Goose. Se llama Goose. Y hay que empezar hablando de él. Podríamos empezar con el hashtag del momento, #mujerteníaqueser. De lo de votar con ceros a una película que ni has visto. De empoderamiento, de normalización, de mujeres… De Brie Larson, a la que le vamos a dar su propio epígrafe porque vaya con la chica… Pero no. Vamos a hablar de Goose. Por lo menos en el despegue de esta crítica a esa película redonda, ligera, cálida, divertida y noventera que es 'Capitana Marvel'.
Goose es un gato atigrado, de ojos entre lo castaño y ambarino y con un nombre que le cede Anthony Edwards. Goose era uno de los pilotos compañero de Tom Cruise en la inolvidable (y noventera, aunque fuera del 86) 'Top Gun'. En el set de 'Capitana Marvel', había cuatro gatos que interpretaban a este Goose, que en el tebeo se llamaba Chewie, y que es, evidentemente, el felino de la superheroína. Aunque en el transcurso de la trama cambiará de manos y… ¡Qué nooo! Que no vamos a hacer spoilers.
Pero sí quiero hablar de Goose porque para mí resume, muy a lo meme, por qué el Universo Marvel lo peta. Porque incluso un cinéfilo recalcitrante como yo se ha tragado las 21 pelis y se las seguirá tragando, a pesar de que sé cómo se va a rodar cada plano y donde están los giros de guion antes de que gire la segunda bobina. Las pelis de Marvel son muy, muy, muy divertidas. Son todas iguales, sí. Los directores tienen una libertad ínfima. Pero son redondas, redondas, redondas. No fallan.
Y parte de la razón por la que no fallan es porque saben tachar las cosas que se necesitan para empatizar con el público. Una de ellas es el as en la manga, el _trickster_, el trilero, el personaje que parece una cosa y es otra. Hay unos cuántos de este modelo en 'Capitana Marvel' (¡muchos!) pero Goose, el gato, se lleva la palma. Lo peta, para ser claros. Lo peta tanto como el Groot de Vin Diesel. Lo peta hasta tal punto que en un pase de prensa lleno de críticos de ceja enarcada (es esencial enarcarla si uno se dedica a esto) estallaron las carcajadas y hasta los aplausos. Goose, el gato, es una estrella. Y nada más voy a decir sobre él.
Si me voy a sumergir, a fondo, en 'Capitana Marvel'. En quién es en fotogramas. En donde converge y donde diverge de lo que leímos (los que lo leímos) en los tebeos. Y en por qué funciona tan bien como lo hace. Porque, damas y caballeros, funciona muy, muy bien.
'Capitana Marvel' carga mucho menos las tintas de lo que la promoción apunta en el hecho de empoderar a Brie Larson como superheroína. Es un acierto. Porque la Carol Danvers de Brie Larson lo peta también. Y el espectador, me juego un brazo, no va a estar pensando en Carol Danvers mujer y luego heroína. Va a ser al revés. Carol Danvers, Capitana Marvel, vende por sí misma. Sin ser bandera de nada. Y por eso es la mejor bandera para la causa.
Brie Larson. Otro casting perfecto
Escribía hace poco mi adorado Scott Mendelson en 'Forbes' (una firma que todo cinéfilo debería seguir) que la promoción de todas las superproducciones que pretendan vender una sola entrada pasan en el cine de hoy por vender al héroe. Esto es, al personaje y por ende a la actriz o actor que lo interpreta.
Reflexionaba Mendelson (y da en el clavo) que esta tendencia la ha marcado con mano de hierro la apisonadora del Universo Marvel desde 'Iron Man'. Un personaje que, para un público de masas, era un desconocido. Pero que en los rasgos y carisma de controlado histrionismo de un Robert Downey Junior se convirtió en un fenómeno global. Y abrió la lata a los demás. A ese reparto de ensueño que son Los Vengadores.
Ahora Kevin Fiege tiene una pelota de partido crucial. Tiene que demostrar que puede repetir el truco de magia. 'Avengers. Endgame' va a poner, nunca mejor dicho, el punto final a la Fase 3. Y luego… Y luego hay una enorme incógnita de cómo continuar esta nave. Pero está claro, clarísimo, que habrá una gigantesca renovación de rostros de aquí en adelante. El de Brie Larson es uno de los que debe dominar ese futuro.
¿Por qué digo que funciona Brie Larson? Fundamentalmente, porque sabe evocar dos cosas distintas con su mirada y con su sonrisa. Es una técnica interpretativa, o poniéndonos poéticos, una expresión del alma, menos común de lo que parece. Normalmente, los actores, cuando sostienen un primer plano apuntan a una sola dirección emocional. Normalmente, girando la ruleta en una de las ocho mayores que enunció el psicólogo Robert Plutchik: miedo, ira, tristeza, alegría, disgusto, sorpresa o anticipación.
Larson es capaz de dividir su sonrisa y su mirada para mandar mensajes contradictorios. Puede parecer, en un mismo plano, omnipotente y desamparada. Puede parecer molona y cohibida. Puede parecer (y parece) triste y alegre. Es algo que supongo que le sale de natural (porque si es premeditado ya es de órdago) pero que funciona como un auténtico imán de empatía para querer que gane. A quien sea y por lo que sea. Pero que gane.
En esta cosa tan tonta, querer que el héroe gane, se juega en realidad toda la película. Si Larson no funcionara como canal de empatía con el público, se va a paseo la brillantez del guion, lo buenos que sean los secundarios, el brío de la puesta en escena y lo bien que se entreteja con el resto del Universo Marvel. Todo nace y muere en una película de un superhéroe con el héroe. Porque un héroe, desde tiempos de Homero, no es más que la imagen realzada del espectador; esto es, nuestra mejor versión posible.
Brie Larson funciona. Funciona siempre. E inyecta a la película una ligereza que le viene fenomenal. En esencia, 'Capitán Marvel' es una comedia de aventuras. Quiere que te rías, que desconectes, que te dejes llevar sin resistencias por un tiovivo donde la diversión va mucho antes que la reflexión. No es ese panfleto feminista que se le ha encasquetado antes de encontrarse con el público. No es esa película hueca más allá de su mensaje. No machaca al espectador tratándolo como si fuera imbécil o culpable. No es verdad. No lo hace.
Y por eso cuando los momentos con mensaje de la película —mensaje hacia las mujeres de la sala, y creo que también hacia los hombres—llegan, calan mucho más. Porque no se ha optado por la vía de la doctrina, si no por la del entretenimiento. Y el hechizo de carisma que obran esa sonrisa y mirada dispar de Larson es culpable de que estemos enchufados.
La desmemoria como superpoder
Lo decía Gerry Conway, cocreador y guionista del personaje, en el editorial del primer número de Ms. Marvel, allá por enero de 1977. El mayor superpoder de Capitana Marvel —que los tiene a patadas, pues el personaje más Superman de todo el canon _marvelita_— es su desmemoria. Sonará a tontería, pero se entiende fácilmente.
Todos los superhéroes tienen una historia de origen. Un acontecimiento más o menos dramático que actúa como disparador de sus poderes. Y todos saben que han pasado por esta experiencia. Lo que deben hacer es comprender que fue a través de este hecho —la araña que me pica, la radiación que me muta— como ganaron sus poderes. Por tanto, van por detrás del espectador, que tiene que esperar a que el héroe se dé cuenta de lo que él ya sabe.
Con Carol Danvers no pasaba esto. Creo que Chris Claremont, el escritor que sustituyó a Conway a partir del tercer número de Ms. Marvel, no le dio el peso que debía a este aspecto crucial. Pero estaba ahí; Danvers desfalleciendo y transformándose en Capitana Marvel. ¿Por qué? ¿Por qué ese cambio? Una intriga es mucho más interesante cuando el espectador y el personaje saben lo mismo. Si no es así, realmente no hay intriga.
Este elemento de quién es Carol Danvers y por qué es también Capitana Marvel es central a la película. De hecho, le permite jugar con los géneros de la manera más heterogénea que se ha visto hasta la fecha en una película de Marvel. 'Capitana Marvel' arranca siendo una de 'Star Wars', pasa a ser una buddy comedy de blanca/negro a lo 'Arma Letal' —colosal el rejuvenecido Samuel L. Jackson en un Nick Furia inédito y desatado— y acabar siendo… ¿Un episodio de 'Friends' o 'Senfield' muy raro? Algo de eso hay. También de tragedia de Shakespeare con sus traiciones y cambios de bando. Es muchas cosas 'Capitana Marvel'. Muchas, muchas.
La desmemoria es la que sostiene todo este collage. No saber quién es Carol Danvers es crucial para poder creernos este salto del Marvel a lo 'Guardianes de la Galaxia' al Marvel mundano, de personajes, que dominó buena parte de 'Iron Man 3'. Anna Boden y Ryan Fleck, el matrimonio de cineastas que dirige y coescribe la cinta, aciertan de pleno con este cóctel de géneros. Porque lo atan con ese misterio de su identidad. ¿Humana y Kree? Pero, ¿por qué? Y, mucho más importante, ¿para qué?
Cierro este apartado con otra feliz consecuencia de esta centralidad de la desmemoria: los skrull. Los skrull son una raza de aliens belicosos y cambiaformas, tal cual los Visitantes de 'V', que han protagonizado innumerables enfrentamientos con el bando vengador a lo largo de los tiempos. Tienen también una rivalidad terrible con los kree, que, recordemos, son el bando liderado por Ronan El Acusador, el villano que posee una de las gemas del infinito en 'Guardianes de la Galaxia'.
Pues bien, 'Capitana Marvel' se permite una pirueta alucinante respecto al papel de los skrull. Una pirueta, además, perfectamente engrasada con la situación política presente en Estados Unidos y con una de las facetas más polémicas de la presidencia de Trump. Además, permite que la película aborde otro género más, el de la sitcom, como veremos en el apartado siguiente. Ahí lo dejo.
Aquellos maravillosos… ¿90?
En Xataka ya le dediqué un especial a pensar si los 90 podrían ser los nuevos 80. Concluí que no, que la magia irrepetible, y muy blanca, que infundió Spielberg a los 80 en nuestro imaginario colectivo, es imposible de replicar en los 90. Porque, por un lado, los 90 son una década muy oscura ('Se7en', 'American Pshycho') y por otro muy autorreferencial, muy del reciclaje ('Pulp Fiction', el esplendor de 'Los Simpson').
Pero después de ver 'Capitana Marvel', me atrevo a dudar. Es tanto el entusiasmo con el que saquea música, mercadotecnia y referencias, sobre todo televisivas, durante su metraje que nos venden esa idea de aquellos maravillosos 90. Creo que no se sostiene como para derivar de ahí una línea de ficción a lo 'Stranger Things' o 'Super 8'. Pero sí sabe reflejar y capturar lo que tuvieron de icónico. Hasta el punto de atreverse a usar el 'Come As You Are' de Nirvana en un auténtico momentazo.
Pero la influencia noventera en 'Capitana Marvel' va mucho más allá que la mera referencia, que el chiste de meter el teseracto en una de esas sandwicheras de plástico tan de la época. 'Capitana Marvel', durante buena parte de su trama, es una _buddy cop_. Voy más lejos: 'Capitana Marvel' es 'Arma Letal'. Nick Furia es el experimentado Roger Murthaug y Carol Danvers la locuela y kamikaze Martin Riggs. Aunque así leído sonará la mar de raro, visto se entiende (y funciona) perfectamente.
El último aspecto clave del giro noventero que le imprimen los cineastas a 'Capitana Marvel' es el aspecto de _sitcom_ de algunas escenas. Las hay que hasta imitan los ángulos de cámara de manera paródica que nos podemos encontrar en 'Frasier', 'Friends', 'Dos hombres y medio', 'El príncipe de Bel-Air' y compañía; ya sabéis, un plano general de gente sentada en torno a una mesa, hablando, normalmente hablando de tonterías. E insertos de primeros planos para las punchlines. Las tres cámaras de siempre.
Me parece bastante milagroso que todo esto se lo pueda tragar uno sin sentir que la cosa es un desastre, un timón que gira sin rumbo hacia Thanos sabe dónde. Pero es así. Tonalmente, Capitana Marvel es coherente consigo misma; siempre es ligera, siempre es positiva, siempre es refulgente. Pero genéricamente puede modular el dial en todas las formas de ficción que le apetezca explorar. Y si son noventeras, mejor que mejor.
Una de Marvel, para bien y para menos bien
Mi mayor problema con 'Capitana Marvel', si es que hay que llamarlo problema, es que entro convencido de que voy a ver otra película redonda de Marvel y me dan… Otra película redonda de Marvel. Sé que suena a estupidez, así que trataré de explicarme.
El modelo elegido por Kevin Fiege, que prioriza en todo momento la estructura serial sobre la independencia de cada capítulo, hace que los directores de estas cintas (salvo honrosas excepciones que mencionaré) tengan un margen de maniobra limitadísimo. Dirigir una de Marvel se parece mucho más a dirigir un capítulo de 'Juego de tronos' que a esa libertad que en el universo DC siempre se ha tenido para que el autor dejara su sello. Pensemos, sin ir más lejos, en el primer blockbuster superheroico de la historia: el 'Batman' de Tim Burton. Y ahora pensemos en lo que hizo Nolan con el mismo personaje.
Cuando me siento ante una de Marvel, sé que voy a ver, como poco, una película de 7. Normalmente, como es el caso con 'Capitana Marvel', una de 8. Pero sé que no caerá la breva de ver una de 9 o 10, si lo queremos poner en cifras. Solo hay tres excepciones, en mi opinión, a esa regla: 'Black Panther', 'Los vengadores' y 'Guardianes de la galaxia 1 & 2'. Y todas estas excepciones tienen en común a cineastas de una personalidad tan fuerte que, sin salirse del molde Marvel, son capaces de canalizar sus obsesiones y dejar un sello sutil, pero evidente, en cada una de sus imágenes.
Pero, las más de las veces, los directores de las de Marvel están sometidos a las reglas brillantemente orquestadas con Kevin Fiege. Y es lógico que sea así, porque en los cómics ha pasado tres cuartos de lo mismo. Marvel nunca ha tenido explosiones autorales de la misma magnitud que DC. En DC, un 'Sandman' era posible; y un 'Watchmen'. En Marvel… Sí, es cierto, ahí está la vuelta de tuerca total de Frank Miller a 'Daredevil'; pero hasta él acabó en DC haciendo sus obras mayores con libertad infinita.
Marvel matiza lo autoral porque está más preocupada por ser un universo coherente y en cierto modo predecible antes que una obra de una mirada genuina. Esto tiene la ventaja, que ha replicado Fiege en cine, de que la fórmula funciona y las de Marvel siempre entretienen. La otra cara de esa moneda es que se elimina el factor sorpresa. Uno nunca se encontrará en una peli de Marvel locuras como este plano de Zack Snyder que pongo debajo y que quedó grabado en mi retina a fuego desde que lo vi en el brillante batiburrillo que es 'Batman v Superman. Dawn of Justice'. A cambio, uno nunca tendrá un bodrio del tamaño de 'Justice League'. Como reza el dicho, no se puede tener todo.
Y, sin embargo, Anna Boden y Ryan Fleck se permiten dos destellos, dos escenas que se aíslan del tono general y se convierten en secuencias poderosas en sí mismas, islas de significado propio con un lenguaje audiovisual genuino. La primera que quiero reseñar es de pura acción y sucede justo antes de que termine la trama. Capitana Marvel al fin desata todo el alcance de sus poderes y demuestra por qué es el superhéroe más colosal del Universo que le da nombre. Me recordó, sin llegar a sus estratosféricos niveles de espectáculo, a la primera vez que vuela Superman en la maravillosa 'El hombre de acero'. También a ese _travelling_ ascendente de 'Iron Man' en la primera de 'Los Vengadores'.
La segunda es la mejor de la función y la escena verdaderamente feminista de 'Capitana Marvel'. Es hacer literal una frase muy famosa del padre de Matt Murdock, una que recordó Jeph Loeb durante el litigio con Netflix: "Un hombre no se mide por el modo en que cae a la lona, sino por cómo se levanta". Pues una mujer tampoco. Carol Danvers, la Carol Danvers niña, adolescente, adulta, se levanta sucesivamente en un montaje en paralelo que provoca un estremecimiento maravilloso. En ese alzarse, 'Capitana Marvel' dice todo lo que tiene que decir sin una palabra. #Mujerteníaqueser. A mucha honra.
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