El delivery se ha convertido en algo del día a día. Aplicaciones como Glovo, Just Eat o Uber Eats, entre otras, permiten recibir comida (o virtualmente cualquier cosa) en casa con tal solo un par de toques en el móvil. Es fácil, es rápido, es polémico (también) y es sensiblemente más caro que pedir comida a domicilio como se ha hecho toda la vida: llamando al restaurante por teléfono.
Esto no es algo nuevo y, personalmente, no creo que le descubramos nada a nadie. El precio del mismo producto en estas plataformas es superior al precio marcado en la carta por un sencillo motivo: las apps de reparto cobran una comisión, una comisión que alcanza hasta el 40% en algunos casos y que, como siempre, acaba absorbiendo en mayor o menor medida el cliente. Además del envío y los costes asociados, evidentemente.
El problema, claro está, es que las apps de delivery forman parte del día a día y muchas veces tendemos a no recordar que ese restaurante que tanto nos gusta tiene servicio de reparto. Quizá tenga sus condiciones (importe superior a 20 euros, por ejemplo), pero permite que el restaurante reciba la totalidad del pago, mantenga a los repartidores en plantilla y tenga más control sobre los pedidos y los precios.
¿Y a qué viene todo esto? A que hace unos días hice un pedido por Uber Eats a cierto restaurante local. Publiqué la pertinente reseña positiva (todo muy rico, la verdad) y ahora he recibido la siguiente respuesta a la misma. La respuesta, por cierto, ha llegado a través del correo oficial de Uber Eats:
Oye, gracias por pedir por Uber Eats, pero mejor no pidas por Uber Eats
La respuesta a la reseña que, por cierto, no se puede consultar en Uber Eats, no deja lugar a dudas: gracias por el pedido, pero ojo, que si evitas intermediarios te sale más barato y además puedes conseguir una promoción propia. Curioso, desde luego, que el propio restaurante incite a que no uses la plataforma por la que has pedido.
Esto no es la primera vez que me pasa. Hace otros tantos días pedí a una pizzería local y, cuando llegó el repartidor (del establecimiento, por cierto, no un rider), me preguntó si lo había pedido por alguna apps a lo que respondió, tras decirle que sí, que la próxima vez llamase por teléfono, que salía más barato. Salgamos de dudas con un pequeño muestreo de productos de restaurantes locales:
|
precio de la carta |
precio uber eats |
precio glovo |
precio just eat |
---|---|---|---|---|
pizza cuatro quesos |
9,95€ |
12,95€ |
14,70€ |
11,95€ |
arroz frito tres delicias |
4,08€ |
4,38€ |
4,38€ |
4,38€ |
costillar |
12,15€ |
13,55€ |
13,55€ |
13,55€ |
durum de pollo |
4,00€ |
4,50€ |
4,50€ |
4,50€ |
surtido de sushi |
8,95€ |
10,85€ |
10.85€ |
10,85€ |
Es cierto que es una muestra de restaurantes locales que dista mucho de ser representativa del conjunto de restaurantes españoles, pero seguramente la foto no cambie demasiado si haces la misma comparativa en tu ciudad. La realidad es esa: hay una comisión (de algo viven estas plataformas) y el sobrecoste lo absorbe el cliente.
Para el caso, estamos hablando de un sobrecoste del 30% en la pizza, del 7% en el arroz, del 11% en el costillar, del 12% en el durum y del 21% en el surtido de sushi, a lo que habría que sumarle los gastos de envío y demás gastos asociados. Hay una diferencia importante que se hace todavía más evidente si pedimos varias veces en semana.
Según Hostelería Madrid, que cita contratos firmados por diferentes locales madrileños con las plataformas en 2019, estas son las condiciones que imponen Uber Eats, Deliveroo, Glovo y Just Eat a los restaurantes que usan sus servicios:
|
duración del contrato |
tasa de activación |
comisión |
coste de las bolsas |
---|---|---|---|---|
uber eats |
Un año |
No |
30%+IVA |
Sin coste |
Deliveroo |
Indefinido |
324€+IVA |
35%+IVA |
Sin coste |
Glovo |
24 meses |
150€ |
40%+IVA |
Se pagan aparte |
just eat |
Indefinido |
Sin tasa |
30%+IVA 0,20€ por cada pedido gestionado |
Sin coste |
Como podemos comprobar, el negocio es redondo para las plataformas, aunque la realidad es que los restaurantes han protestado en más de una ocasión por las comisiones. Y ahí hay un problema: el precio debe subir para cubrir las comisiones, pero no tanto como para que el producto deje de resultar atractivo, reduciendo así las ventas y, por ende, los ingresos del local.
Tiene sentido, por lo tanto, que algunos restaurantes estén intentando puentear las aplicaciones de delivery. Estas, que pueden ser (y son) un enorme escaparate, son una opción, pero hay locales que han desarrollado sus propias apps y servicio de reparto. Servicios que, en definitiva, pueden controlar. Y siempre está la opción de ver el catálogo de locales en Glovo y llamar por teléfono al restaurante para hacer el pedido, si es posible.
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