La Policía de Filipinas ha rescatado a más de 600 personas que habían sido raptadas y obligadas a ejercer de amantes online en estafas. La redada tuvo lugar hace apenas cuatro días y se ha saldado con la liberación de 202 personas de nacionalidad china, 382 filipinos y 73 personas de diferentes países tan lejanos a Filipinas como Ruanda.
Chivatazo. Esto ha sido posible gracias al testimonio de una persona que consiguió escapar del complejo en Bambán, localizado a 100 kilómetros al norte de Manila, el pasado 28 de febrero. Para escapar tuvo que saltar un muro, cruzar un río y buscar refugio en una granja, desde la que se avisó a las autoridades.
También llegó estafado. Esta persona, de 30 años, llegó al país en enero con la promesa de un trabajo de chef, según ha explicado Winston Casio, portavoz de la comisión presidencial contra la delincuencia organizada filipina. Al llegar al lugar, se dio cuenta de que había sido víctima de una estafa de traficantes de personas. Al ser rescatado se le detectaron signos de tortura, cicatrices y marcas de electrocuciones.
Obligados a estafar. Las personas raptadas eran obligadas a enviar "mensajes cariñosos" a las víctimas e incluso fotos. De hecho, en palabras recogidas por la BBC del ya mencionado portavoz, las personas atrapadas en el centro eran "hombres y mujeres guapos para atraer [a las víctimas]", que en su mayoría eran de nacionalidad china.
Al llegar, los traficantes le quitaban sus pasaportes y los forzaban a participar en las estafas. Aquellos que no llegaban a la cuota "sufrían daños físicos, se les privaba del sueño o se les encerraba en sus habitaciones", afirma Gilberto Cruz, director del operativo, en declaraciones a AFP. Además de liberar a las personas, la policía ha incautado tres escopetas, una pistola 9 mm, dos revólveres del calibre .38 y 42 cargadores. Se han detenido a ocho personas por detención ilegal y tráfico de personas.
No es la primera vez. El pasado mes de septiembre, las autoridades filipinas rescataron a 1.090 personas que habían sido raptadas y obligadas a participar en estafas, normalmente de criptomonedas. Estas personas eran obligadas a trabajar hasta 18 horas al día y, en este caso, se detuvo a 12 cabecillas de la trama de origen chino, indonesio y malasio. Las víctimas, en su mayoría, eran de China, Vietnam, Filipinas e Indonesia, aunque también había personas de Malasia, Tailandia, Taiwán, Myanmar, Hong Kong y Nepal. También sucedió algo parecido en mayo, cuando seis personas captadas a través de redes sociales fueron rescatadas de una situación similar.
El sudeste asiático como centro neurálgico de las estafas. Y es que las estimaciones hablan de una industria al alza que mueve entre 7.500 y 12.500 millones de dólares. Que la mayoría de personas capturadas sean chinas tiene una razón de ser y es que en el Sudeste Asiático se hacen instalaciones de apuestas enfocadas a este demográfico porque en China están prohibidas. Se usan como cebo para captar a las personas. Según un informe del RUSI (Royal United Services Institute):
"Empezando por Macao, otros países de la región han aprovechado la oportunidad de sacar provecho del apetito chino por el juego. La pandemia de COVID-19 limitó la capacidad de los jugadores para viajar, lo que aumentó la dependencia del juego en línea. Sin embargo, el Presidente Xi Jinping ha estado presionando a los países del Sudeste Asiático para que prohíban el juego, incluido el juego en línea. Esto ha empujado a muchas instalaciones de juego a reconvertirse.
La estafa ha aumentado paralelamente al crecimiento del juego, especialmente entre los ciudadanos chinos. Pero, al igual que la represión del juego, la prohibición de las criptomonedas en China creó la necesidad de ampliar el alcance de los centros de estafa. Esto creó una demanda de estafadores con capacidades lingüísticas diferentes. La mayoría de los reclutas se ven obligados a dirigirse a sus propios nacionales. Sin embargo, por ejemplo, los reclutas filipinos están muy solicitados por sus conocimientos de inglés".
Modus operandi. Tal y como expone este informe, las personas son captadas a través de anuncios de trabajo en marketing digital y servicios de atención al cliente. "A menudo, estos anuncios incluyen ofertas 'demasiado buenas para ser verdad'", asegura el RUSI. "Los trabajadores de los centros de estafa trabajan entre 12 y 20 horas al día, seis días a la semana, y sólo reciben atención médica o alimentos limitados", concluye. Los principales destinos de estos centros de estafas son Camboya, Laos, Myanmar y Filipinas que son, precisamente, los países más pobres de la ASEAN.
Las redes detrás de estas estafas están vinculadas con la delincuencia organizada china y están, efectivamente, más organizadas, hasta el punto de que se dan guiones para llevar a cabo las estafas. En palabras del RUSI, "el tráfico hacia los centros de estafa forma parte de una compleja y sofisticada red de delincuencia organizada transnacional".
Imágenes | Pexels (1,2) editadas por Xataka
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