No estoy aquí para defender a los vehículos diésel, es más, me gustaría que desaparecieran del mapa, pero forman parte demasiado importante de la evolución del mundo de la automoción, y ya hay quien sabe valorarlos mejor que yo, en sentido positivo, también en el negativo.
Ando más interesado en informarme sobre el estado de la tecnología eléctrica, y entre tanto artículo sobre baterías y sistemas de carga, aparecen enlaces a cosas del pasado que me gustaría compartir con vosotros: el protagonista de nuestra historia se llama ARVW, es diésel, y es de Volkswagen.
La empresa alemana es una de las que más rentabilidad le ha sacado a este tipo de motores de combustión, llevándola hasta el punto de madurez que tiene hoy en día, con unas prestaciones y consumo al mejor nivel, gracias a la utilización eficaz del turbo. Otra cosa es el mantenimiento, limpieza y polémicas de estos motores, pero ya hemos dicho que sobre esto no vamos a hablar. Mejor conocer al ARVW, pieza importante en la historia de la compañía.
Sino importante, sí muy curiosa. Nos encontramos con un prototipo diésel de 1980 que fue capaz de batir récords de velocidad, es más, diría que no hay coches de estas características hoy en día que se muevan a 362 kilómetros por hora.
Obviamente no es todo motor, el truco está en crear un coche demasiado aerodinámico en el que todo lo que no ayude a correr más, sobra. Ya tenían bastante con meter dentro de la criatura al motor de un camión, con sus seis cilindros turboalimentados - con intercooler - y 2.400 centímetros cúbicos de capacidad.
Esta combinación daba para generar 175 caballos, que son pocos hoy en día para lo que han conseguido sacar en coches diésel de calle, pero la aerodinámica y el peso también cuentan en la ecuación. Por cierto, para los más curiosos decir que ARVW viene de Aerodynamic Research Volkswagen.
En aquella época lo que se pretendía con ARVW era enseñar al mundo que los vehículos diésel podían ser rápidos, también querían montar un laboratorio móvil donde mejorar conceptos que deberían ir de la mano como la aerodinámica y el consumo. El cuerpo de este concepto estaba fabricado en aluminio y materiales compuestos.
La competición no se olvidó del diésel
Si un prototipo como este resultaba llamativo, mucho más importante o transcendente es que el diésel se meta en competición con los bólidos de gasolina y les gane. No es algo que haya ocurrido demasiado - en camiones y off-road es más fácil verlos -, pero los hitos son bastante importantes.
Casi siempre la industria alemana ha tenido mucho que decir, con el grupo Volkswagen y BMW empujando por demostrar que su tecnología era competitiva: cosas como los turbos o la inyección directa sonarán a la mayoría, y muchos tendréis coches que funcionan así.
El proyecto más gordo que ha funcionado claramente son los Audi R10/R18 de LeMans, ganadores en varias ocasiones de la prestigiosa prueba de resistencia - los franceses de Peugeot también lo consiguieron -. Tenemos que destacar a los BMW 320d de los noventa, que ganaban pruebas de resistencia en turismos, categoría en la que Seat ganó en 2007 el WTCC con un León diésel.
Superdeportivos diésel
Nos podemos aburrir de ver grandes coches con motores diésel impresionantes en prestaciones, podría hacer una lista rápidas con nombres como: Porsche Panamera 4S, BMW 435d xDrive, Audi A8 4.2 TDI, o el Bentley Bentayga. Pero también hay espacio para el desarrollo de superdeportivos.
El caso más llamativo es el del Trident Iceni, un coche inglés desarrollado por la gente de Trident, que puede ser considerado como el coche diésel más rápido, de calle. Cuenta con un motor V8 de 6,6 litros y una potencia de 660CV de potencia, con los que podría empujar hasta llegar a los 305 kilómetros por hora.
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