No está muy claro cuánto tiempo lleva Netflix intentando comprar el respeto de Hollywood, pero como mínimo desde los primeros desencuentros de la plataforma con toda la industra a raíz de 'El irlandés' de Martin Scorsese. Ya allí tuvo problemas para exhibir películas en los cines, y paralelamente a aquello, 'Roma' triunfaba en los Oscar, certificando que Netflix podía hacer películas "de premio" de forma tan efectiva como cualquier otra major.
'Roma' fue, quizás, la eclosión y también el único logro de Netflix en ese sentido (tampoco le salió barato: se dice que invirtió 25 millones de dólares en la campaña para académicos). Desde entonces ha intentado una y otra vez arrasar en los Oscar, y aunque lo ha conseguido con otras entregas de premios ('El poder del perro', por ejemplo, se impuso en los BAFTA y ganó algunos de los galardones más importantes en los Globos de Oro), los Oscar siempre se lo han resistido. Aunque 'Maestro', 'Mank' o 'Marilyn' son películas claramente pensadas para ello.
Revisemos su larga lista de intentos de destacar en los Oscar, sin éxito: 'El irlandés' (10 nominaciones, cero premios), 'Mank' (diez nominaciones, dos premios), 'Historia de un matrimonio' (seis nominaciones, un premio), 'El juicio de los 7 de Chicago' (seis nominaciones, cero premios), y finalmente, este año, 'Maestro', con siete nominaciones y ningún premio. A todas ellas se suma, por supuesto, 'Blonde', que arrasó en los Razzies y tuvo una sola nominación que, por supuesto, no se llevó.
Y aunque todas ellas eran material para Oscar, ninguna lo era tanto como 'Maestro': biopic de un prohombre de la industria del cine, con una biografía llena de luces y sombras; un actor cargadito de maquillaje y con un documentado trabajo de inmersión en un personaje polémico; es un biopic musical, que gusta mucho ('Ray', 'En la cuerda floja', 'Bohemian Rhapsody'). Y Bradley Cooper hace de hombre orquesta, coescribiendo, dirigiendo, protagonizando y produciendo, algo que también gusta muchísimo en la Academia (Robert Redford, Kevin Costner y Mel Gibson han sido sus precedentes)
Can't buy me love
La historia de Netflix no es precisamente la de un proyecto fracasado: no solo es la plataforma que marca las tendencias en el streaming, sino que el resto, por poderosas que sean (Disney+, Apple TV) o por influyentes que hayan sido (HBO) siguen sus pasos e imitan sus estrategias. Sin embargo, a Netflix se le resisten los éxitos de prestigio (aunque los de público los tiene, y con cifras que harían palidecer los estrenos de las majors).
Quizás su estrategia está demasiado calculada: no solo 'Marilyn' o 'Maestro' están claramente teledirigidas para los Oscar. También lo está su decisión de fichar a golpe de talonario a algunos de los creadores más prestigiosos del cine (Scorsese, Fincher, Campion) o la televisión (Ryan Murphy, Shonda Rhimes). En Bloomberg comparan su estrategia muy acertadamente con la Cannon de los ochenta, que hacía dinero con películas de Bronson y Chuck Norris mientras financiaba películas dirigidas por Cassavettes o Godard, en busca de un prestigio autoral que nunca llegó.
Hace un tiempo, Netflix vio como, ante el temor de que Netflix acabara devorando el negocio del cine, autores como Spielberg intentaron poner freno a sus ansias de triunfar, también, en el cine comercial de calidad. La Academia no cedió, pero tampoco ha hecho falta poner puertas al campo: el sistema se ha autoregulado y los Oscar de este año han visto cómo Apple y Netflix veían frustradas sus expectativas y triunfaba sin problemas otro biopic del gusto de Hollywood. Pero, este sí, con el cine tradicional como medio en el que distribuirse. Las aguas vuelven a su cauce.
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