Las nuevas técnicas de fabricación permiten abaratar los costes, pero hay más factores en juego
La vida está más cara que nunca: los españoles lo hemos notado en casi todo, desde el carro de la compra del supermercado hasta salir a cenar o, por supuesto, comprar tecnología. Hay, eso sí, honrosas excepciones: estamos en la época dorada de las unidades SSD, pero hay otra fantástica excepción: las Smart TV.
Cuando una TV en color era un artículo de lujo. Como revelan en CNN, en marzo de 1973 el fabricante RCA Corporation presentó su "nueva TV en color de bajo precio" en The New York Times. Aquel revolucionario aparato de 15 pulgadas de diagonal costaba 379,95 dólares. Un precio prohibitivo para la mayoría de los hogares, porque esa cantidad equivaldría a casi 2.695 dólares actuales.
Hoy, precios de derribo. En comparación con aquellos días, hoy podemos pasarnos por cualquier comercio o buscador de buenas ofertas —como nuestro Xataka Selección— y comprobar cómo hacerse con una Smart TV de buen tamaño y prestaciones estupendas está al alcance de cualquiera. ¿Cómo es posible que las cosas hayan cambiado tanto?
Cristal madre. Uno de los factores clave del abaratamiento de las televisiones está en el proceso de fabricación. Las nuevas televisores planas se benefician del desarrollo del llamado "cristal madre" (también conocido como Multi Model Glass o MMG), que es un panel gigante que luego el fabricante "recorta" para sacar de él distintos paneles para nuestras Smart TVs. Es un proceso análogo al que los fabricantes de chips aplican con las obleas de silicio y los procesadores que salen de ellas.
Cada vez más grandes. Las generaciones de cristales madre, como explican en Samsung, han permitido ir fabricando televisores con diagonales cada vez más grandes. Hoy en día contamos con la Gen 10.5, con cristales de 2,94 x 3,37 metros. Es 10 veces más grande que la Gen 1 con la que Samsung empezó a trabajar.
Cortes. Como indican en WikiMóvel, de él es posible obtener por ejemplo paneles para Smart TVs de 75 (6 cortes, se aprovecha el 93,89% del cristal madre), 65 (8 cortes, 93,99%) o 43 pulgadas (18 cortes, 92,53%). Otros tamaños se sacan de otras generaciones de cristal madre: las de 55 (6 cortes, 91,01%), 48 (8 cortes, 92,46%) y 32 pulgadas (18 cortes, 92,22%) se obtienen de un cristal madre Gen 8.5 de 2.200 x 2.500 mm.
Más competencia. Hay por supuesto otros factores que han contribuido al abaratamiento de las televisiones. Entre ellos, la entrada de nuevos fabricantes que alimentan la competitividad. TCL, Hisense o Haier son buenos ejemplos de marcas que han llegado para ponérselo más difícil a los fabricantes ya asentado y que tradicionalmente han dominado este mercado. Estamos ante una verdadera batalla por los márgenes, al menos en los modelos más asequibles, que cada vez —viva la competencia— son más completos en prestaciones.
Pero sigue habiendo un fantástico segmento de TVs de alta gama. Aunque la oferta es mejor que nunca y es posible comprar modelos enormes y muy completos a muy buen precio, también hay productos más ambiciosos y, por supuesto, más caros. Estar a la última de las tecnología OLED o Mini LED —sobre todo si quieres paneles de gran tamaño— impone un gasto mayor.
Ahora es tu TV quien te ve a ti. Hay otro elemento más inquietante de las bajadas de precios: los televisores son ahora otra fuente de recolección de datos para los fabricantes: cuantas más venden, más datos recolectan de los espectadores. Esos datos sirven luego para captar anunciantes que aprovechen las plataformas publicitarias de esos fabricantes, una tendencia al alza pero que una vez más preocupa por esa monitorización de lo que hacemos con nuestras TVs. Hay, eso sí, formas de proteger nuestra privacidad en nuestro uso de la Smart TV.
Imagen | Mike Mozart
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