El segmento de las tabletas está de capa caída en los últimos meses, pero los fabricantes siguen creyendo en estos dispositivos y tenemos una buena demostración en Samsung, que ha lanzado al mercado al último de los herederos de la familia Samsung Galaxy Tab A.
El Samsung Galaxy Tab A 10.1 (2016) es un tablet de 10,1 pulgadas que trata de validar la apuesta de los dispositivos de gran formato: la tendencia contrasta con el gusto por tablets cada vez más contenidos por parte de otros fabricantes, y resulta competitiva por precio aunque molesta, como veremos, por el bloatware y esa obsesión por recolectar datos de sus usuarios.
En diseño Samsung ha ido a los seguro
Puede que el ajustado precio del dispositivo haya hecho que en lo que se refiere al diseño Samsung no haya querido arriesgar en absoluto. Nos encontramos ante una propuesta sobria -casi podría decirse que aburrida- con un formato muy tradicional de los dispositivos de la gama Galaxy: esquinas redondeadas, marcos pronunciados pero no exagerados, y eso sí, buenos acabados.
Un material plástico de textura agradable y buen agarre domina la parte posterior, y en ella encontramos la cámara de 8 Mpíxeles con el flash LED en uno de sus laterales. Esa cámara hace uso de una clara protrusión en su diseño que no es tan grave en tablets -incluso apoyándolo con la pantalla hacia arriba el tablet no baila apenas-, pero que resulta extraña teniendo en cuenta que ese sensor hace pensar que quizás podrían haber logrado ahorrar ese apartado.
En los laterales encontramos los distintos botones y ranuras y puertos de conexión. En la parte derecha encontramos el botón de encendido y apagado y el control de volumen, y además la ranura microSD para tarjetas de hasta 256 GB. Curiosamente en el lateral izquierdo no hay absolutamente ningún botón o ranura. Tenemos que apuntar, eso sí, que este modelo (SM-T580) no tiene conectividad 4G, algo que sí ofrece una de las variantes de esta tablet (la SM-T585).
La parte superior está dedicada a albergar tanto el conector microUSB para cargar el dispositivo o transferir datos, pero también para el conector de 3,5 mm para la toma de auriculares. En la parte inferior contamos con dos altavoces en forma de pequeñas rejillas plateadas que son uno de los pocos detalles diferenciales de un diseño muy poco ambicioso. En otros casos Samsung por ejemplo sí ofrece bandas metálicas en los bordes laterales y otros detalles que hacen más elegante el dispositivo, pero en este modelo esos detalles son mínimos.
El frontal está absolutamente dominado por la pantalla, pero en la parte superior encontramos la cámara frontal y el sensor de luz en el marco superior, además de una parte inferior en el que tenemos el botón de inicio -nada de huella dactilar, lástima- y las dos teclas para acceder a las aplicaciones recientes y el botón "Atrás".
El tablet tiene unas dimensiones muy condicionadas por esa pantalla de 10,1 pulgadas, y aunque el grosor es reducido -8,2 mm es un buen compromiso- sí que hay un aspecto que condiciona su uso prolongado sin apoyos: el peso, que es de 525 gramos, y que hace que no se trate precisamente de un dispositivo ideal para sujetar continuamente en un viaje en transporte público hacia el trabajo, por ejemplo.
Samsung Galaxy Tab S 2016: especificaciones sin fisuras
La propuesta de Samsung sigue la línea de otros dispositivos de la firma y cuenta con un conjunto hardware muy decente y que permitirá disfrutar de las prestaciones del tablet sin ningún problema. Esas especificaciones son las siguientes:
Galaxy Tab A 10.1 (2016), características técnicas | |
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Dimensiones físicas | 255,4 x 155,3 x 8,2 mm (525 gramos) |
Pantalla | PLS LCD 10,1 pulgadas |
Resolución | 1.920 x 1.200 (224 ppp) |
Procesador | Samsung Exynos 7870 (4 x 1,6 GHz Cortex-A53, 4 x 1 GHz Cortex A-53) |
RAM | 2 GB LPDDR3 |
Memoria | 16 GB (ampliables a otros 256 GB vía microSD) |
Versión software | Android 6.0 Marshmallow |
Conectividad | Bluetooth 4.2, Wi‑Fi 802.11ac, Wi-Fi Direct |
Cámaras | Cámara posterior de 8 Mpíxeles f/1.9, frontal de 2 megapíxeles |
Batería | 7.300 mAh |
Precio | 279 euros |
No hay grandes sorpresas en esta equilibrada configuración, pero sí es necesario destacar la buena pantalla PLS de 10,1 pulgadas, que con su resolución de 1.920 x 1.200 puntos ofrece una notable calidad y una buena densidad de pantalla, algo a lo que Samsung nos tiene muy acostumbrados en sus dispositivos móviles. Aun sin ser una de las famosas AMOLED de Samsung, esta pantalla ofrece también una experiencia destacable sobre todo teniendo en cuenta el precio del dispositivo.
El procesador, un Samsung Exynos 7870, también es una apuesta muy decente para un tablet de estas características: este reciente micro fabricado con tecnología FinFET de 14 nm es una evolución del 7580, y se trata de una solución comparable a los Snapdragon 617 y Snapdragon 625 que hemos visto en otros dispositivos del mercado.
La capacidad de almacenamiento es limitada, pero esos 16 GB pueden ser acompañados de hasta 256 GB en una tarjeta microSD que permitirá que almacenemos todo tipo de contenidos. Entre otros, los generados por su cámara posterior -de esto hablamos más adelante-.
En todas esas especificaciones hay una nota dominante: el Samsung Galaxy Tab A 10.1 (2016) es un tablet que sobre todo brilla en eficiencia y autonomía. Ese equilibrado conjunto de hardware deja claro que no hay componentes especialmente ambiciosos o potentes, y todo -desde la pantalla al procesador- está pensado para alargar la vida útil de la batería en cada sesión. Precisamente ese es el motivo de que esos 7.300 mAh de la batería integrada -ahí ese grosor de 8,2 mm da el margen necesario- ayuden mucho.
Pudimos comprobar cómo el rendimiento decente pero no siempre fluido: Android 6.0 se mueve bien con esa capa TouchWiz característica de Samsung que eso sí, cada vez la hace menos pesada, y la navegación por la interfaz es rápida en la mayoría de ocasiones.
El lanzamiento de aplicaciones es igualmente rápido, y aunque en ellas normalmente el rendimiento era normal en ocasiones nos encontramos con tiempos de espera sensibles al cambiar de aplicación o acceder a ciertas opciones de esas aplicaciones o del dispositivo. Al ejecutar AnTuTu, por ejemplo, bajar el volumen mientras la demo del benchmark está corriendo hacía que la acción de modificar ese volumen se retrasase algo más de lo normal.
En nuestras pruebas sintéticas con AnTuTu logramos comprobar el nivel de rendimiento esta tablet: obtuvimos una puntuación de 29.783 puntos, mientras que en Geekbench obtuvimos 748 / 4.118 y en 3DMark 11 Unlimited Ice Storm logramos 8.551 puntos. Tenemos una buena referencia en el Acer Predator 8 que analizamos no hace mucho, y con el que obtuvimos 76.345 puntos en AnTuTu, 986 / 3.181 en Geekbench y 22.812 en 3DMark11. Es evidente que no se trata del tablet más potente del mercado, pero la razón es clara: Samsung busca más la eficiencia que otra cosa.
El comportamiento de la cámara del Galaxy Tab S 10.1 (2016) es aceptable. Aunque el sensor de 8 Mpíxeles no puede competir con propuestas mucho más avanzadas sobre todo en móviles, las fotos que obtenemos sobre todo en exteriores son muy decentes, aunque es difícil evitar cierto nivel de ruido que se acentúa -y mucho- en capturas nocturnas. La webcam frontal de 2 Mpíxeles puede cumplir en videoconferencias, y en este sentido las cámaras cumplen con su objetivo y nos pueden sacar de algún apuro, pero no mucho más.
Donde sí hay ventajas es en la autonomía del equipo, que gracias a esa elección de componentes modestos -sobre todo en procesador y pantalla- nos da mucho margen de maniobra para usarlo de forma prolongada. En nuestras pruebas con sesiones normales -navegación web, contenidos de vídeo, algún juego, un buen rato con el modo niños- pudimos alargar la vida de la batería a más de 10 horas, una cifra que puede dejar muy tranquilo en este apartado.
Un software con algunas sombras
Aunque la apuesta de Samsung es muy decente en apartados como su orientación a la eficiencia y su buen equilibrio de componentes, la experiencia de uso se estropea sensiblemente con la presencia de un buen número de aplicaciones no nativas y con constantes peticiones de recolección de datos para poder acceder a ciertos servicios de la firma.
Ocurre desde el primer momento en que nos conectamos a una red WiFi, ya que la tablet comienza a descargar aplicaciones que no habíamos pedido o actualizar otras que ya estaban instaladas. Tenemos un grupo de aplicaciones de Microsoft preinstaladas -la suite Office, OneDrive y Skype, pero también algunas aplicaciones de Samsung. Entre ellas un cliente de correo electrónico y otro de calendario, pero también incluyen un acceso a su propia tienda de aplicaciones, que básicamente confunde puesto que cumple la misma función que Google Play.
Entre las aplicaciones y características nativas hay desde luego algunas útiles. Es el caso de SideSync, que permite controlar nuestro teléfono desde nuestro tablet, mientras que QuickConnect permite aprovechar las conexiones WiFi para hacer mirroring de la pantalla de nuestro tablet en una Smart TV de Samsung, si somos propietarios de uno de esos modelos.
También destaca el modo de pantalla dividida que Samsung ya brindaba en otros tablets anteriormente y que también se puede aprovechar en el Galaxy Tab S 10.1 (2016). Solo ciertas aplicaciones permiten ser colocadas en modo de pantalla dividida, y aunque la opción es llamativa el lanzamiento de Android 7.0 Nougat y de un modo de pantalla dividida (¡al fin!) en dicha versión hace que esta prestación pueda quedar pronto ensombrecida.
Uno de los puntos más relevantes a nivel software es el llamado "Modo Niños" (Kids Mode), que como en otros apartados del software de Samsung nos inunda con unos intimidantes términos de uso legales antes de poder comenzar a aprovecharlo. A partir de ahí los más pequeños tienen acceso a algunas aplicaciones nativas que no obstante siguen pidiendo permisos singulares. Por ejemplo, la aplicación "Música para niños" nos pide permiso para hacer y administrar llamadas de teléfono, algo a lo que en principio no le encontramos explicación.
En ese Modo Niños también existe una tienda con contenidos para niños tanto gratuitos como de pago. Los contenidos de pago necesitarán que introduzcamos el PIN para completar el proceso. Ese PIN también será necesario para salir de ese modo o para configurar otros tipos de accesos a aplicaciones distintas -nosotros dimos acceso por ejemplo a YouTube Kids- o a la propia cuota de uso del dispositivo, que podremos afinar gracias a unos detallados y potentes controles parentales.
Ese Modo Niños se convierte por tanto en uno de los argumentos más importantes para fijarse en este tablet, y aunque existen algunas pegas en ciertos apartados lo cierto es que en general este desarrollo está muy bien resuelto y puede ser una excelente forma de controlar el uso del dispositivo por parte de los más pequeños.
La opinión de Xataka
El Galaxy Tab A 10.1 (2016) es un tablet que mantiene las pautas de los tablets de anteriores generaciones. No pretende ser lo que no es, y la idea es apostar por una experiencia tablet de gran formato destinada a la consumición de contenidos.
En este caso nos ha gustado especialmente por ese Modo Niños que podría convertirlo en una valiosa alternativa para los más pequeños. No es un tablet especialmente caro y con esa propuesta hardware parece una alternativa destacable en este ámbito.
Para otros tipos de usuarios que busquen otros parámetros -sobre todo en potencia, la fluidez en ocasiones es limitada- existen propuestas más interesantes, pero la Galaxy Tab A 10.1 (2016) es una buena heredera de un segmento que aún así trata de luchar contra esa nueva tendencia de convertibles.
A favor
- Pantalla notable
- Gran autonomía
- El Modo Niños es una opción destacable
En contra
- Las prestaciones hardware son modestas en general
- Cámaras algo pobres
- Bloatware y recolección de datos preocupante
El terminal ha sido cedido para la prueba por parte de Samsung. Puedes consultar nuestra política de relaciones con empresas.
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