Estos días hemos tenido el placer de disfrutar de uno de esos dispositivos que podrían tener un potencial enorme: el Steam Link que Valve ha puso a la venta como parte de su oferta para "transformar" nuestra experiencia en el mundo de los videojuegos es notable, como ya hemos dejado claro en nuestro análisis.
Sin embargo en ese planteamiento más analítico quedaban algunos flecos por resolver, y el más importante tiene que ver con la capacidad de Steam Link con provocar esa teórica revolución que quiere volver a convertir al PC y al portátil en centro absoluto de nuestra experiencia con los videojuegos. ¿Es capaz Steam Link de hacernos olvidar la consola?
Si ya tienes un PC decente, aprovéchalo
Muchos usuarios ya tienen un PC y/o un portátil con unas prestaciones decentes que les permiten disfrutar de juegos relativamente exigentes. Los gamers están en otra división, ya que invierten ingentes cantidades de tiempo y dinero en dejar a punto PCs especialmente potentes y que les ofrecen una experiencia de juego sobresaliente.
Para todos ellos -quizás menos para esos gamers- el Steam Link representa una alternativa fantástica a la consola tradicional. De hecho si uno se plantea comprar una consola tras tener un PC, el dispositivo de Valve podría hacer poco relevante esa opción. Ya tienes un PC, así que ¿por qué no sacarle más jugo y convertirlo en tu "pseudoconsola" a través de Steam Link?
Sobre el papel la idea es totalmente coherente. Steam Link proporciona una calidad muy decente para la mayoría de usuarios: los juegos a 1080p y a 60 FPS son prácticamente todo lo que un jugador "convencional" necesita para una experiencia de juego perfecta: Aquí los gamers quizás busquen tanto más resolución -sobre todo ahora que el gaming 4K es factible, aunque eso sí, tenga precios elevados- con mayores frecuencias de refresco.
Donde las Steam Machines no llegan...
Y sin embargo, la clave está en el PC que estamos utilizando para jugar, al que hay que añadirle la conectividad entre ese PC o portátil y el Steam Link. Que juguemos con mayor o menor nivel de detalle no depende del dispositivo de Valve, que es básicamente un "cliente tonto" que simplemente hace ese mirroring de nuestro PC del que hablábamos en el análisis. Cuanto más potente sea nuestro PC, más garantías tendremos de trasladar esa experiencia a la tele del salón, o la cocina, o el dormitorio... ¿o el baño?
Lo cierto es que Steam Link podría triunfar allí donde las Steam Machines parecen no tener muchas opciones de hacerlo. Los PCs con SteamOS preinstalado "homologados" por Valve tienen hándicaps importantes. Uno de ellos es su precio, que no es bajo para las Steam Machines realmente decentes, y el otro es el hecho de que SteamOS tiene un catálogo limitado por contar solo con títulos compatibles con Linux. La mayoría de las grandes franquicias y de los títulos más esperados y populares quedan fuera de ese catálogo de forma indefinida, y eso hace difícil que los usuarios quieran optar por esa plataforma.
En Steam Link se solucionan de golpe y porrazo ambas limitaciones: si ya tenemos un PC potente podremos aprovecharlo para este tipo de escenario, pero si no lo tenemos la inversión será inferior. Basta actualizar la gráfica -y quizás añadir un SSD-, lo que hace que por unos 350 o 400 euros (Steam Link incluido) contemos con una solución de garantías a la hora de poder jugar a cualquier juego del catálogo de Steam (y no solo los de Linux) en el televisor del salón (o del baño, insistimos). Pero es que además podremos jugar a juegos que no pertenezcan a ese catálogo, como los de la plataforma Origin de EA, sin problemas.
Lucha de gigantes
Aquí es también evidente que el cliente de Steam tiene mucho terreno ganado como plataforma de distribución de videojuegos. Las mejoras realizadas en los últimos tiempos y sobre todo la introducción del modo Big Picture hace años ha hecho que las prestaciones de Steam Link sean aún más evidentes. Lo que veremos en nuestra Smart TV no es el escritorio de nuestro PC (bueno, sí si queremos), sino una interfaz adaptada a los "jugones de salón", muy al estilo de las que presentan las consolas de Sony o Microsoft.
El problema es que el PC está de capa caída. Da igual que la evolución de los componentes siga siendo notable y que cada vez tengamos acceso a procesadores y tarjetas gráficas cada vez más capaces: los usuarios de PC suelen conformarse con lo que tienen durante años y solo ese sector gamer invierte en este tipo de componentes. Para el resto Steam Link podrá ofrecer una experiencia decente en juegos poco exigentes, pero la cosa cambiará si quieren disfrutar de lo último de lo último.
En ese aspecto las consolas tienen mucho terreno ganado: a pesar de su desventaja obvia de no ser actualizables, el hardware de estos equipos parece estar mucho mejor exprimido por parte de las productoras de videojuegos, que no parecen acusar demasiado la diferencia de rendimiento que puede dar un PC de juegos exigente. Evidentemente lo de jugar en resoluciones 4K está fuera del alcance de esta generación de consolas, pero eso no es importante para la inmensa mayoría de los que las aprovechan.
Lo cierto es que la propuesta de Steam Link es excepcional, pero mucho nos tememos que no logrará hacer olvidar a las consolas que hoy en día conquistan a jugones de todo el mundo. Las comunidades generadas entorno a esas consolas están ya muy maduras y un competidor como Steam, aunque notable, no tiene tantos ases en la manga como para que alguien se plantee que el único futuro relevante es el del PC como ordenador de salón sorpresa gracias a Steam Link. Y aún así, la idea es fantástica.
En Xataka | Steam Link, análisis: difícil pedir más por menos
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