Estamos relativamente acostumbrados a que la inteligencia artificial analice textos e imágenes para encontrar patrones, caras o elementos muy sutiles. Son de esos tipos de tareas que se le dan bien a la inteligencia artificial y ahora unos investigadores europeos buscan aplicarla en algo un poco más peculiar: los olores, en concreto cómo han sido representados y en qué contexto en los libros e imágenes de la antigua Europa.
Hablamos del proyecto Odeuropa, un proyecto en el que colaboran universidades, centros de investigación y diferentes entidades cuyo objetivo es "reconocer, salvaguardar, presentar y promover el patrimonio olfativo", así como desarrollar técnicas de inteligencia artificial que permitan rastrear información olfativa en conjuntos de datos de texto e imágenes, cómo se expresa el olor en diferentes idiomas, a qué lugares se asocia y qué emociones o situaciones se relacionan. Un proyecto de lo más interesante que justo esta semana ha recibido 2,8 millones de financiación del programa EU Horizon 2020.
Los olores que marcaron nuestra culturas
El proyecto Odeuropea tendrá una duración de tres años y comenzará a dar sus primeros pasos a principios del año que viene. El primer pasos será desarrollar una inteligencia artificial capaz de "leer el olor", en el sentido de que usará machine learning y machine vision para detectar en los textos antiguos (digitalizados, obviamente) de siete idiomas y en las imágenes (pensemos en un cuadro) las referencias a los olores y su correspondiente contexto. El objetivo final es crear una "Enciclopedia de la Herencia de los Olores" para publicarla online.
En ella se publicarán los datos de las fragancias y se describirán sus cualidades sensoriales y significados, así como una línea histórica para saber de dónde vienen, dónde se usaban y en qué prácticas. Uno de los ejemplos más "visuales" es el tabaco. El tabaco llegó a Europa en el siglo XVI y su olor, en aquel entonces, era exótico y nuevo. Sin embargo, conforme avanzaron los años el tabaco comienza a formar parte del día a día, su olor se normaliza y, finalmente, la gente comienza a quejarse por el olor que deja en espacios cerrados, como un teatro.
Otro ejemplo podrían ser el de los membrillos, romero, laurel, la resina de pino y el sándalo, que se quemaban en ciudades como Jaén para purificar el ambiente cuando la peste bubónica. Son solo un par de ejemplos, pero sirven para entender la idea del proyecto: detectar olores, comprender su significado en el contexto del momento y permitir a las generaciones futuras saber cómo era la Europa de hace unos años a través de las esencias.
Los investigadores crearán un archivo de olores y significados y lo harán accesible al público. Es más, algunos de los olores serán traídos de nuevo a la vida gracias a químicos y empresas de perfumería. Posteriormente, el proyecto hará una serie de exhibiciones públicas en diferentes museos de Europa durante tres años para que los visitantes puedan oler la vieja Europa. Es un proyecto de lo más interesante, aunque denso, ya que abarca desde el siglo XVI hasta el siglo XX y hay mucho por oler en esos años.
Vía | The Guardian Imágenes | Odeuropa
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