La fiebre por los NFT (Non-Fungible Tokens) es el último fenómeno asociado al blockchain y las criptodivisas. Ahora cualquier cosa es susceptible de convertirse en uno de estos activos digitales que se venden como si fueran obras de arte físicas.
Jack Dorsey lo ha demostrado: el co-fundador y CEO de Twitter —además de firme creyente en el futuro de bitcoin— ha puesto a la venta su primer mensaje en esta plataforma (que se publicó en marzo de 2006), en un nuevo servicio de subasta de tweets llamado Valuables. Si comprar un tuit os parecía absurdo, quizás no os lo parezca tanto cuando sepáis que ya hay una puja de 2,5 millones de dólares por "comprar" ese mensaje.
Unos compran un Picasso, otro un tuit
Hace tiempo que los NFTs vienen transformando la idea que todos teníamos de lo que es algo valioso. Antes parecía que solo los bienes físicos —una joya, un coche, un bolso o un reloj exclusivo, una obra de arte— eran susceptibles de ser puestos a la venta a precios que podían llegar a ser excepcionales.
https://twitter.com/jack/status/20
Quienes se extrañaban de esa gente que pagaba fortunas por cierto cuadro o por una joya probablemente se extrañen aún más sabiendo que ahora hay quien está dispuesto a pagar esas mismas fortunas por algo tan aparentemente inocuo como un mensaje de Twitter.
La venta de tuits en forma de NFTs está en marcha desde hace tiempo, de hecho. Una plataforma llamada Valuables surgió de la nada para plantear esa idea, y el año pasado ya demostraron que la compraventa de tuits como si fueran obras de arte tenía cierto sentido: en 2020 se vendieron algo más de 400 tuits a través de dicha plataforma, y se ofrecieron 75.000 dólares en total en esas subastas.
No es mucho, pero la cosa se ha disparado estos días. Jack Dorsey, co-fundador de Twitter y su actual CEO, ponía a la venta el primer tuit de la historia, publicado el 21 de marzo de 2006. En aquel mensaje se leía simplemente "just setting up my twttr" ("solo estoy configurando mi twttr", el servicio comenzó llamándose Twttr), y ahora Dorsey lo está ofreciendo para que quien quiera se haga con él y pueda convertirse en su propietario.
¿Absurdo? Puede que para muchos lo sea, pero ese tuit está alcanzando un valor absolutamente increíble. La puja más alta se sitúa ahora mismo en 2,5 millones de dólares, y eso ha hecho que este tuit convertido en un NFT plantee una revolución no solo en esta plataforma, sino en cualquier otra que permita que un creador venda sus activos digitales, sean obras de arte —como contamos que ocurrió con la obra de Beeple hace unos días—, tuits o quizás mensajes en Instagram o TikTok
Cómo se compran y venden tuits
El funcionamiento de Valuables es sencillo: los usuarios compran y venden esos activos que se subastan mediante pagos en Ethereum, y la operación queda registrada en la cadena de bloques de esta plataforma, en la que queda patente que un comprador adquiere un tuit "autografiado" por su creador que luego puede vender a quien lo quiera a su vez comprar.
Para vender un tuit necesitas tener una cuenta en Twitter, y luego asociar tu cuenta con la de Valuables para que su desarrollador, Cent, verifique que efectivamente los tuits te pertenecen. Para la operación de compraventa se utiliza un monedero llamado Metamask que tiene extensiones disponibles para navegadores como Chrome o Firefox y que actúa como una especie de PayPal con el que podremos revisar las pujas y aceptarlas o no.
Cuando se vende un tuit, el 95% de los ingresos de la venta se van al autor del tuit, mientras que el 5% se los queda Cent, que hace de intermediario. Las transacciones en la cadena de bloques son irreversibles, así que una vez se confirma la venta, el comprador es el propietario de ese tuit autografiado en formato NFT.
Eso, claro, plantea dudas curiosas en la forma de funcionamiento de Twitter. ¿Qué pasa si el autor borra el tuit en cierto momento o Twitter le cancela la cuenta? Bueno, según los términos de Twitter cada tuit es propiedad de su autor, así que puede hacer lo que quiera con él.
Eso significa que lo puede vender si quiere, y si la plataforma original hace ese tuit inaccesible no importa: la cadena de bloques es inmutable, y ese "registro de la propiedad" garantiza que el contenido pertenece al comprador.
Que se pueda o no acceder al contenido en la plataforma original parece secundario en este caso, algo que desde luego es extraño y entra en conflicto con el control que Twitter tiene del contenido que se publica en su plataforma.
¿Punto de inflexión para los contenidos digitales?
Los NFTs son aplicables a todos esos activos, y como ocurre con una obra de arte o una joya, el valor que tienen esos activos solo depende del valor que la gente les asigne.
Los tuits son la última expresión de esa fiebre por los activos digitales, y como ocurría con la obra de Beeple la pregunta es lógica: ¿qué sentido tiene comprar algo que cualquiera puede "copiar y pegar" casi sin control?
Para muchos, el mismo que tiene comprar un Picasso que luego se puede también colgar en cualquier casa como una copia del original: ser propietario de ese original es lo que muchos valoran, y pagan fortunas por ello. La idea ahora se traslada a, básicamente, cualquier contenido digital.
Esta idea tan singular podría quedarse en nada y ser una fiebre pasajera, pero los NFTs desde luego plantean un giro de los acontecimientos para quienes crean y tratan de monetizar sus creaciones. Los contenidos digitales hasta ahora se solían monetizar con publicidad o modelos de suscripción, pero los NFTs aspiran a convertirlos en activos digitales cuyo valor se dispare para quienes valoren esa propiedad del contenido original.
La idea es tan válida para una obra de arte digital como para un tuit o, cómo no, para un artículo como este. Nada impide que plataformas como Valuables acaben vendiendo artículos en medios que los creadores pongan a la venta, pero también vídeos en YouTube o TikTok o canciones que artistas independientes quieran vender "autografiadas" como si fueran obras de arte... o cromos.
La idea es realmente curiosa, y desde luego hace pensar en el futuro de unos contenidos que sí, podrán seguir copiándose y pegándose prácticamente sin control (o eso parece a priori), pero que tendrán ahora una forma de garantizar que alguien es su propietario original.
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