Es muy probable que te haya ocurrido: enciendes la televisión para ver una serie o película, y a los pocos minutos descubres una forma iluminada reflejo de una lámpara, una puerta abierta o una ventana a la calle. Para solucionarlo, corremos las cortinas, apagamos luces e incluso giramos la pantalla.
En ocasiones los reflejos son mucho más suaves, difuminados y menos contrastados, como ventanales amplios, días soleados, o un exceso de iluminación en la sala. En estos casos a veces ni nos damos cuenta de que forzamos la vista y el brillo de la televisión; y es que la iluminación ambiente influye mucho cuando disfrutamos de una película.
El brillo percibido surge como una comparación
Cuando salimos a la calle en un día soleado, y entrecerramos los ojos para ver la pantalla del teléfono móvil, podemos caer en la trampa de pensar que brilla poco cuando en realidad está a tope. Ese mismo brillo en mitad de la noche nos deslumbrará durante varios minutos, y probablemente pensemos que brilla demasiado. Lo cierto es que la percepción del brillo surge como una comparación entre el brillo emitido en relación a la cantidad de luz ambiente.
Percibimos el factor de brillo en base a la iluminación ambiente y los reflejos
En entornos muy iluminados, como salones con ventanas altas, nos veremos forzados a elevar mucho el factor de brillo de nuestros televisores para poder ver qué ocurre en la escena; cuando no es lo más aconsejado si queremos que el resto de las propiedades, como la nitidez de las zonas oscuras de la pantalla o los colores, se mantengan en una calidad aceptable.
Para evitar este tipo de deslumbramientos, acudimos a las tiendas en busca de la pantalla más apropiada para nuestro salón o habitación, y los lúmenes suelen colarse como el factor principal. Los lúmenes indican la potencia luminosa del emisor (en este caso la pantalla) y guardan relación directa con las candelas y el ángulo sólido o apertura visual; así como con los lux y los metros cuadrados.
Los lúmenes son importantes, pero llegado un punto pesa más la definición del color
Hasta cierto punto, los lúmenes, o la emisión de luz por metro cuadrado, sí son relevantes. Por ejemplo, en entornos de muy poca luz con un brillo muy bajo, nuestra visión se aproxima al blanco y negro, y es obvio que no queremos ver así una película. Sin embargo, en entornos de alta luminosidad el color se pierde y difumina, e incluso podemos dañar nuestra vista.
El Sol es un claro ejemplo de esto último. Podemos disfrutar sin daños en el ojo de un anaranjado Sol de amanecer de unos 400 lux aproximados. Pero si tratamos de mirar a un Sol elevado (~32.000 lux) o un sol a medio día en un día despejado (~100.000 lux) no solo no podremos detectar su color, sino que nos deslumbramos y haremos daño.
Es decir, hay cierto factor de brillo o iluminación a partir del cual no tiene sentido demandar más, especialmente si hablamos de pantallas y definición de imagen y color. Las pantallas OLED de LG (cuyas siglas significan diodo orgánico de emisión de luz ) dan más peso a la calidad del color que al brillo.
La definición del color frente al brillo
Pensemos en otro ejemplo relacionado con la luz en la naturaleza: ir a contemplar estrellas en el cielo oscuro. En las ciudades tenemos un problema de contaminación lumínica que hace complicado mirar al cielo nocturno, de modo que organizamos escapadas al campo para eludir esta contaminación y disfrutar de los colores reales del cielo.
A pocos se les ocurrirá coger una cámara, grabar el cielo, y retransmitir una imagen con brillo aumentado a nuestros televisores porque el problema no es que el brillo de la noche sea bajo, sino toda la luz que enviamos hacia arriba desde la ciudad.
En las pantallas nos encontramos con un efecto similar (aunque no tan acuciado como en la imagen modificada por ordenador de arriba), y por eso LG OLED da preferencia a colores más puros con ajuste HDR de la imagen. Esto significa que, en imágenes de alto contraste lumínico, define los colores más oscuros sin pérdida de color mientras mantiene los colores originales de las zonas iluminadas:
Todas estas especificaciones no solo influyen en los hogares, donde es relativamente sencillo adaptar la iluminación con lámparas menos potentes (y de menor consumo) o haciendo uso de diferentes juegos de cortinas a la luminosidad elegida en la televisión; sino también en espacios relativamente abiertos como son salas de espera de espacios públicos, restaurantes o bares.
El negro puro de OLED frente a LCD/LED
Cuando hablamos de tecnología OLED hablamos de un modo de fabricación de pantallas orgánicas basada en la tecnología LED. Los televisores LED son en realidad televisores LCD que integran tecnología LED en su sistema de emisión, haciendo mucho más definido el color con respecto a las LCD (y por supuesto a las plasma).
Los LCD no pueden producir su propia luz en paralelo con el color, por lo que cuentan con una pantalla brillante tras cada punto de color. Los OLED van un paso más allá, produciendo su propia luz y colores pixel a pixel de manera independiente, consiguiendo una definición nunca vista y la posibilidad de paneles ultradelgados como vemos en las imágenes. Estas últimas sin ningún retoque de ordenador, lo que se ve no es un render, es real:
La tecnología OLED es capaz de mostrar negros puros
La tecnología LED, aunque rompedora frente a la LCD, produce halos de luz junto a los objetos brillantes cuando la comparamos con las pantallas OLED (la definición de formas es mucho más limitada, especialmente si tienen brillos distintos), y tiene problemas para producir negros intensos (como los que veíamos en las estrellas).
Las pantallas OLED de LG son capaces de definir muy bien las zonas iluminadas de las que no, sin que la emisión de un pixel afecte a otros píxeles cercanos; así como de marcar un color negro natural que otras tecnologías no son capaces de conseguir.
Tanto para entornos domésticos como para aplicaciones en espacios públicos, merece la pena ajustar el nivel de iluminación de la sala para poder disfrutar de colores más cercanos a los que vemos con nuestros ojos, en lugar de subir el brillo de la pantalla a tope.
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