El disco de vinilo está de moda, pero queda un montón de formatos de reproducción musical olvidados

El disco de vinilo está de moda, pero queda un montón de formatos de reproducción musical olvidados

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El disco de vinilo está de moda, pero queda un montón de formatos de reproducción musical olvidados

A estas alturas, ya más o menos todos estamos al tanto de que el disco de vinilo ha vuelto. De momento, parece que lo ha hecho para quedarse: a finales de 2015 ya generaba más beneficios que los principales servicios de streaming musical juntos, y van apareciendo ingeniosos gadgets dirigidos a él, como por ejemplo el giradiscos LOVE.

Personalmente me encanta que el vinilo vuelva a estar vigente, pero a pesar de ello hay otros soportes con los que compartió espacio en el tiempo (aunque fuese brevemente) que no han sido recuperados. Mejor dicho, no han sido recuperados todavía, porque con la actual moda retro todo puede pasar. En este artículo vamos a hablar de formatos de reproducción musical olvidados, repasando algunos de los más emblemáticos.

Antes de continuar, debo decir que he tenido una lucha interna bastante fuerte sobre si incluir o no la cinta de cassette. Al final he creído conveniente no hacerlo, debido a que también están volviendo desde hace algo más de un año.

Fue el primer contacto de muchos de nosotros con la "copia privada", a veces las comprábamos cuando el dinero no daba para CDs y también fue la primera experiencia de muchos de nosotros con la música portátil (aquellos walkman...), pero su resurgencia las deja fuera de esta lista.

El cartucho de ocho pistas

8 track

Este formato apareció en 1964, sólo 18 meses después de que llegase la cinta de cassette. Como formato, parecía tenerlo todo: era pequeño, portátil y según este artículo publicado en Ars Technica tenía una calidad de sonido bastante buena. Por si fuera poco, tenían la capacidad de reproducir sonido cuadrafónico.

¿Y qué es el sonido cuadrafónico? Para que nos hagamos una idea pensando en formatos actuales, sería como un equivalente a un surround 4.0. El audio se registra en un sistema de cuatro pistas, y se reproduce a cuatro altavoces, por los cuales pasaba cada una de las pistas, que eran (en su mayor parte) independientes. Como sistema de sonido, la cuadrafonía estuvo vigente de 1969 a 1980.

El cartucho de ocho pistas fue inventado como una forma de llevar los sistemas de alta fidelidad a los coches. Se trataba de una respuesta al llamado Highway HiFi, que incorporaba un pequeño reproductor de discos de vinilo de siete pulgadas en los automóviles. Se trataba de un sistema de lujo para la época: sólo los más famosos tenían acceso a él.

Sin embargo, el Highway HiFi tenía un serio problema: la aguja saltaba cuando el vehículo pasaba por algún bache. Cuando estaba parado o iba a velocidades muy bajas no había problema, pero en otro tipo de situaciones escuchar musica con este sistema era imposible.

Con este sistema de cinta se eliminaba el problema de los saltos, pero eso no significa que no tuviese sus propios problemas: su producción salía bastante cara, eran difíciles de reparar y el paso del tiempo acababa haciendo estragos en su sonido. Además, las capacidades cuadrafónicas del cartucho nunca se llegaron a explotar del todo.

El cartucho de ocho pistas vivió hasta finales de la década de 1970. En la década de los 80 ya apenas se producían grabaciones en este formato, dado que las cintas de cassette costaban mucho menos de fabricar y tendían a durar más en el tiempo.

Aún así, hoy en día este formato cuenta con un dedicado grupo de seguidores que siguen pensando en él. Incluso ha habido músicos que quiseron usarlo para lanzar sus trabajos. Sin ir más lejos, Kurt Cobain quiso lanzar _In Utero_ en este formato, aunque no vivió lo suficiente para verlo.

Magnetófonos de carrete de cinta

magnetofono

Durante mucho tiempo (quizá debido por igual a cierta ignorancia por mi parte y a mi formación como técnico de sonido) pensé que los magnetófonos de carrete sólo se encontraban en estudios de grabación en los tiempos del analógico, y actualmente en los pocos que se resisten a dar el salto al digital.

Como es obvio, estaba equivocado. Según se puede leer en este artículo en The Verge, el magnetófono de carrete de cinta tiene su público entre los audiófilos más exigentes. En medios especializados en alta fidelidad como The Absolute Sound, publicaron en 2013 una reseña de un nuevo magnetófono ideado por un grupo de ingenieros, que se agrupaban bajo el paraguas de United Home Audio. Se trataba del UHA-HQ Phase 11, al que llamaban _vinyl killer_.

¿Por qué tanta contundencia a la hora de afirmar eso? Para empezar, porque la cinta usada en este soporte posee un mayor rango dinámico (lo que hace que el sonido esté menos "comprimido", por así decir) que los discos de vinilo, con una respuesta muy buena en frecuencias graves y agudas.

Otra ventaja frente al vinilo es que la música que se graba en estos carretes requiere un procesado de señal mucho menor, con lo cual el sonido que obtiene el oyente a través de estos equipos es muy, muy fiel al del master (la "primera prensa" del disco, por así decir) original. Sirva de ejemplo el siguiente vídeo:

Deep Purple es un grupo que todo el mundo conoce, y _Highway Star_ es uno de sus temas más emblemáticos. Pues bien, a pesar de que esto es un vídeo de YouTube (y teniendo en cuenta que conozco la canción bastante bien), con una primera impresión ya se percibe una enorme diferencia. ¿Remasterizaciones digitales? ¿Para qué? Es la primera vez que puedo escuchar el solo de teclado tal y como lo grabó Jon Lord y casi, casi como se escuchaba en el estudio.

Ahora bien, tener un sonido tan fiel al master original en casa no es para todos los bolsillos. United Home Audio, de los que ya hemos hablado con anterioridad, empiezan su lista de precios por nada menos que 6.500 dólares. Y en lo que respecta a los álbumes, en páginas como Discogs se pueden encontrar a precios que van de lo razonable, a lo asquerosamente caro.

Eso sí, escuchar cualquier álbum grabado en este formato requiere de cierta paciencia y, por qué no decirlo, de cierta práctica. Hay que cargar manualmente la cinta en el reproductor, y bobinar a mano las primeras vueltas (con el riesgo de romper el soporte que eso conlleva).

Cassette compacto digital (DCC)

Digital Compact Cassette Front

Este formato surgido a finales de 1992 como una colaboración conjunta entre Philips y Matsushita tuvo una vida muy corta. Se lo vendió como un sucesor y sustituto de la cinta de cassette de toda la vida, según publicaron en Ars Technica.

A pesar de todo esto, no podemos obviar que el DCC fue una propuesta valiente en su momento. No hay que olvidar que Philips había lanzado el CD con mucho éxito, además de los CD-ROMs. En esta época también se estaba empezando a desarrollar el CD-i (que fracasaría en el mercado), así que envalentonados por sus últimos éxitos y por el furor por la tecnología digital, se lanzaron a la conquista de otro nicho de mercado.

La misión de Philips y Matsushita con el DCC era crear un medio digital de grabación de alta calidad, que debería ser barato, retrocompatible (con los soportes analógicos de cassette, evidentemente) y que sería útil en estudios de grabación y en entornos domésticos. Además, se podrían comprar álbumes en este formato en cualquier tienda de discos.

Pero, ¿cómo podía ser algo tan taradicionalmente analógico como una cinta de repente digital? La respuesta es bastante simple. La información digital se registraba en la cinta magnética de la misma manera que se hace en un CD o en un DVD. El reproductor después lee el código de la cinta conforme pasa por los cabezales, y lo descodifica en un flujo de sonido.

En su momento esta tecnología fue bastante impresionante. Las cintas digitales tenían dos caras en estéreo, de cuatro pistas cada una, y podían durar hasta 90 minutos. Además, sus reproductores también funcionaban con cassettes de mayor antigüedad que el DCC.

Además de esto, Philips fue la responsable de crear el formato MPEG-1 Audio Layer, más conocido como mp1, que se usó en estas cintas de cassette digitales.

Entonces, si el DCC era tan bueno, ¿por qué no triunfó? El primer problema al que se enfrentó Philips y el resto de fabricantes de alta fidelidad que se subieron a este carro fue la reacción del público frente al precio de los aparatos, que hoy en día y según Ars Technica se situaría en las cuatro cifras. Aunque los que sólo reproducían eran relativamente baratos, los que reproducían y grababan costaban un dineral.

El segundo obstáculo fueron diversos problemas con los cabezales de lectura, lo que hizo que el DCC cogiera una fama de formato problemático que, al parecer, requería limpiezas regulares de dicho componente. Es por todos sabido que al público no le gustan los productos problemáticos, lo que justifica en cierto modo parte del desdén de los usuarios.

El tercer y último problema fue un formato del que también hablaremos aquí, el MiniDisc de Sony. A pesar de sus estándares más limitados con respecto al DCC, era más pequeño, más portable, más barato y más rápido.

Curiosamente, el DCC no ha conseguido una gran base de entusiastas que lo reivindiquen tras su muerte en 1996, como sí ha pasado con el cartucho de ocho pistas o con el disco de vinilo. Hoy en día los reproductores del formato se pueden encontrar por bastante dinero en eBay, y los precios de las grabaciones en este formato pasan de lo razonable a lo impagable, igual que sucede con los álbumes para magnetófonos. Se pueden conseguir en páginas como Discogs.

MiniDisc

Minidisc Sony Mz1

En 1992, Sony desvelaba una tecnología que esperaba pudiese transofrmar la relación del oyente con la música. Las cintas de cassette eran un engorro, y se deterioraban con el paso del tiempo. El vinilo parecía que tenía las horas contadas. El CD era para escuchar, no para grabar (entonces). ¿Y el MiniDisc? Aquel disco óptico encerrado en un cartucho podía hacerlo todo.

Según The Guardian, el gran problema que tuvo este formato es que nadie parecía estar muy interesado. El primer año de su existencia, sólo se vendieron 50.000 unidades en todo el mundo, a pesar de que era mejor que otros estándares de su época.

Para los tecnófilos era un sueño, llevando a los usuarios a un nuevo mundo de técnicas de compresión de datos sin que fuese necesario tener un estudio de grabación. Aún así, le costó diez años causar algún impacto en el mainstream, con el público anclado en las cintas de cassette para grabar, y walkman y discman para escuchar música en la calle. Lo curioso es que, cuando pareció abrir brecha, el reproductor MP3 acabó con todas sus esperanzas.

Sin embargo, en Sony no pensaron que sus principales clientes potenciales (cuando se trata de un formato portable) eran los adolescentes, que no podían permitirse lo que costaba un dispositivo reproductor y grabador de MiniDiscs. Además, en ese 1992 Philips estaba preparándose para lanzar el DCC, con lo que entraron en competencia directa.

¿Qué fue lo que pasó? Que muchos usuarios se sintieron muy confundidos por ambos formatos, así que no optaron por ninguno. Ante este panorama, Sony volvió a fabricar reproductores de CD hasta finales de la década de 1990, cuando decidió volver a darle otra oportunidad al MiniDisc.

De hecho, la empresa japonesa llamó a 1998 "el año del MiniDisc", después de que sus investigaciones demostrasen que una gran parte del público estadounidense nunca había oído hablar del formato. Se lanzó una agresiva campaña de marketing, junto con dispositivos mucho más baratos.

La campaña de este MiniDisc relanzado intentó convencer a los amantes de la música de que tenían una gran experiencia al alcance de la mano. La publicidad tendría que haber catapultado las ventas, pero la industria discográfica no estaba interesada. Sony, a través de su sello, era el único que producía el formato MiniDisc, mientras que todos los demás seguían fieles a los CDs.

Cuando por fin los demás sellos empezaron a mostrar interés, ya era demasiado tarde. En 2001 aparecía el primer iPod, mientras que los CDs grabables ya eran algo normal entre los usuarios. En 2001 las ventas del MiniDisc y de las cintas de cassette cayeron en un 70%, lo que presagiaba que el fin estaba cerca.

Los entusiastas más enfervecidos siguieron alabando el formato, aunque fue en vano. El MiniDisc moría en 2011, cuando Sony lanzaba al mercado su último MiniDisc Walkman.

Imágenes | Orin Zebest, Michel Curi, Matt Selby, Paul Forsdick, Nixdorf
En Xataka Alguien ha creado un sistema para fabricar discos de vinilo con tecnología de hoy, no de ayer

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