A lo largo de los últimos años, desde la oceanografía se ha estado observando un fenómeno inquietante: la “atlantificación” del océano Ártico. El océano más septentrional del planeta se convierte en una extensión de su vecino el Atlántico. Por ahora lo hace poco a poco, pero sus pasos se aceleran.
Malas noticias. Un equipo internacional liderado por investigadores de la Universidad de Alaska Fairbanks (UAF) ha estado analizando el proceso de atlantificación del océano Ártico y ha explicado su funcionamiento. Sin embargo esta información trae consigo una predicción pesimista: el proceso va a acelerarse durante los próximos años.
Atlantificación. El término atlantificación se le atribuye a Igor Polyakow, invesgtigador de la UAF quien lo utilizó en un artículo en la revista Science en 2017. En aquel estudio Poliakov y su equipo comprobaron como la región del Ártico conocida como depresión Euroasiática comenzaba a asemejarse con el deshielo del hielo ártico a las aguas del océano Atlántico.
El fenómeno está relacionado con la circulación oceánica. Corrientes como la corriente del golfo, que llevan agua cálida y salada del Caribe y el golfo de México hacia las puertas del Ártico. Debido a la gran estratificación en el océano polar, estas aguas se mantenían a cierta distancia del hielo superficial, manteniéndose una capa de agua entre la corriente y el hielo.
Estas capas aparecen debido a que el agua salada, al congelarse, tiende a “soltar” la sal. Después, cuando el hielo se derrite, deja una capa de agua menos salina en la superficie del océano. Puesto que el agua salada es más pesada, se queda en las profundidades, mientras que este agua “dulce” se mantiene en la superficie. La atlantificación aparece asociada a la desaparición de estos estratos.
El dipolo ártico. Polyakow y su equipo han seguido estudiando el fenómeno y en un nuevo artículo han postulado una hipótesis con la que explican parcialmente esta dinámica observada, por qué el proceso se acelera y cual será la tendencia en los próximos años. La clave podría estar en el dipolo ártico, una oscilación atmosférica que afecta a la región.
Esta oscilación puede presentarse con dos variantes o regímenes. El primero, positivo, sería el vigente desde 2007. Esta variante generaría altas presiones y vientos que se desplazarían en dirección de las agujas del reloj frente a la costa canadiense del Ártico, y bajas presiones con vientos contrarios a las agujas del reloj frente a Siberia.
Los autores del estudio explican que estos patrones de viento marcan numerosos aspectos ecológicos de la región, particularmente a través de su efecto en las corrientes en la capa superficial de agua en el océano, pero afectando también al desplazamiento del hielo y al intercambio de calor entre atmósfera, océano y hielo.
Un ciclo de 15 años. Esta oscilación podría alternar entre régimen positivo y negativo cada 15 años. El régimen positivo habría estado vigente entre 2007 y 2021 para pasar ahora al régimen negativo.
Los cambios en los vientos causarían que la entrada de agua de aguas procedentes del Atlántico se produjera por dos vías distintas, una más al este, por el mar de Barents, vinculada al régimen positivo; y otra por el estrecho de Fram, al este de Groenlandia, vinculada con el régimen negativo. Los autores hablan de esta alternancia como de un “mecanismo de conmutación”.
El equipo publicó los detalles de su trabajo en agosto en un segundo artículo en la revista Science.
Parón en el deshielo. El ciclo de 2007-19 coincidió con un periodo en el que el deshielo ártico se ralentizó repentina y misteriosamente, frenando con una tendencia que había sido muy marcada en la década anterior. Según los autores del estudio, ambos fenómenos estarían relacionados.
El motivo de esto estaría en el agua dulce procedente de los ríos siberianos, que sería arrastrada hacia el este por los vientos, engrosando con ella el estrato de agua dulce que mantiene separadas las aguas cálidas del ártico de la capa de hielo que lo recubre.
Es por eso que el trabajo nos dibuja un escenario preocupante, en el que el deshielo ártico volverá a acelerarse a lo largo de la siguiente década y media, como consecuencia del cambio climático pero acelerado por la tendencia dominante en esta peculiar circulación.
Imagen | Annie Spratt / Igor Polyakov
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