Es la magia de la "economía colaborativa", un concepto en el que se supone que todos compartimos recursos infrautilizados pero a menudo acabamos convirtiéndonos en pseudoempleados de las empresas que se sitúan como intermediadoras. Pasó con Uber -ya dimos nuestras impresiones sobre nuestra jornada junto a conductores de este servicio en Madrid mientras aún seguía activo- y pasa con Airbnb, la plataforma que te permite alquilar tu piso de forma atractiva y cómoda o disfrutar de los pisos que la gente alquila.
Airbnb no es más que una evolución muy bien llevada de los anuncios clasificados de alquileres. Los cartelitos que poblaban (y plueban) las terrazas de los pisos y los anuncios en farolas o periódicos se han visto superados por este nuevo sistema tan 2.0 en el que la presentación del piso es más llamativa y atractiva para ambas partes y donde la gestión de todas las operaciones -comunicación, pago- es más cómoda. Eso ha convertido a este servicio en un incómodo y delicado rival para toda la hostelería tradicional.
Un negocio enorme
Hace dos años Blecharczyk -uno de los fundadores del servicio- concedía una entrevista en The Sunday Telegraph en la que afirmaba que mientras que cadenas como InterContinental y Hilton tienen más de 650.000 habitaciones en total, en Airbnb ya existían 500.000 y subiendo. Sin embargo, admitía, "ellos tienen una tasa de ocupación mucho más alta". ¿Es capaz de Airbnb de desplazar a las grandes cadenas de hostelería? Los datos actuales parecen demostrar conclusiones curiosamente distintas.
Como era de esperar, Airbnb ha crecido de forma notable en estos dos años tras esa entrevista. En la información oficial del servicio se indica que Airbnb ya cuenta con más de 1.200.000 anuncios, que tiene "anfitriones" en más de 190 países, y que el número total de huéspedes que han usado el servicio en una u otra ocasión es de 35 millones.
Cifras mareantes que desde luego dejan claro la dimensión de un negocio que ha aprovechado muy bien esa idea de la infrautilización de recursos y que se han nutrido de las ventajas que traen estos servicios web: más cómodos de usar, más vistosos, y con esa gestión de la reputación que hace que anfitriones y huéspedes tengan un "karma" del que nos podamos fiar a la hora de utilizar el servicio.
La delgada línea roja... de la regulación
Las cosas en el terreno legal son mucho menos vistosas. Como ocurre con Uber y otros servicios en los que el concepto de "economía colaborativa" entra en juego, este mercado está desregulado. La empresa ha tenido notables problemas legales pero ha tenido una actitud más proactiva y coherente con la regulación que existía en el sector tradicional. En San Francisco ya se puso en marcha el año pasado la "ley Airbnb" por la que se permiten estos alquileres de corta duración, pero los anfitriones deben asumir la tasa del 14% que asumen los establecimientos hosteleros.
En nuestro país las cosas han estado especialmente convulsas. Mucho se ha hablado sobre la calidad del turismo que trae Airbnb a las ciudades españolas, y ya el año pasado Madrid trató de legislar contra ellos.
En Airbnb se lavan un poco las manos en la información oficial y ceden al anfitrión esa responsabilidad legal, indicando a los usuarios que "es importante que entiendas cómo funciona la normativa vigente en tu ciudad". La empresa ha llegado a un acuerdo para poder operar en Cataluña, y es probable que este tipo de soluciones se expandan en el futuro próximo.
Ambos modelos pueden (deben) convivir
La hostelería ha protestado abiertamente contra la aparición de Airbnb y su crecimiento, pero lo cierto es que no debería tener motivos para hacerlo. En Nueva York, por ejemplo, los hoteles habían tenido un año (de abril de 2014 a abril de 2015) de récord, con las mejores tasas de ocupación de su historia y en beneficios para estos empresarios. La recesión económica parece haber dado por fin tregua también a este sector, y esa "alegría" en este segmento se ha contagiado a Airbnb, que hace poco cerró una ronda de inversión asombrosa de 1.500 millones de dólares.
Como indican en Inc eso no significa que Airbnb se vaya a comer el sector hostelero. La empresa es una de las startups más valoradas en todo el mundo -solo tras Uber y Xiaomi-, y se espera que este año sus ingresos lleguen a los 900 millones de dólares y asciendan a 10.000 millones en 2020. Pero cuidado, porque hoy por hoy la empresa pierde aceite dinero. Sus responsables han avisado de que en 2015 las pérdidas operativas ascenderán a 150 millones de dólares.
Lo curioso es que como en otros casos en empresas de Internet, la valoración es sorprendemente alta sin haber demostrado dónde está el techo de este tipo de negocio. Airbnb está valorada actualmente en 25.200 millones de dólares, que es más que la valoración de mercado de Marriot (20.600 millones) y que se acerca peligrosamente a la de la cadena Hilton (27.400 millones de dólares). Esta cadena tiene 152.000 empleados en todo el mundo, mientras que en febrero de 2015 la cifra de empleados de Airbnb era de 1.600.
La oferta de Airbnb, que aprovecha ese concepto "chollo" que parecen arrastrar todos estos servicios, no ha hecho que el negocio de los hoteles baje. Si atendemos a las conclusiones de esos hosteleros neoyorquinos no parece que la cosa vaya mal, y en nuestro país por ejemplo la situación es similar. Puede que haya crisis, pero según el estudio de Tinsa en el que se analiza el mercado hostelero en 2014, "se desprende que 2014 se ha cerrado con resultados superiores a 2013 y que es previsible que 2015 mejore los resultados de 2014".
Obviamente los hoteles están reaccionando ante el empuje de Airbnb, y de hecho hace unas semanas que se supo que Hyatt se había hecho con una participación en Onefinestay, un competidor de Airbnb, mientras que Wyndham ha invertido también en un servicio de intercambio de casas, Love Home Swap. Ambas cadenas parecen no querer renunciar a este tipo de modelo de negocio para complementarlo con la hostelería tradicional, así que las cosas se mueven.
Y lo mejor es que para el consumidor todo suma. Más y mejores ofertas, y una amplia gama de alternativas que probablemente también tendrán precios más reducidos que los que existía en esa época pre-Airbnb. Veremos si la regulación de ese servicio -si se produce- hace que los precios varíen o no de forma sensible.
En Xataka | ¿Qué es eso que llaman ahora "economía bajo demanda" o "uberificación" de la sociedad?
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