Las últimas 24 horas han sido un infierno en varias partes de la península: inundaciones generalizadas, mangas marinas, ramblas desbordadas... El veranillo de San Miguel, que mantenía las temperaturas entre cinco y diez más altas de lo normal, acaba de saltar por los aires en mitad de un enorme sandwich de DANAs por el sureste y tormentas en el noroeste. ¿Qué podemos esperar de los próximos días?
El más inestable todavía. Tras los problemas de las últimas horas, la AEMET no da la situación por zanjada. Casi al contrario, la Agencia ha advertido que la DANA (la que ha dejado ese reguero de agua) se va a ubicar entre Argelia y el sureste de la Península y "eso provocará una situación aún más inestable que en días anteriores" en todo el área mediterránea.
Esto se traduce en que las lluvias pueden alcanzar, otra vez, una intensidad fuerte o muy fuerte en todas las regiones mediterráneas de la Península y en Baleares. Esa inestabilidad complica las previsiones a medio plazo y convierte las lluvias torrenciales en una lotería. Una de esas loterías que es mejor que no te toquen porque, pese a que estas situaciones se repiten casi todos los años, seguimos sin estar preparados para gestionarlas.
Más allá del Mediterráneo. En la cornisa cantábrica y Galicia habrá cielos nubosos y lluvias débiles, mientras que en el resto de la península se puede producir también algún chubasco (mucho menos intenso), pero reinará en general la estabilidad meteorológica.
¿Estas lluvias son una buena noticia para la sequía?. Lamentablemente, a ese escenario de lluvias generalizadas (que necesitaríamos para paliar los efectos más duros de la sequía) no está, ni se le espera. Sobre todo, porque durante el fin de semana (esperemos que menos intenso) volverá a repetirse el mismo esquema de sandwich de lluvias: chubascos localmente intensos en el mediterráneo, lluvias suaves generalizadas en el noroeste y la nada más absoluta en el centro del país.
El tipo más insidioso de sequía. No hace falta recordar que el peor periodo de sequía de lo que llevamos de siglo se dio entre 2005 y 2009. La sequía que nos afecta ahora es menos intensa, pero (ayudada por fenómenos a nivel global como La Niña) está siendo más sostenida en el tiempo: llevamos desde 2014 (con la excepción de la primavera de 2018) enganchando temporadas hídricas cada vez peores. Y lo peor es que no parece que la cosa vaya a mejorar.
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