Ayer Microsoft anunciaba diversas novedades durante la celebración de su conferencia inaugural en el evento Gamescom de Alemania. A la presentación de los inminentes -e impresionantes- videojuegos de su catálogo se unieron las noticias sobre la llegada de Windows 10 en noviembre y de más retrocompatibilidad con la Xbox 360. Pero hubo otra característica clave que nos recordó a aquella presentación original de la Xbox One.
Se trataba, cómo no, de la función de grabación de emisiones televisivas. Lo de convertir la Xbox One en un DVR (Digital Video Recorder) será por fin posible en 2016, y eso vuelve a confirmar la ambición original de esta consola y de Microsoft, que desde el primer momento quiso que la faceta multimedia, descuidada por otros fabricantes en este y otros terrenos, fuera protagonista en este producto. Porque Microsoft quiere ser el centro de todo nuestro entretenimiento, y ningún producto está haciendo más hincapié en ese mercado que la Xbox One.
Menos tele y más juegos, parecía decir el mercado
Puede que recordéis la presentación original de la Xbox One. Microsoft la realizó en dos entregas: el 21 de mayo de 2013 la empresa sorprendió a todos con un lanzamiento contradictorio. De repente los juegos no eran tan importantes: la experiencia multimedia sí lo era. Los chicos de Redmond presumieron del puerto HDMI de entrada de la consola, de la posibilidad de controlar la experiencia televisiva con la voz a través de Kinect o de disfrutar de Xbox One Guide, la guía de programación que potenciaba aún más esa experiencia.
Ese fue el primer error de Microsoft al presentar la consola, pero no el único. Los usuarios tuvieron que esperar dos semanas más para esa segunda entrega de la presentación, que esta vez sí se centró por fin en los juegos. Allí, más confusiones con temas como la rumoreada obligatoriedad de tenerla conectada a Internet 24 horas o la confusa situación con los juegos usados.
Y por supuesto, estaba Kinect, el periférico que no había cuajado en la Xbox 360 y al que de nuevo Microsoft concedía un protagonismo excesivo para muchos -y me incluyo- en la Xbox One. Obligaba, de hecho, a que cada usuario que quisiese una Xbox One se hiciese con este periférico, lo fuera a usar o no. Eso no sólo planteaba críticas por esa obligatoriedad, sino que incrementaba el precio: Sony tenía vía libre para dejar a la Xbox One mordiendo el polvo con una PS4 que le daba a los gamers lo que querían. Juegos, juegos, y más juegos.
Microsoft no se rinde
Si hay algo por lo que se caracteriza Microsoft en los últimos tiempos es por escuchar a sus usuarios. Muchas fueron las críticas vertidas sobre la Xbox One, pero este gigante ha sabido reaccionar gradualmente y enmendar el camino. Uno de los pasos más importantes fue la decisión de no obligar a la compra de Kinect junto a las Xbox One. Este periférico se convertía en opcional y eso provocaba que la consola pudiera al fin competir en precio y prestaciones con la PS4 más de tú a tú.
Pero eso no impidió que los responsables de esta división confirmaran el protagonismo de las funciones multimedia. La consola seguía destacando por ese puerto de entrada HDMI que permitía conectar por ejemplo un decodificador TDT o de satélite y controlar la experiencia desde la consola (o la voz, si tenías Kinect). La empresa quería que la consola siempre estuviese encendida aunque luego aprovecháramos el modo de espera activa (standby). Quería que fuera ese concentrador o hub del entretenimiento digital en nuestro salón.
Era un paso más en esa estrategia para conquistar el salón, pero faltaba un ingrediente importante.
Y para ello fue añadiendo ingredientes que hacían esa combinación más interesante. Los contenidos de vídeo exclusivos eran parte de la apuesta, pero a ellos se sumaban actualizaciones software que aportaban mejoras como la conectividad DLNA o el soporte del formato MKV, pero también novedades hardware. Así es como llegó el sintonizador de TDT para la Xbox One, que entre otras cosas permitía que disfrutáramos de emisiones televisivas vía streaming desde la Xbox One en dispositivos móviles o en equipos con Windows.
Era un paso más en esa estrategia para conquistar el salón, pero faltaba un ingrediente importante. El de poder grabar programas de televisión para disfrutarlos cuando quisiéramos. La característica no parecía plantear un reto técnico especialmente complejo: la Xbox One permitió desde el minuto cero grabar vídeos de nuestras partidas para compartirlas en Internet, así que, ¿por qué no llegaba la función DVR para la televisión?
Otro heredero del legendario VHS
Y llegó. El anuncio de Microsoft de ayer dejaba claro que esta capacidad no necesitaría suscripciones adicionales y que la actualización permitiría a la Xbox One funcionar como un grabador de vídeo convencional: podremos iniciar y parar la grabación en cualquier momento, programarla, disfrutar de esos contenidos bajo demanda cuando queramos o enviarlos a otros dispositivos de nuestra red de área local vía streaming y la nueva aplicación Xbox de Windows 10.
Todas esas funciones vuelven a confirmar una vez más que Microsoft siempre ha querido situar su Xbox One como centro de la experiencia de entretenimiento digital en nuestro salón. Los juegos importan, y mucho, pero la consola va más allá, y en eso es la referencia en el mercado. Ni Sony o Nintendo en este segmento ni gigantes como Amazon o Apple pueden ofrecer una experiencia tan completa. Puede que unos destaquen en cierto apartado -como el catálogo de contenidos disponibles- o en otro, pero nadie le puede negar a Microsoft que su Xbox One es el producto más equilibrado en esa apuesta por el entretenimiento digital.
Eso, por supuesto, podría no servir de mucho, porque como comentaba en mi blog personal, casi nadie graba ya programas de la televisión. Los legendarios vídeos VHS que se convirtieron en el estándar de facto en los 80 nunca le cedieron el testigo realmente a sus sucesores. Ha habido toda clase de tentativas: vídeos con grabadoras de DVD, discos duros multimedia, set-top-boxes con funciones de grabación basados en plataformas como Android, y Smart TVs que también proporcionaban esa capacidad. Y sin embargo, nadie se ha impuesto.
Eso quizás se deba a que la televisión hace tiempo que está cambiando. Nuestra generación la concebía como algo sobre lo que no podía tener control: tú tenías que adaptarte a ella. Los vídeos VHS -un estándar que se impuso sin ser necesariamente el mejor- nos ofrecían algo de control sobre esa experiencia, pero grabar se ha vuelto un aspecto secundario. Las cadenas televisivas hace tiempo que plantean estrategias de contenidos bajo demanda en la nube -con una selección limitada de su oferta, eso sí-, pero nuestro mundo se está transformando.
Las nuevas generaciones no entienden eso de tener que adaptarse a lo que echen. Cuando quieren ver algo quieren control total sobre la experiencia. Que es lo que ofrecen YouTube y alternativas cada vez más fuertes como los vídeos en Facebook. Y aún así, la Xbox One no quiere renunciar a esa opción: los contenidos bajo demanda y el acceso a servicios como el citado YouTube son ya un clásico de esta consola -y sus rivales-, pero si el concepto de televisión tradicional te sigue convenciendo, la Xbox One quiere que lo aproveches. Quiere ser tu nuevo vídeo VHS.
Veremos si eso le sirve de algo. De momento, chapeau para Microsoft por abrirnos esa opción.
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