No recuerdo la última vez que compré un libro físico, un CD de música, un videojuego con su cajita o un DVD / Blu-Ray. Y ya ni hablemos de cassettes, vinilos o VHS, eso ya estaba cerca de pasar a mejor vida cuando era pequeño. Desde hace años mi vida, mi contenido, mi biblioteca de música, mi colección de juegos, de películas y series, es digital. No diría que al 100%, pero sí al 95%.
Reconozco que el formato físico tiene su aquel. Tiene ese puntito nostálgico que explicaba John Tones cuando habló de que seguía escuchando música en cassettes, se puede compartir con un simple cambio de manos y no deja de estar disponible si una empresa cierra, pero desde mi punto de vista las ventajas que ofrece el formato digital, a.k.a. la música en Spotify, los juegos de Steam o mi biblioteca de Kindle son demasiado suculentas para dejarlas pasar.
Mis canciones de Spotify no se rayan
En mi casa hay una enorme colección de VHS. Y cuando digo enorme, es enorme. Literalmente, hay horas y horas y horas de vídeos caseros grabados en estas enormes cintas. ¿Y sabéis qué? No puedo reproducirlos. No tengo VHS en casa, así que nada de sentarnos en familia a ver lo graciosos que éramos mi hermano y yo de pequeños. Eso si las cintas siguen en condiciones, claro, que vete a saber, llevan sin abrirse años. ¿Sabéis con qué no pasa eso? Con un archivo MP4.
Un MP4 lo reproduzco en la tele, en la consola, en la tablet, en el móvil y si me apuras no tengo ni que almacenarlo en un dispositivo. Lo subo a la nube, lo comparto con quien me dé la gana a través de un enlace y pispás, todo el mundo a ver el vídeo en streaming. ¿Espacio físico ocupado? 0%. ¿Disponibilidad? 100% (siempre que haya conexión a Internet, vale, sí, os compro ese argumento).
"Pero es que algo en la nube no es tuyo, es como guardar el archivo en la nube de otro", dirán algunos. Y sí, no os faltará razón. La nube, salvo que tengas un NAS conectado en tu casa, no es tuya, pero ahí es donde entra en juego la relación comodidad/riesgo. ¿Qué riesgos asumimos cuando subimos algo a la nube? Que nos hackeen, vale; que la empresa cierre, vale (si es que Google, Amazon o Microsoft tienen planes de cerrar a largo plazo, claro); que no podamos acceder si no tenemos Internet, vale.
En cuanto cumplas con ciertas medidas de seguridad, tengas Internet (algo que ya es normal, salvo en ciertas zonas rurales donde, a la larga, seguramente también lo sea) y confíes en un proveedor grande, todos esos riesgos desaparecen o se reducen virtualmente a cero. Pero además el archivo no coge polvo en una estantería, no se deteriora, no se pierde, no pesa, es accesible desde cualquier dispositivo y lugar y está siempre ahí.
Un argumento que se esgrime mucho cuando se habla del formato digital vs. formato físico es que el contenido puede desaparecer de las plataformas, algo que se aplica mayormente a juegos, películas, series y música. Es verdad que es una faena cuando Netflix y Spotify dejan de tener tal o cual contenido que te gusta en línea, pero a cambio tienes acceso a una infinidad de contenido nuevo que puedes descubrir.
Y digo más: que desaparezca un álbum de tu grupo favorito en Spotify es un rollo, pero más lo es haberte gastado 20 euros en un CD y que se te raye, que no puedas reproducirlo porque tu torre / portátil no tiene lector de discos o no puedas llevarlo en el móvil porque resulta que los móviles, por lo que sea, no tienen lector de CDs integrado. ¿Sabéis con qué no pasa eso? Con un archivo MP3 o, si es una canción medianamente popular, con una cuenta de Spotify, Apple Music o el servicio que buenamente os plazca.
Cuando hablamos de películas, rompo una lanza a favor de los que dicen que es un rollo pagar por varios servicios de suscripción para acceder al contenido. A mayor cantidad de servicios, más segmentación, más mensualidades y más caro es acceder a todo, estamos de acuerdo. Yo mismo lo pienso. De hecho, pienso que comprar películas digitales está muy bien hasta que, por lo que sea, dejan de estar disponibles en la plataforma y, aunque las hayamos pagado, no podamos acceder a ellas. Eso está feo, pero así es como funciona el tema de los derechos. No lo justifico, desde luego.
Sin embargo, mi premisa es que hay que poner en una balanza nuestras preferencias. Para mí, insisto, para mí es más importante poder ver la película desde donde me da la gana, sin tener que preocuparme de dónde está el disco, de si se raya, de que el reproductor no se rompa, etc. ¿Hay riesgos al consumir películas y series en formato digital? Claro que sí, como que un capítulo que todo el mundo lleva meses esperando no se vea bien porque la compresión se carga los negros, o que de un día para otro un contenido deje de estar disponible.
Sobre los videojuegos. El otro día recogiendo mi cuarto me encontré con una caja de mudanza llena de juegos de PlayStation 1 y PlayStation 2. Muy nostálgico, muy "Buah, el 'Ratchet y Clank 2', qué viciadas me pegué", pero más allá de eso, discos deteriorados por el uso de antaño, cajas que ocupan espacio y no aportan nada más que nostalgia... Luego miré la colección de juegos de PS3, mucho más pequeña, y de PS4 tendré cuatro juegos en físico. ¿El resto? Digitales.
Ahora porque juego en PC y PC es sinónimo de Steam, Epic Games y demás launchers de juegos, pero de comprarme una consola de nueva generación, no descarto hacerlo sin disquetera. Es más fácil ir a la tienda de la consola, comprar el juego y descargarlo directamente a la memoria. Ahorras espacio y la experiencia a efectos prácticos es la misma: juegas y punto. Cuando te pases el juego, lo desinstalas y ciao. Y sí, os compro lo de que no puedes venderlo ni prestarlo a tus amigos, eso es una verdad como un templo y, actualmente, irrefutable.
Pero en cualquier caso, soy de los que opinan que el formato físico está condenado a desaparecer. La digital acabará imponiéndose gracias, en gran medida, al streaming. Tardará, por supuesto, pero no me cabe duda de que lo hará. Y quizá nos toque acostumbrarnos a "acceder" en lugar de a "poseer". ¿Es lo mejor? Depende de las prioridades de cada uno.
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