Hace unos días que Oculus comenzó a distribuir las unidades de la segunda generación de sus gafas de realidad virtual. En iFixit lograron hacerse con uno de las nuevas Oculus Rift DK2, y se pusieron manos a la obra para destripar ese dispositivo y conocer todo lo que escondía su interior.
La sorpresa fue importante cuando se encontraron entre sus componentes con la misma pantalla que se usa en los Samsung Galaxy Note 3, incluido el controlador táctil (inútil en este caso) e incluso la capa protectora de la pantalla. En Oculus ni siquiera eliminan el logo de Samsung o los huecos para cosas como el botón de inicio, pero claro, les de igual: esa pantalla es una gran elección.
Sobre todo porque se trata de una pantalla Super AMOLED de 5,7 pulgadas de diagonal con resolución 1080p perfecta para ser integrada en las gafas y que además se puede conseguir en cantidades masivas y a precios mucho más reducidos que los que implicaría la producción de pantallas específicas para esas gafas.
La idea de acoplar una pantalla a este tipo de dispositivos no es nueva, y de hecho hace poco que la propia Samsung presentó una alternativa a las Oculus Rift que también usaba sus phablets como base. La relación entre ambas empresas es especialmente buena desde que en mayo acordaran una colaboración mutua, y parece que además de esos beneficios mutuos los usuarios seremos los que acabemos aprovechando las bazas tecnológicas de ambas empresas en productos muy competitivos.
En Oculus, eso sí, han elevado la frecuencia de funcionamiento de estas pantallas que pasan de los 60 a los 75 Hz. A ello se suma un modo de baja persistencia que precisamente evita el desenfoque en movimiento y provoca una inmersión con una reducción notable de los molestos efectos colaterales de vértigos y mareos tras un uso continuado.
Vía | ArsTechnica
Más información | iFixit
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