La última locura para millonarios: Deep Sea Dreamer navega como un yate y se sumerge como un submarino por 275 millones

  • El yate cumple las funciones de yate y submarino de recreo por el módico precio de 275 millones de dólares

  • Puede mantenerse durante siete días inmóvil y sumergido a una profundidad de 100 metros

Deep Sea Dreamer
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Mientras que muchos científicos y millonarios miran hacia arriba buscando la mayor aventura de la humanidad en la exploración espacial, muchos otros hacen el movimiento opuesto y miran bajo el mar fascinados por la exploración de los océanos, siguiendo la estela de las visiones futuristas de Julio Verne y las aventuras de su inolvidable capitán Nemo.

En la actualidad, explorar las profundidades submarinas sigue siendo un privilegio reservado a los científicos o a los millonarios que puedan permitirse el lujo de comprar submarinos de uso privado como el Migaloo 5, que llevan el concepto de embarcación de recreo de lujo, a un nuevo terreno de juego bajo el mar.

El ingeniero californiano Steve Kozloff, acaba de revelar su última creación que parece sacada de una película de ciencia ficción: el Deep Sea Dreamer de la serie de proyectos The Goliath.

El nuevo concepto está dirigido a quienes comprar un superyate ya se les hace poca cosa. El Deep Sea Dreamer ofrece una combinación única entre yate de lujo y las capacidades de un submarino de recreo con el que explorar los secretos bajo el mar, sin renunciar al lujo y la exclusividad en ninguna de las dos modalidades de navegación.

Un yate que se hunde y un submarino que flota

Si el Colossea coqueteaba con el concepto de 2 en 1 entre dirigible y superyate, el Deep Sea Dreamer lo hace entre el de superyate y submarino de recreo. Como decimos, este es solo un proyecto, pero de llevarse a cabo, el millonario que lo compre deberá pagar una factura de 275 millones de dólares.

La embarcación cuenta con dos plataformas de 140 metros cuadrados cada una. En la plataforma inferior se encuentra la enorme cúpula de observación de 360º de proa que toma el papel protagonista en la parte de la embarcación que permanece sumergida en todo momento. Esta enorme cúpula frontal también tiene el suelo transparente, por lo que la sensación de inmersión –nunca mejor dicho— es total.

Deep Sea Dreamer The Deep Sea Dreamer en modo yate con la cubierta y puente de mando en superficie

Esta cúpula ocupa un lugar privilegiado en el enorme salón que ocupa la mayor parte de esta cubierta inferior, donde se ubican cuatro cómodos sillones desde los que disfrutar de los misterios del mundo submarino, junto a detalles de lujo como un piano de cola o una barra de bebidas, una biblioteca o una zona de comedor.

La plataforma superior está formada por el puente de mando y una enorme cubierta superior de madera de teca que permanece en la superficie mientras el Deep Sea Dreamer navega como cualquier otro yate.

Deep Sea Dreamer The Deep Sea Dreamer con la gran cúpula frontal y su característico "snorkel"

El Deep Sea Dreamer tiene una capacidad para seis personas y una tripulación de dos personas. En la cubierta submarina se encuentra el camarote principal con una superficie de 25 metros cuadrados con baño privado y vestidor, una suite doble y dos camarotes individuales.

El puente de control puede mantenerse por encima de la superficie cuando la embarcación permanece semisumergida, o realizar una inmersión completa sumergiendo todo el casco, asegurando el suministro de aire interior gracias a su apéndice para “snorkel” que se mantiene sobre la superficie.

No obstante, el Deep Sea Dreamer también puede realizar inmersiones completas “aguantando la respiración” hasta una profundidad de 100 metros y permanecer totalmente inmóvil durante siete días a esa profundidad.

Lo que hace único al Deep Sea Dreamer es su sistema de propulsión híbrido, que combina un motor eléctrico con dos motores Cummins X15-M alimentados con diésel. Con una velocidad máxima de 10 nudos en la superficie. En total, el nuevo proyecto del diseñador californiano tiene una autonomía de unos 11.000 kilómetros, y de 161 kilómetros solo con el motor eléctrico.

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Imagen | Steve Kozloff

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