El segmento de las consolas de videojuegos está que arde. Tanto Microsoft como Sony han abierto la caja de Pandora y han desvelado sus alternativas de renovación, algo que ha hecho que de repente las opciones a la hora de comprar una consola sean más numerosas e interesantes que nunca.
Tanto si compraste una Xbox One o una PS4 cuando aparecieron como si están pensando en dar el salto ahora que tenemos varias alternativas, la pregunta es la misma. ¿Doy el salto a esta renovación de esas gamas? Y en caso de hacerlo, ¿con cuál debo quedarme? Pregunta difícil. Mucho.
Renovarse (un poco) o morir
Los ciclos de renovación de estas plataformas son largos, pero tanto Microsoft como Sony se han encargado de aliviarlos con lanzamientos que alargan la vida útil de esta generación aplicando mejoras sensibles en sus máquinas.
En realidad esta práctica no es nueva, y ya en el pasado pudimos comprobar como las ediciones "Slim" de las PlayStation y las Xbox 360 permitieron aprovechar las mejoras tecnológicas que se habían ido produciendo en el mercado.
La cosa de hecho no acabó ahí, porque además de esas revisiones aparecieron tanto PS Move como Kinect, dos accesorios que inspirados por la Nintendo Wii insuflaron nueva vida en las ventas de aquella generación de consolas. Los juegos con control por gestos prometían mucho entonces: casi tanto como la realidad virtual promete ahora.
Aquellas promesas no se hicieron realidad, pero fueron una forma interesante y efectiva de impulsar las ventas aun cuando no había grandes cambios en cuanto a prestaciones del hardware. La cosa cambia sensiblemente con la Xbox One, lo hace de forma más patente con la PS4 Pro, pero es que lo hará aún más con la Xbox Scorpio que aparecerá el año que viene.
Bienvenidos a un soporte 4K y de realidad virtual a medias
Los mensajes de Microsoft y Sony han aprovechado la fiebre por las resoluciones 4K que parecen estar llegando a todos los ámbitos. El concepto es fantástico, pero la realidad es que esas experiencias de las que tanto presumen las consolas de Microsoft y Sony no serán nativas: en la mayoría de los casos contaremos con juegos 4K "edulcorados" a través del upscaling.
En el caso de la PS4 Pro tendremos algo más de margen, desde luego: esos 4,2 TFLOPS de rendimiento dan más margen a la hora de ofrecer títulos que sí soportan 4K de forma nativa, pero cuidado porque esos títulos serán previsiblemente juegos en los que la cantidad de información visual generada pueda moverse de forma fluida con la nueva GPU de las consolas.
En ambos casos sí ganamos una característica llamativa: el soporte HDR, algo que permitirá que en televisores con esa opción el rango dinámico sea más elevado y veamos más contraste, color y fuerza en todas las escenas.
Lo que es cierto para las experiencias 4K también lo es para las de realidad virtual. Los requisitos técnicos de las experiencias de RV que prometen las Oculus Rift y las HTC Vive son como sabéis muy elevados: hay que contar con una NVIDIA GTX 970 como poco, y esas tarjetas rondan actualmente los 300 dólares: ¿cómo es posible que una consola que cuesta 100 euros más pueda competir en este terreno?
La respuesta es que probablemente no podrá. No al menos de tú a tú, pero lo que es cierto es que la propuesta de la PS4 Pro aquí parece bastante solvente gracias a esos 4,2 TFLOPs de potencia -en términos brutos las GTX 970 rondan esa cifra-. Los desarrolladores serán los que tendrán que demostrar que efectivamente los juegos de realidad virtual para estas consolas efectivamente pueden satisfacer las expectativas de los usuarios. Las dudas con respecto a la Xbox One S -cuyo soporte de estas experiencias es de momento nulo a falta de lo que cuente Microsoft en el futuro- son aún mayores.
¿Qué consola elegir?
La respuesta, por supuesto, depende del tipo de usuario que seas. Para la gran mayoría de los mortales las nuevas Xbox One S, PS4 y PS4 Pro no hacen más que darle una vuelta de tuerca a lo que ya existía: si ya tenías los modelos anteriores, actualizar a los actuales es difícil de justificar.
Lo es porque las diferencias no serán espectaculares a no ser que hayas comprado un televisor con soporte 4K y HDR: si lo has hecho la reflexión se vuelve aún más complicada, porque aunque efectivamente tanto la Xbox One S como la PS4 Pro tratan de aprovechar esas nuevas características visuales, el resultado final podría decepcionarte un poco. El salto de calidad está ahí, pero no es como el que vivimos al pasar por ejemplo del DVD de vídeo al Blu-ray, desde luego.
Es cierto que con un monitor o un televisor 1080p también habrá una mayor calidad visual en estas nuevas iteraciones: su hardware es ahora más potente -sobre todo en el caso de la PS4 Pro- y eso permitirá mayores tasas de fotogramas por segundo en el juego: más fluidez y mayor calidad visual.
El problema es que los desarrolladores deberán activar esa opción en sus títulos (unos lo harán, otros no) y que el resultado de esos modos mejorados es incierto. Puede que notes cambios significativos, pero lo que hemos visto nos hace pensar que la ganancia no es dramática.
A todo este embrollo se une el hecho de que Microsoft esperará un año para lanzar su apuesta más fuerte: Project Scorpio llegará teóricamente en navidad de 2017 y lo hará con más potencia que la que ofrece la PS4 Pro. Eso hace más difícil la decisión, pero si estáis pensando si comprar la Xbox One S u optar por esperar a Scorpio, deberéis tener en cuenta un aspecto fundamental: además de esperar un año, el precio de la Xbox del Project Scorpio será previsiblemente un precio "Premium". No sabemos qué cifra rondará, pero todo hace pensar que podría situarse en los 500 o los 600 euros. Eso hace que de repente la Xbox One S cobre más interés.
La decisión para el caso de la nueva PS4 y la PS4 Pro parece -en nuestra modesta opinión- mucho más sencilla: es mejor esperar unas semanas e invertir esos 100 euros más para poder conseguir una PS4 Pro. Las razones son evidentes: esa potencia adicional no sale muy cara, y tendremos ante nosotros una consola preparada para aprovechar 4K, HDR y contenidos de RV con bastante más solvencia que su versión "no Pro".
Elegir entre los modelos de Microsoft o los de Sony se complica si tenemos en cuenta otros factores que van más allá del hardware y que van más a temas como el de los juegos exclusivos de cada plataforma o, por supuesto, el aspecto social: uno suele comprar aquella máquina que es más popular entre sus amigos, y aquí Sony tiene por el momento las de ganar.
Sin embargo la Xbox One S y la PS4 Pro no son tan distintas como podría parecer y de hecho la consola de Microsoft dispone por ejemplo de una unidad Blu-ray 4K que la PS4 Pro no ofrece. Puede que la consola de Sony sea netamente más potente, pero el desarrollo de los de Redmond también será capaz de aprovechar las técnicas de escalado para poder ofrecer ese soporte 4K que, descafeinado o no, aportará una riqueza visual notable a los títulos ya existentes y los que estén por venir.
Uf. Difícil decisión. ¿Por cuál os decantaréis vosotros?
En Xataka | PS4 Pro y Project Scorpio, dos consolas con el mismo objetivo pero en tiempos diferentes
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