos comienzan hablando del caso de Turnstyle Solutions, una empresa que coloca sensores en 200 negocios de Toronto para registrar cómo se mueven los compradores en esa ciudad. Estos sensores pueden seguir las señales de smartphones con la conexión WiFi habilitada, y revelan datos sobre esos usuarios que permiten "promocionar de forma específica según los gustos de los usuarios".
Esa fiebre por los datos de localización de los usuarios se ha extendido a otras impresas e incluso a operadoras como Verizon Wireless, que comenzó a registrar esos datos para ayudar a los responsables de las tiendas qué barrios eran los más adecuados por ejemplo para poner restaurantes, ya que en horas de comidas y cenas había mucho tráfico datos de localización de smartphones que se centraba en esas zonas geográficas.
¿Queremos compartir esa información?
Se supone que esos datos son anónimos: Turnstyle emite informes semanales con datos generales y no incluye nombres de la gente que proporciona esos datos, pero sí que recolecta los nombres, edades, géneros y perfiles en redes sociales cuando esos usuarios se conectan a Facebook a través de redes WiFi gratuitas proporcionadas por TurnStyle.
En los Estados Unidos las empresas no tienen que obtener el consentimiento de los usuarios para recolectar esa información, aunque algunos políticos tratan de hacer una reforma que obligue a que los usuarios den su consentimiento para recabar dichos datos.
Muchos usuarios ni siquiera se dan cuenta de esa recolección de datos, y en el diario cuentan el caso de Aj Tin, un estudiante universitario cliente del Rsquared Café que se sorprendió al descubrir que al utilizar la red WiFi de ese café estaba accediendo a que Turnstyle hiciera seguimiento de sus movimientos y le ofreciera a otros negocios un perfil general de sus actividades. Aunque aparece un mensaje en el que se indica que habrá recolección de datos de ubicación, los clientes no saben cómo (o si) se distribuirá esa información.
La propietaria de la tienda Rac Boutique, Glenna Weddle, es cliente de Turnstyle también, y en sus comentarios no parecía mucho más coherente en este sentido: "probablemente sería mejor no usar este sistema de seguimiento si tuviéramos que permitirle a la gente descubrirlo. No es invasivo. Podría hacer saltar alarmas sin razón alguna".
Para muchos (y me incluyo) esas declaraciones son muy peligrosas, y revelan esa tranquilidad con que parece que un usuario debe tomarse el hecho de que se le esté siguiendo por todas partes si no tiene cuidado. Puede que los usuarios quieran ceder esos datos a cambio de ofertas y recomendaciones personalizadas o de un servicio de mayor calidad en los negocios con los que trata habitualmente, pero de nuevo la privacidad se vuelve a considerar algo con lo que aparentemente se puede traficar sin que el usuario deba enterarse. De momento si estáis preocupados al respecto, recordad desactivar la conectividad WiFi cuando salgáis de casa.
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