La llegada del iPhone y de Android fueron la respuesta definitiva a la pregunta "¿qué viene después del smartphone?". Los Nokia de principios de siglo (este concepto duele) ya dejaron entrever por dónde irían los tiros, pero solo estas plataformas sostuvieron el resultado a largo plazo.
La era post-PC, a menudo mal entendida como lo que reemplazaría por completo al PC, en realidad significaba lo que deslocalizaría muchas de las tareas antes limitadas a los ordenadores. Ni siquiera las tablets supusieron la ruptura total.
El término "computación espacial"
El iPad sentó las bases del resto del mercado de tablets: usó un sistema operativo móvil, no de escritorio como hacían las tablets anteriores sin ningún éxito, y propuso un diseño industrial que se convirtió en el estándar a seguir. Sin embargo, las expectativas que tenía la industria sobre las tablets no se cumplió, y su desarrollo como producto las dejó, más allá de en algunos gremios, como un accesorio para el entretenimiento multimedia.
Luego fue Apple la que tuvo que seguir tendencias ajenas para portatilizar el iPad, que ha acabado pareciéndose cada vez más a lo que plantean las Surface desde 2012, pero nada de eso evitó que la tablet siguiese sin ser lo que reemplazase a los ordenadores. Quizás una de sus mayores limitaciones para trascender al ordenador ha sido mantener el sistema operativo móvil. Ha evolucionado, ha habido ciertos esfuerzos por impulsarlo, pero iPadOS sigue sin ser suficiente para la mayoría.
No deja de ser un sistema operativo pensado para usar en pantallas táctiles, sin otros métodos de interacción que luego llegaron, pero las bases se han mantenido. También vive limitado por sus propias restricciones que le impiden ser visto como el sucesor de un ordenador: la multitarea en ventanas apiladas tiene muy poco margen, no se puede instalar software que apenas trascienda el formato de aplicación tradicional, el soporte de monitores externos ha llegado tarde y con asteriscos...
Ahora estamos a las puertas del debut comercial de las Vision Pro. Llegan con visionOS, un sistema operativo mucho más comparable a iPadOS que a macOS, pero también con una promesa por parte de Apple: no se ha limitado a hablar de ellas como un casco de realidad aumentada o de realidad virtual, sino que insiste en utilizar el término 'computación espacial'.
Ya sabemos que Apple tiende a utilizar sus propias marcas y a huir de las que usa el resto de la industria. Cuando presentó el iPhone 4 no dijo "pantalla de alta definición", sino "pantalla Retina", aludiendo a una mezcla digital y humana bajo un término mucho más memorable y exclusivo. En la propia presentación de las Vision Pro no dijo "Inteligencia Artificial", palabra del año, ni una vez, pero sí 'Machine Learning', y sobre todo, 'computación espacial'.
Es una declaración de intenciones: no es solo un nuevo dispositivo con un nuevo sistema operativo, sino otra forma de entender la informática personal por la que Apple cree que pasa el futuro.
Nadie sabe todavía si será lo que ocurra y si la gama Vision (sin el 'Pro', es importante que lleguen modelos más económicos) triunfará o se quedará por el camino. O si tendrá una vida comercial equiparable a la de los AirPods y el Apple Watch, o si consigue un éxito relativo, como el iPad; o se queda en un espacio intrascendente, como los HomePod.
Sin embargo, suena bastante prometedor liberarnos de las restricciones del espacio para las interfaces. Trabajamos en espacios marcados por la diagonal de nuestro monitor. Vemos una película limitados por el tamaño de nuestra tele. Usamos el móvil, a veces incluso para ver una serie o revisitar fotos antiguas, acotados a las pulgadas de su pantalla. Con las Vision Pro simplemente todo se superpone, en las dimensiones que queramos, sobre nuestro campo de visión.
Difícilmente muchísima gente podrá justificar los 3.500 dólares (más impuestos) que cuestan las Vision Pro para tener un ocio personal mejor, pero aplicarlas a la vida profesional puede hacer ese pago menos doloroso. No son un ordenador ni lo van a ser mientras visionOS siga siendo la versión espacial de iPadOS, pero para ciertas personas, eso es más que suficiente. Si pueden trabajar sin problemas desde su móvil o su tablet, ¿por qué no hacerlo de una forma mucho más espectacular?
Incluso los que necesitamos un ordenador podemos emparejarlo con las Vision Pro para ver escritorios expandidos ocupando todo el campo de visión, algo de lo que cualquiera puede beneficiarse. Quizás todavía haya margen de mejora para la nitidez de textos (habrá que probarlas), y quizás con dos pantallas 8K ya sea mucho más planteable un uso sin compromisos, pero el concepto es lo suficientemente prometedor.
Hay muchas ideas por explorar que marcarán el interés social por estos dispositivos. Se están viralizando varios conceptos: desde ver carreras de F1 con el circuito proyectado sobre la mesa, con la imagen de televisión al frente; hasta partidos de fútbol rodeados de cámaras subjetivas desde las que cambiar la visión de la jugada o ver muchas más estadísticas en tiempo real.
O asistir a una clase de una actividad deportiva siendo parte de ella, como teniendo enfrente a un monitor de una clase colectiva. O asistiendo a un suceso histórico desde el punto de vista de uno de sus participantes. O ver si el sofá que queremos comprar nos encaja en el salón. O pintar las paredes de otros colores. Todos estos usos que dentro de unos años nos parecerán hasta tontos, obvios, como cuando ahora repasamos lo que se decía sobre las posibilidades de Internet en los noventa.
Por supuesto que hay alternativas cercenadas en capacidades y mucho más baratas, como las Meta Quest 3, pero popularizar una nueva categoría no está al alcance de cualquiera, y si alguien ha demostrado poder hacerlo incluso sin llegar el primero al mercado (auriculares inalámbricos, relojes inteligentes, tablets basadas en sistemas operativos móviles), esa es Apple. Ha tenido que seguir un mercado establecido en otras ocasiones, como cuando llegó la última a los teléfonos grandes en 2014, pero su impacto suele ser otro.
Cascos de realidad virtual tenemos desde hace mucho tiempo, incluso algunos más que válidos para experiencias de ocio puntual, pero nunca han terminado de triunfar. Ni mucho menos. Hace diez años Samsung puso esfuerzos en el suyo y acabó olvidándose de ellos igual que de los televisores curvos.
Pocas empresas han demostrado la capacidad de sacar adelante un nuevo género, no solo a través de sus productos sino de los de toda la industria, como Apple.
Imagen destacada | Igor Omilaev en Unsplash
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