Apple suele caminar despacio. No se deja llevar por el hype porque prefiere imponer el suyo. En estos años no ha lanzado teléfonos plegables ni ha preparado nada para el metaverso. Ni siquiera en la presentación de ayer dijo las palabras "Inteligencia Artificial" pese a que muchos de sus lanzamientos bien las ameritaban.
A cambio, solo presenta productos nuevos cuando ya está firmemente convencida de que ha conseguido la cuadratura del círculo, y aunque necesiten mejoras, los productos van llegando. Ahora ha iniciado un camino que será mucho más largo de lo habitual.
No solo la batería
Las Vision Pro son impresionantes, pero también tienen algunos trazos de ser un producto por terminar. Ver una película, un partido o trabajar un rato con esas enormes pantallas virtuales y las posibilidades que suponen son gloria efímera, porque las "hasta dos horas" que anuncia su batería, para mas inri colgando de un cable, no dejan acabar muchas experiencias. Al menos sin interrumpirlas antes de cambiar de batería. También se puede usar conectado a la corriente, pero limitando mucho la movilidad o el lugar en el que las usamos.
De todas formas, difícilmente será la batería lo que disuada a tantos compradores como su precio. 3.500 dólares que habrá que ver cómo se traslada a euros, pero como anticipo, el MacBook Pro 16" M2 Max que cuesta exactamente esa cantidad allí es el que cuesta 4.200 euros aquí, así que podremos darnos con un canto en los dientes si la conversión no supera los 4.000 euros.
Ese precio marcaría unas ventas que, según Bloomberg, han ido a la baja en las estimaciones previas de Apple. De tres millones a un millón... y a 900.000 unidades anuales. Si las cumple, son unos 3.150 millones de dólares en facturación. Al margen neto habitual del hardware de Apple, de en torno al 20%, quedarían unos 630 millones de dólares netos al año. El 0,6% de su beneficio en 2022.
Ese 0,6% no es nada para una empresa como Apple. No para un dispositivo que ha abierto su propia división, al menos en la categorización de la web de la empresa. Apple no ha querido incluirlo como ningún subapartado y estas gafas encabezan su propio menú.
Apple se cargó los iPhone mini por tener una cuota de mercado del 5% dentro de la división del iPhone. ¿Qué interés puede tener en un dispositivo que ha demandado tantos recursos para su desarrollo y que, a las cifras actuales y deslizadas por Bloomberg, estimamos en torno a un 0,6% de su beneficio?
La respuesta está en el largo plazo. En una situación radicalmente distinta para la empresa, el Macintosh de 1984 se vendía a 2.500 dólares (unos 7.600 dólares actuales). Algo al alcance de muy pocos.
Los Mac fueron bajando su precio a medida que la escala y la tecnología lo permitía, y desde hace muchas lunas, los Mac más económicos (MacBook blanco, MacBook Air o Mac mini) pueden comprarse por menos de cuatro cifras.
Algo así hace falta a largo plazo para que los dispositivos como el Vision Pro funcionen a gran escala. Como el plan de Elon Musk: fabricar un coche deportivo, usar las ganancias para fabricar un coche más asequible y reutilizar esas nuevas ganancias para crear otro aún más asequible. Roadster, Model S, Model 3.
Quizás las gafas de realidad aumentada del mañana requieran prescindir de componentes algo más superfluos, o para entonces sus componentes ya se hayan abaratado, la competencia haya apretado con alternativas similares a precios razonables o Apple haya logrado una cierta escala que permita bajar sus precios. O una mezcla de todo lo anterior. Y de esa forma poder empezar a ofrecer la realidad aumentada sin que implique un precio que anula a una gran parte de su clientela habitual.
Es eso o, irremediablemente, dejarla para el nicho del nicho. Difícilmente eso interesará a una empresa que se caracteriza por haber dejado atrás cualquier nicho para abrazar al público global para seguir haciendo crecer su facturación al son de lo que demanda su junta de accionistas. Pero difícilmente ocurrirá en poco tiempo.
Imagen destacada | Apple.
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