Pedro Sánchez, presidente del Gobierno de España, ha anunciado un Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica (PERTE). Estará dotado de 11 000 millones de euros de inversión pública y tiene un objetivo claro: impulsar el segmento de semiconductores en nuestro país.
El anuncio. Durante su intervención en la apertura del evento Wake Up! Spain, Pedro Sánchez ha anunciado un PERTE de microchips y semiconductores dotado con 11 000 millones de euros. Según Sánchez, "los semiconductores son un elemento básico de todos los sectores energéticos y adquieren una importancia geoestratégica mundial en un contexto de transformación digital de nuestra economía". Además ha añadido que "el Gobierno quiere que nuestro país se sitúe a la vanguardia del progreso industrial y tecnológico".
Europa no quiere depender de Asia y EEUU (pero lo tiene crudo). El anuncio es la continuación española de la Ley Europea de Chips, un gran plan de 43 000 millones de euros que tiene como objetivo evitar la dependencia que el viejo continente tiene de Asia y Estados Unidos en el terreno de los semiconductores.
El reto es el de que en 2030 Europa sea responsable del 20% de la producción mundial de chips, doblando el actual 10%. Que como reto está muy bien, pero va a ser muy difícil lograr algo así porque EEUU está también invirtiendo a lo grande, y ni TSMC ni Samsung van a aflojar, como veremos más adelante.
Intel, aliada de las aspiraciones europeas. Intel invertirá ella solita 20 000 millones de dólares en una fábrica de chips en Ohio que se convertirá en la más grande del mundo. El gigante americano invertirá otros 17 000 millones de dólares en una megafactoría europea en Magdeburgo, en Alemania, anuncio que fue muy bien recibido por la Unión Europea, y eso da pistas sobre qué se podrán hacer con esos 11.000 millones de euros.
Fábricas extranjeras vs fábricas europeas. Lo cierto es que la experiencia española en este ámbito está muy, muy lejos de los grandes referentes en Asia y Estados Unidos, y además hay escasez de trabajadores cualificados. Ciertamente existen iniciativas como la del procesador RISC-V europeo en la que colabora la empresa española Semidynamics, pero aquí parece lógico pensar que esa inversión podría atraer una fábrica de semiconductores de algún gran fabricante extranjero (asiático, estadounidense) a nuestro país, lo que hace que esa independencia buscada quede maquillada.
En el evento Wake Up! Spain había candidatos patrocinando el evento como Huawei, por ejemplo, pero también empresas de la industria aeronáutica (Airbus) o de automoción (Kia) que son sectores claros en los que la inversión en semiconductores puede aliviar los grandes problemas de escasez de chips.
¿Más vale tarde que nunca? El proyecto de inversión es una buena noticia, pero la crítica es fácil: la de que Europa (y EEUU) está reaccionando muy tarde. El mundo lleva décadas delegando la fabricaciónde chips en China —donde la mano de obra era más barata— y todo iba bien hasta que las guerras comerciales y la pandemia han puesto en jaque todo esa estructura. Fabricar aquí resultaba más caro, así que todos parecíamos felices cediendo esa labor a los países asiáticos.
Ahora el mundo entero quiere ser más independiente, y aquí no solo Europa busca su independencia estratégica. Estados Unidos está bien posicionada con Intel y Micron como referentes. Aquí hay que tener en cuenta que NVIDIA, Qualcomm, AMD o Apple son 'fabless' y delegan la fabricación en las 'foundries' asiáticas. El gobierno de Biden invertirá 52 000 millones de dólares en este sector, pero será difícil plantar cara a gigantes como la taiwanesa TSMC —que domina de forma aplastante esta industria— o la surcoreana Samsung.
¿Por qué? Pues porque estas últimas no van a dejarse pillar fácilmente. TSMC planea invertir la friolera de 100 000 millones de dólares hasta 2024 para poder aumentar su capacidad de fabricación. Samsung ya anunció la próxima creación de una fábrica de 17 000 millones de dólares en Texas, que serán parte de una mareante inversión de 205 000 que incluye tanto chips como biofarmacéutica y telecomunicaciones.
De repente esos 11 000 millones de euros parecen quedarse algo cortos. Muy cortos.
Imagen | European Parliament
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