Hace un año Microsoft anunciaba que había firmado un contrato de 21.900 millones de dólares con el ejército de los Estados Unidos. Suministrarían sus gafas de realidad aumentada, las HoloLens 2, para aplicaciones militares.
Ahora responsables del gobierno advierten de que ese dinero podría ser un desperdicio si los soldados acaban por decidir que no compensan o no son capaces de usarlas como se debe. Las pruebas iniciales y su implantación final han ido retrasándose, y las dudas sobre el proyecto son sensibles.
Hablemos de las gafas de visión nocturna
En 2018 el ejército de EEUU invirtió 480 millones de dólares en 100.000 prototipos de gafas de realidad aumentada de la empresa de Redmond. El proyecto IVAS (Integrated Visual Augmentation System) acabó siendo expandido, y los responsables del ejército llegaron a un acuerdo por valor de 21.900 millones de dólares a lo largo de diez años.
Al final el despliegue de esa prueba inicial se retrasó a finales de 2022, y ahora el la Oficina del Inspector General (OIG) del Departamento de Defensa ha expresado dudas sobre el proyecto.
En un informe reciente, los analistas de esa oficina indicaban que "adquirir el IVAS sin conseguir la aceptación de los usuarios podría suponer el despilfarro de hasta 21.900 millones de dólares en fondos de los contribuyentes para poner en marcha un sistema que los soldados podrían no querer utilizar o no utilizar como estaba previsto".
En ese informe no se revelaban las opiniones de los soldados sobre esos prototipos, pero en el documento se explicaba que "si a los soldados no les gusta IVAS y no descubren que mejora de forma notable el cumplimiento de sus misiones, los soldados no lo usarán".
Douglas Bush, uno de los responsables de la adquisición de tecnología para el ejército, no estaba de acuerdo con la OIG y aclaró que los 21.900 millones de dólares eran el máximo gasto posible, pero que en realidad "menos de la mitad es lo que podría gastar el ejército de los EEUU".
También destacó que no se necesita la aprobación de los soldados para validar el uso de IVAS. Puso como ejemplo las gafas de visión nocturna que se lanzaron en la década de los 70 y que tampoco gustaron a los soldados inicialmente. Acabaron adaptándose a ellas y creando tácticas para poder aprovecharlas en todo su potencial. Ahora son un elemento ampliamente adoptado por el ejército, por lo que podría ser pronto para desechar la utilidad de las gafas de realidad aumentada.
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