FIFA se ha convertido en una tragaperras sin control en la que incluso los niños están quemando dinero

Durante años, la saga de videojuegos FIFA fue un título anual en el que la única forma de EA para ganar dinero era la propia compra del título. Usted me paga sesenta euros en septiembre y puede jugar indefinidamente, pero dentro de un año sacaremos el siguiente FIFA con algunas mejoras y plantillas actualizadas, y ahí ya decidirá si quiere volver a pasar por caja.

Desde hace unos años, y con una relevancia creciente, EA obtiene ingresos adicionales gracias a Ultimate Team, también conocido como FUT, un modo que mezcla el coleccionismo de cartas de jugadores jugables, valga la redundancia, con la capacidad de hacer transacciones con ellas. Las monedas necesarias para comprar jugadores y otros ítems se pueden conseguir de dos formas: a baja velocidad, jugando partidos; a alta velocidad, comprándolas con dinero real. Este es el problema.

Cada vez más ojos puestos en este modelo

La pantalla del terror. En ella puedes gastar 100 euros cada diez segundos indefinidamente.

FIFA no es la primera ni la última saga que se ha subido al carro de los micropagos. Al fin y al cabo hay una tendencia consolidada en la industria de los videojuegos que ha abrazado este modelo en mayor o menor medida. ¿Por qué decimos que hay un problema en FUT? Porque es un modo estudiado al milímetro para sacar el dinero de sus jugadores, a sabiendas de que su público es mayoritariamente infantil y adolescente, y sin controles de ningún tipo que ayuden a frenar una potencial adicción.

Lo de la adicción no es un asunto trivial: Bélgica empezó a estudiar si modos de juego como el de FUT fomentan la ludopatía y [ha acabado prohibiendo las loot-boxes, el sistema clave en el que se basa FUT. Ha llegado a decir que las loot-boxes son "peligrosas para la salud mental". Holanda ha hecho la misma prohibición, y es de esperar que la Unión Europea acabe entrando en el asunto para tomar una decisión que afecte a todos los países miembro. Por supuesto, otros juegos hacen uso de loot-boxes de la misma forma que FIFA, pero nadie como este último tiene tanto tirón, y menos entre los menores de edad.

Para comprar FIFA Points no hace falta usar una tarjeta de crédito, tiendas de videojuegos y grandes superficies venden estas tarjetas con códigos canjeables.

Ya estamos viendo casos de niños que recurren a robar dinero a sus padres para poder comprar FIFA points, una de las monedas del juego. O que directamente vacían la cuenta bancaria de sus progenitores. Lo cual es un problema añadido: hacer esto es tan fácil como coger la tarjeta durante diez segundos, hacerle una foto o copiar sus datos a mano, y listo. No hay ningún double-check, ni se requiere verificar la identidad de ninguna forma. Ni siquiera cuando la tarjeta se vincula por primera vez a la tienda.

Como una tragaperras, pero sin leyes

Pese a tratarse de un juego de azar (y además, muy posiblemente manipulado por EA, aunque esto nunca será desvelado), sigue sin tener el mismo tratamiento que las "máquinas de premio", conocidas como "tragaperras" antes de que el lenguaje de bar se desbravara. Reino Unido también está pensándoselo. Si está tan horriblemente visto que un niño pueda jugar a una tragaperras, ¿por qué nadie recela de las loot-boxes como las de FIFA, que además pueden quemar el dinero muchísimo más rápido?

Esta forma de presentar el mejor jugador no es casual: pausada, con ítems de información apareciendo de uno en uno, con efectos visuales: obedece al término de "anticipación del placer", acuñado por el científico Robert Sapolsky. Todo sea por engancharnos.

Una fuente de la industria nos reveló en 2015 (¡hace tres años!), cuando el éxito de FUT ya era alto pero menor que el actual, que EA estaba logrando 1.000 millones de dólares al año con FUT. Por hacer números: entre PlayStation 4 y Xbox One se vendieron unas quince millones de copias de FIFA 17. A 60 dólares cada una (tirando por lo alto, ya que tras navidades se rebaja el precio) son 900 millones de dólares de ingresos, a los que hay que descontar los márgenes para el vendedor, los impuestos, los portes, el valor de la caja y el disco en el caso de los físicos o la comisión de la tienda online en el caso de los digitales... Es decir, el beneficio real de FIFA es mucho menor que esos 900 millones.

En cambio, a aquellos 1.000 millones (hoy serán más, pero EA no revela estas cantidades) solo hay que restarle la comisión cobrada por Microsoft y Sony. Unos ingresos demasiado suculentos para EA como para actuar de forma responsable de motu proprio. ¿Cuándo llegará el turno para otros países como Italia, Francia, Alemania, Reino Unido o España? Es difícil que la Unión Europea entre a legislar, viendo que ni siquiera hay un acuerdo común para las apuestas online y su actuación en este terreno se ha limitado a dar sugerencias, dejando la legislación para cada país.

La mejor página para comprar monedas, un 8% de descuento con mi código

En YouTube hay un número nutrido y creciente de canales en torno a FIFA que en realidad giran exclusivamente en torno a FUT. Promocionan la compra de monedas con equipos imposibles de conseguir para quien no invierte muchísimo dinero en las compras internas.

Otros actores importantes en esta vorágine de compra de monedas con la esperanza de armar el equipo de nuestros sueños son los youtubers sobre videojuegos en general y sobre FIFA en particular que incitan a comprar monedas, ya sea mediante la vía oficial (la propia tienda de EA) o de forma extraoficial y, a ojos de EA, ilegal: las páginas de terceros, que las venden, al cambio, mucho más baratas, bajo el riesgo para el usuario de acabar con un strike o con la cuenta clausurada.

Parte del auge de FUT y los problemas que puede causar en menores de edad no se entienden sin los youtubers que promocionan la compra de monedas. Antes EA los tenía vetados, ahora cuenta con ellos para sus presentaciones.

Estos youtubers, muy numerosos, incitan a la compra en esas páginas incluso con descuentos personalizados para ellos mediante un código, de forma que gracias a quienes pican y compran son recompensados con monedas gratis. No es tan distinto de la cúspide una estafa piramidal. Por si fuera poco, saben bien que el grueso de su público es menor de edad, como les revelan los comentarios, los mensajes privados, los que van a sus quedadas y encuentros, o la propia analítica interna de su canal. No es casual que varios anuncien botas de fútbol en sus vídeos, un negocio donde la mayoría de los consumidores están por debajo de los dieciocho. Pero no encontraremos ningún llamado a la responsabilidad. Not my fuckin' problem.

Un apunte más: hasta hace un tiempo, EA tenía vetados a estos youtubers por promocionar páginas de compra de monedas de terceros. No les consideraba como parte de los medios a los que sí invita a sus presentaciones y eventos... hasta que empezó a hacerlo. Posiblemente cayesen en la cuenta de que captan a muchos jugadores y les introducen en este modo, en el que antes o después pasarán por caja por la vía oficial, sobre todo teniendo en cuenta que a los que compran en esas páginas les acaba llegando su strike por mail.

Ese pequeño punto de inflexión llamado FIFA 18

Los Iconos de FIFA (antes "Leyendas"), el arma definitiva para hacer que nos llevemos la mano a la cartera: golpe directo a nuestra nostalgia.

Bien sea por un ejercicio de responsabilidad y autocontrol, o bien sea por atraer a nuevos jugadores con menos recursos, en FIFA 18 se estrenó un apartado dentro de FUT inédito hasta entonces: los desafíos, traducción de una de las palabras más de moda en los últimos dos años: challenges. Igual que se hacen challenges para comerse una cucharada de canela o para ponerse un condón en la cabeza, en FIFA se hacen para marcar un gol de penalti con el portero, dar tres asistencias con jugadores franceses o deshacerse de un equipazo de la Premier. A cambio, recompensas que se supone que conmutan la necesidad de quemar euros para avanzar en el juego.

Los bienes más aspiraciones de FIFA 18 son ilimitados: cada semana y cada mes EA lanza nuevas cartas que mejoran a las anteriores. La excelencia, además de casi imposible de conseguir, caduca pronto en FIFA.

La realidad es que en FUT, como en la economía, hay recursos limitados para satisfacer necesidades ilimitadas. Y por si fuera poco, EA no para de sacar nuevas cartas durante todo el año que van dejando atrás las mejores que se hayan podido conseguir. Ese Salah de 92 que tantísimo parné esfuerzo ha costado es pura bagatela en cuanto es anunciado el de 98, mucho más caro, y sobre todo para ti, que te arruinaste un par de veces para conseguir al de 92. Y los challenges pueden ayudar, pero solo a quien destina muchas horas de juego... y hasta cierto punto. Olvídate de reunir a varios Iconos (jugadores clásicos retirados, como Ronaldo Nazario o Maradona, los más valiosos del juego) sin pasar por caja.

Y así año tras año, FIFA tras FIFA, en el que básicamente tienes que empezar prácticamente de cero. Todo lo conseguido en FIFA 18 se perderá en cuanto estrenemos el FIFA 19. Los filósofos Adorno y Horkheimer escribieron en 'La dialéctica de la Ilustración' que "la industria cultural defrauda continuamente a sus consumidores respecto a aquello que continuamente les promete". El mismito sentimiento de quien se defrauda al abrir otro sobre de tuercebotas. La frase se enmarca en una tesis mayor: la que defiende que "la diversión es la prolongación del trabajo bajo el capitalismo tardío", es decir, que la industria cultural mantiene el esquema de dominación ejercido en la fábrica, también durante el ocio. Viva EA, viva el patrón.

EA ha respondido a nuestra solicitud de declaraciones al respecto. Nos ha remitido a uno de sus artículos internos sobre qué pueden hacer los padres para evitar conductas indebidas de sus hijos jugando a FIFA. Únicamente habla de acceder a los controles parentales en las plataformas en las que está disponible. Lo mismo con otro artículo sobre cómo desactivar las compras in-app. Sobre el papel de los youtubers con los que colabora EA, al artículo sobre su programa 'Game Changers'.

En VidaExtra | Anticipación, estímulos y adicción. La psicología detrás de las loot boxes.

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